De famoso directivo futbolero a cura

Entrevistado por EWTN Noticias, el P. Jasso recordó que descubrió su vocación al sacerdocio “a muy temprana edad”.

“Soy exalumno de los colegios maristas en Monterrey (México), y me llamó siempre la atención su alegría y su presencia. Y a los 17 años entré por primera vez al seminario, en 1995”.

Indicó que estuvo por 8 años y medio en el seminario, pero se alejó de su formación sacerdotal por 10 años.

En ese tiempo trabajó para los “Rayados” de Monterrey, y llegó a formar parte de la directiva. “Yo fui primero coordinador de responsabilidad social, de modo que estábamos muy de cerca con la comunidad, devolviéndole a la afición un poco de lo mucho que recibimos de ella”.

Sin embargo, los grandes directores técnicos y jugadores con los que trabajaba “me fueron descubriendo algo que yo no veía en mí, porque me decían ‘curita’ y ‘padrecito’, o porque había estado en el seminario. Pero yo no descubría que realmente Dios me seguía llamando”.

La insatisfacción, a pesar de los grandes éxitos, no lo abandonó hasta que volvió al seminario.

“Creo que fue la insatisfacción personal. Yo trabajé, estudié, viajé por distintos países, fui campeón del fútbol mexicano en 2009 y 2010 con el Club de Fútbol Monterrey, pero no me llenaba nada sino el poder jugarme la vida por los demás”, expresó.

Así que en 2013 regresó al seminario y hace pocas semanas se ordenó sacerdote.

Indicó que ahora está “viviendo la gran experiencia de ser sacerdote”, que significa “jugarse la vida por Dios y por los hermanos”.

“Tiene que ver con sudar la camiseta y entregarse. Esto ha dicho el Papa Francisco, un Papa muy futbolero que dice ‘ve para adelante, pateen adelante, busquen el reino, busquen la corona que no se acaba’”.

Un mensaje para los jóvenes

El P. Jasso, desde su propia experiencia, también tiene un mensaje para los jóvenes que consideren la vocación al sacerdocio, y, parafraseando al Papa Francisco, les alentó a que “no se queden en la banca, que sean protagonistas, que jueguen en la cancha que Dios nos pone, que es la misma vida”.

“Y que acompañados del silencio interior para descubrir las voz de Dios y de contemplación para ver la necesidad, quieran jugar en el equipo de Jesús”, finalizó.