El Rey en Jaén
Artículo publicado hoy en el Diario Ideal, edición de Jaén, página 27
Las formas rápidas de circulación actual traen consigo muy buenas visitas a Jaén. La de Rey de España ha sido la séptima vez según el recuento publicado en los medios informativos. Antaño los personajes de la casa real española pasaban lustros sin aparecer por las tierras del Santo Reino. Al menos por motivos bélicos, como las Navas de Tolosa, o por circunstancias singulares nuestra ciudad luce la corona real en su escudo por motivos justificados.
La visita real del pasado jueves se ha debido a una reunión de jóvenes agricultores que luchan a brazo partido por evitar que la despoblación, la emigración, la baja natalidad y el abandono acabe con una provincia apoyada, esencialmente, en el monocultivo del olivo, nuestro oro líquido, que trata de convivir con otros productos de nuevo implante en nuestro agro. Por estas tierras, el actual Rey Felipe VI, siempre es y será bienvenido, ya que aquí vivimos gentes que valoramos su compromiso con España y la Corona, como lo pude ver en la explanada de entrada al teatro, donde tuvo lugar la reunión con los agricultores jóvenes. Lo encontré triste.
Quedan siete días para el inicio de la Semana Santa, durante la cual las variadas cofradías nos presentan la figura de Cristo, proclamado rey por una masa vociferante, cuyo cetro es una caña que le coloca el cobardón de Poncio Pilatos, con las espaldas tapadas por un manto color púrpura. El mismo gobernador romano le pregunta a Jesús de Nazaret si es cierto que él es rey, a lo que responde tajantemente que no es rey de este mundo, pues si así fuera, su guardia no permitiría la befa y la mofa de la que estaba siendo objeto durante la noche del Jueves Santo.
El reinado de Cristo está situado en el Reino de los Cielos, nunca en ningún país terrenal, ni siquiera digital ni sideral. Cuando las gentes sencillas de nuestros pueblos vean, un año más, sus sagradas imágenes salir a las calles, unos recordarán sus años juveniles, otros llorarán por sus dolores y soledades, y los más se quedarán viendo cómo esas imágenes son figuras que nos conducen, mediante la fe, a lo que realmente representan: al Hijo de Dios, hecho hombre igual a nosotros en todo, menos en el pecado, que obedeciendo al Padre camina, coronado de espinas, con la Cruz a cuestas, para ser clavado en ella, morir y resucitar al tercer día, según lo había anunciado Él mismo durante los años en los que predicó el evangelio de la salvación.
El actual Rey de España está viviendo unos largos meses de zozobra, pesadumbre, preocupación y compromiso al ver la inestabilidad, que la nación española está sufriendo, organizada por esas fuerzas centrífugas que abogan por romper en pedazos la unidad de España, que es un bien moral, tal como reconocieron en su momento los miembros del episcopado español, aunque ahora les cueste trabajo intelectual reconocerlo. La dignidad institucional, que la Constitución pone en las manos del monarca español, la está llevando a cabo con una dignidad y paciencia digna de todo elogio, aunque en su fuero interno esté harto de las politiquerías y bellaquerías de unos políticos ineptos, ignorantes, plagiarios, golpistas y delincuentes por acción u omisión, por corrupción o conspiración. Las horas que estuvo en Jaén le fueron gratas y aleccionadoras para reafirmar sus convicciones en la esperanza de un futuro en paz en una España que desea vivir en pie y libertad y nunca de rodillas ante nadie.
Tomás de la Torre Lendínez