Monjas Clarisas
Monasterio de las Descalzas Reales
Tras las fiestas navideñas, gripes (este año la gripe ha hecho estragos en Madrid) y compromisos varios, retomo mi reto de conocer todos los Conventos de clausura de la ciudad.
En mi última visita al Monasterio de Clarisas de la Inmaculada y de San Pascual me contaron que durante la desamortización de Mendizábal (1836) se refugiaron en el Convento de las Descalzas Reales y así decido que la siguiente crónica será sobre este lugar.
Llamo por teléfono y me atiende la Hermana “tornera” (la encargada del “torno”). Lamenta decirme que no pueden concederme una entrevista personal pues son tantas las personas que desean contactar con ellas -este Convento es quizá el más famoso de Madrid por su valor histórico y artístico-, que no harían otra cosa y descuidarían su vida contemplativa. Pero me cuenta 3 detalles muy bellos de su vida y de su Convento.
En primer lugar, que son “una oficina del Cielo” pues rezan continuamente pidiendo “Gracias” (favores gratuitos de Dios) para todos; que cuidan mucho la música en sus celebraciones y que algunas personas se han convertido (acercado a Dios y cambiado de vida) tras asistir a las Misas cantadas en la iglesia del Convento los domingos y festivos a las 12h.
Y, por último, que tienen gran devoción a una imagen llamada “La Virgen del Milagro”, del siglo XV, traída por las primeras monjas que ocuparon el Monasterio y que está situada en el altar mayor de la iglesia.
Con esta información y con la que encuentro en algún libro y en internet, abundantísima, me dirijo al Real Monasterio de Nuestra Señora de la Consolación (nombre oficial del Convento aunque casi nadie lo conozca por esta denominación, sino por el de las “Descalzas Reales”) para participar en una visita turística general.
18 Monjas Clarisas
Salgo del metro de Callao, bajo por la calle del Postigo de San Martín y a la izquierda encuentro la Plaza de las Descalzas. En la primera puerta está el acceso a las visitas turísticas que organiza Patrimonio Nacional bajo cuyo patrocinio está el Monasterio.
Recomiendo sacar la entrada (6€) por internet: https://entradas.patrimonionacional.es/es-ES/informacion-recinto/8/monasterio-descalzas, para evitar llegar allí y no poder entrar ya que tienen una capacidad limitada de visitantes.
He pasado por estas calles, plaza y muros del Convento muchas veces. Pero, es la primera vez que me impresiona verlos. El haber leído sobre su origen, historia, etc., me ayuda a valorar todo lo que significa este antiguo edificio.
Dos placas conmemorativas flanquean la puerta de entrada a los visitantes. Una indica: “En este Palacio habitado por los Reyes de Castilla nació en 1536 Juana de Austria que lo transformó en Monasterio en 1559”. La otra placa dice: “En este Monasterio vivió la Emperatriz María de Austria y en él murió en 1603”.
Ambas Princesas eran hijas de Carlos I y hermanas del Felipe II, Monarcas de enorme importancia en Europa durante el siglo XVI, lo que puede dar una idea de la relevancia que también tuvieron ellas y dicho Monasterio.
Entro en un zaguán y me hacen pasar a una gran sala -la Portería- donde cuelgan unos enormes cuadros que representan a 5 de los 7 arcángeles, y un impresionante cuadro del Ángel de la Guarda que protege a un niño pequeño desnudito, de un sobrecogedor demonio.
Allí nos recoge la guía que va a acompañarnos durante el tour. Actualmente, 18 Monjas Clarisas, de 50 a 95 años, habitan el Convento. El nombre popular por el que se las conoce “Descalzas Reales” se debe a que las Clarisas utilizan unas sencillas sandalias en cualquier época del año y a que su fundadora fue una Princesa.
El recorrido transcurre por la clausura (recinto interior reservado a las monjas) -explica la guía-. De hecho, una vez que terminan las visitas turísticas, los claustros, capillas, estancias y el Coro que vamos a ver, son utilizados por las propias monjas. Es un privilegio muy especial entrar en este lugar y se debe a un permiso que concedió el Vaticano en 1960.
El primer “tesoro” que vemos es una imponente escalera, de dos tramos y amplio rellano, de principios del siglo XVI, que comunica el claustro bajo (galería que cerca el patio) con el alto. Esta escalera perteneció al antiguo Palacio luego transformado en Convento.
Subimos por la hermosa escalera y llegamos a una capilla que guarda el siguiente “tesoro”: una escultura de madera del siglo XVI, de tamaño natural, de un Cristo yacente, muerto, llagado y con las heridas de la Pasión, atribuida al artista andaluz Gaspar Becerra. Una escultura peculiar pues en el pecho lleva un “viril” (cajita de cristal) para colocar el Santísimo Sacramento.
