Lunes, 23 de diciembre de 2024

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El día a día como maestro (II)

El día a día como maestro (II)

por Duc in altum!

Los maestros, aunque no somos cantantes, también tenemos nuestros problemas cuando nos quedamos sin voz. Basta una leve irritación en la garganta para que todo cambie. ¿Qué hacer al respecto? Atenderse y prevenir. Por ejemplo, cuando empecé a dar clases, me pasaba muy seguido, hasta que decidí sacar cita con un doctor que me dio una serie de consejos para superarlo, pues no se trataba de un cuadro infeccioso, sino mecánico: Evitar hablar sin parar, porque además de ser antipedagógico, genera resequedad y un desgaste innecesario. Hay que alternar las explicaciones con actividades y las puestas en común, tipo debate, que bien encauzadas, logran despertar el interés de los estudiantes, pues se dan cuenta que tienen algo que decir, que lo que mencionó el maestro no es una idea terminada o absoluta. También tomar agua de vez en cuando y, sobre todo, hacer pausas entre frases, además de cuidar la respiración. No quiere decir que no lo hiciera antes, pero me sirvió para remarcarlo.

A veces, frente a un grupo un tanto desordenado, hace falta repetir las cosas, porque a lo mejor en el árbol que está frente a la ventana apareció una ardilla y eso fue suficiente para que la atención se fuera en menos de un segundo. En esos casos, aunque procuro tomármelos con buen humor, también está la necesidad de dar las instrucciones solamente dos veces, a fin de generar la capacidad de escucha en ellos.

Luego, está la cuestión de los padres de familia. De vez en cuando, piden cita por diferentes motivos. La mayoría de las veces, cuando su hijo(a) tiene alguna cuestión con la calificación. Es muy importante el diálogo casa-escuela. ¿Cuál es el reto? En primer lugar, aclarar la versión dada por el alumno, pues como los papás no están en el aula, con justa razón, tienen que apoyarse en lo que su hijo les cuente. En muchos casos, pueden tener un argumento válido y toca aceptarlo sin reservas, pero cuando existe una distorsión de los hechos, siempre es bueno llevar algún sustento. Por ejemplo, las listas de cotejo o bien el portafolio de evidencias. La idea es dialogar, entenderse y sumar esfuerzos para que el estudiante logre mejorar, encontrando también la motivación suficiente. Si se trata de un alumno que no pone nada de su parte y está un tanto rebelde, al platicar con él, el tema no debe girar sobre lo que hizo o dejó de hacer, sino empezar por hablar de otros temas que le interesen y, desde ahí, generar un ambiente de mayor apertura, ayudándolo a ubicarse mejor.

La escuela en la que estoy tiene vista al mar, gracias a que la S.D. Ana María Gómez Campos (18941985) F.Sp.S., la fundadora, tuvo la idea de establecerla ahí. Se trata del Golfo de México. En la primera hora, la de las 7AM, tenemos unos amaneceres espectaculares. Cuando es así, les doy algunos minutos para que puedan ver el paisaje y disfrutarlo. Hay que ser creativos y, al mismo tiempo, ayudarles a saber apreciar los pequeños detalles. La fe apunta en esa dirección, por lo que hay que tenerlo siempre en cuenta. Un amanecer habla de Dios por sí solo. 
 
Vista del amanecer. 
 
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