Esta imagen es muy famosa pues, durante la Semana Santa, en concreto el Viernes Santo, es llevada en procesión mostrando a Cristo vivo (en el viril del pecho) la tarde en la que todos los Sagrarios del mundo han de quedar vacíos.
La "oficina del Cielo"
Recorremos el claustro alto y llegamos al Coro, la sala principal de -como diría la Hermana tornera- la “oficina del Cielo”. Es el lugar -nos explica la guía- donde se reúnen las monjas varias veces al día para rezar. Sobre la puerta de la entrada hay un retrato de la fundadora, la Princesa Juana de Austria, una mujer muy bella y elegante. Y, en la pared central, en una gran hornacina, reposan los restos de la Emperatriz María de Austria en un sepulcro de mármol.
Quizá lo que más me impresiona es una talla de marfil de Cristo crucificado, situada en medio del Coro, que perteneció a San Francisco de Borja, amigo y consejero de Juana de Austria.
¡Cuántas oraciones, alabanzas habrán hecho las monjas que han ocupado este Convento desde el siglo XVI!, pienso con agradecimiento mientras recorro con la vista los diferentes detalles, cuadros e imágenes que decoran el Coro.
Desde allí nos dirigimos a la segunda planta, hacia el antiguo dormitorio de las monjas hoy convertido en Salón de Tapices. En el trayecto, me llama la atención lo impecables que están todos los pasillos, salones, estancias y capillas y, también, el ¡frío que hace! “Las monjas no tienen calefacción”, asegura la guía.
De las paredes del Salón cuelgan 11 de los 20 tapices que sobre “El Triunfo de la Eucaristía” regaló la princesa Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II, al Monasterio. Son el mayor “tesoro” del Convento -según la guía- y fueron tejidos en Bruselas sobre cartones (o bocetos) de Rubens.
Pasamos rápidamente por el Salón de Reyes -cuyas paredes están pobladas de retratos reales-, por el Oratorio de verano, la Sala de pintura flamenca -donde destaca el cuadro de “La Virgen del Papagayo” de la colección particular de la fundadora-, y por el Salón de pintura española e italiana. En este último, la guía nos señala otro “tesoro”, el cuadro “La moneda del tributo al césar” de Tiziano.
Hay dos detalles que a mí personalmente me llaman la atención en esta última parte de la visita: por un lado, la hermosa huerta de las monjas -con lombardas y otras hortalizas propias del invierno- que hemos podido entrever a través de las rendijas de los ventanales del corredor que lleva a los Salones; y un cuadro de San Francisco de Asís, atribuido a Zurbarán, sobre un fondo oscuro, casi negro, donde se ve al santo muy pobre, rezando al Cielo, con expresión sufriente.
La Virgen del Milagro
Termina la visita turística y me dirijo a la iglesia. No es muy grande y está en penumbra. El ambiente que se respira es de recogimiento y paz. Una luz ilumina el Sagrario y, encima, descubro la imagen de la que me habló la Hermana tornera: La Virgen del Milagro. Es un cuadro que muestra a la Virgen María dando de mamar al Niño Jesús, al tiempo que le coge cariñosamente la mano derecha.
He vivido casi toda mi vida en Madrid y ¡nunca había oído hablar de esta bella imagen! Según cuentan, un santo ermitaño rezando a la Virgen María por la salvación de un alma en peligro de condenación, presenció un portentoso milagro. Al pedir una señal, a los pies de esta imagen, vio como los ojos pintados bajos, mirando hacia el Niño, se levantaron hacia el Cielo, postura que actualmente conserva.
Dejo la iglesia con el corazón ensanchado de haber disfrutado de tanta belleza y bien. Y como me suele pasar en estas visitas a Conventos, con la seguridad de que volveré para, en este caso, escuchar cantar a las monjas y acercarme un poco más a Dios.
Datos de interés:
Real Monasterio de Nuestra Señora de la Consolación o “Descalzas Reales”
Plaza de las Descalzas 3. Madrid 28013
Horarios de misas:
Días laborables: 8h. y 19h.
Domingos y festivos: 8h. y 12h. (misa cantada)
Todos los días 11 de mes, con motivo de la devoción a La Virgen del Milagro
Misa y Exposición: 8h.
Misa cantada: 12h.
Rosario y Reserva: 18,30h.
Misa y Salve: 19h.
Visitas turísticas:
Patrimonio Nacional:
http://www.patrimonionacional.es/real-sitio/monasterio-de-las-descalzas-reales
Compra de entradas por internet:
https://entradas.patrimonionacional.es/es-ES/informacion-recinto/8/monasterio-descalzas