Los secretos de la evangelización

Los secretos de la evangelización
            En el post anterior nos planteábamos el tema de la evangelización de un mundo descreído. Tarea nada fácil debido a los muchos obstáculos que hay que salvar para que la Palabra de Dios llegue a la mente y al corazón del hombre posmoderno. Sin embargo la tarea encomendada por Jesucristo hay que llevarla a cabo con mucha fe y esperanza y, por supuesto, con mucha caridad.
         Nos planteamos en este artículo lo fundamental, ¿qué es evangelizar? A esta pregunta nuclear tratan de dar respuesta todos los interesados en el tema, que no son pocos. El mismo Magisterio de la Iglesia responde reiteradamente a esta cuestión. Seguimos la exposición que hace Miguel Pastorino, acertadamente en    https://es.aleteia.org/2015/11/29/que-es-evangelizar/.
Afirma este autor que la evangelización es un proceso en varias etapas, pero el primer anuncio (kerygma) es lo más específico, lo primero y su fundamento permanente. Y en una mentalidad de cristiandad, es lo más olvidado porque se da por hecho. Recordamos que no se trata solo de evangelizar a los no creyentes, sino a los creyentes no practicantes, incluso a los practicantes no creyentes. Tarea esta tal vez más difícil porque  se siembra en un campo que parece saberlo todo, y venir de vuelta, con mucha cizaña creciendo.
¿Qué es este primer anuncio o kerygma? No es catequesis, no es un discurso doctrinal, tampoco es un signo atractivo, ni una procesión, ni solo el testimonio, ni proselitismo, ni tampoco una estrategia pedagógica previa a la catequesis, ni una conversación sobre un tema espiritual, ni decir una fórmula mágica: “Dios te ama”.
 
         Para anunciar el Kerigma hace falta mucha fe, porque no se trata de transmitir teorías, formulas, frases bonitas, sino vida.
         Todas las iniciativas pueden ser el ámbito para el anuncio, pero no son en sí mismas primer anuncio, sino que allí o en algún momento posterior a ese encuentro ha de realizarse el primer anuncio misionero que busca la conversión del corazón a Jesucristo. Y obviamente es un anuncio explícito de Jesucristo, de su amor infinito y la salvación que nos ofrece. Es algo que sin la experiencia de fe del evangelizador es imposible de hacer. No se trata de trasmitir unas dogmas, unas lecciones de catequesis, sino una convicción, una vida, un entusiasmo, una alegría de tener a Dios dentro.
Como dice Pastorino, anunciar el kerygma sin fe, es como hablar en lenguaje de enamorado, pero sin estar enamorado. Quedaría como una cursilería o una palabra vacía, una simple formula sin efecto. Solo una palabra llena de la gracia, cargada de la experiencia del amor de Dios, puede ser un verdadero kerygma, de lo contrario siempre serán cosas muy bonitas pero no será evangelización real.
No podemos dar lo que no tenemos. Por eso, a la hora de emprender una acción evangelizadora, debemos preguntarnos si estoy en condiciones de llevarla a cabo. Muchas veces es contraproducente “lanzarse al ruedo” del apostolado sin tener nada que ofrecer porque no lo llevas en el corazón. Es un problema de autenticidad.  Nadie puede testimoniar una fe, una pasión por Jesucristo que no tiene. Por eso, la solución para aprender a realizar el primer anuncio en nuestras comunidades no será un nuevo libro sobre evangelización, sino una auténtica renovación espiritual, mental y estructural de nuestra vida eclesial. Solo una vida transformada por la presencia de Jesucristo, se vuelve una proclamación constante del Evangelio. Esto no se da por decreto, sino por conversión.
¿Cómo llevar a cabo esta misión?
Combinando siempre contenido con modo de trasmitirlo. Muchas veces convertimos nuestros diálogos doctrinales en puras discusiones, y se termina por no convencer a nadie porque cada cual se va con la teoría que trajo. Hay que evangelizar con amabilidad. Recomiendo la lectura de Las 10 claves de Catholic Voices para defender la fe sin levantar la voz. Este libro, editado por Palabra, es muy recomendable parta todo el que quiera de verdad evangelizar. En él se aprende de un modo practico el método imprescindible para dialogar, no discutir, sobre las verdades de fe y moral con quienes no piensan como nosotros.
 
El objetivo del kerygma es la conversión, que no es un mero cambio de actitudes, sino una transformación del corazón, de toda la existencia centrada en Cristo. El kerygma no busca ganar la simpatía, sino abrir el corazón de los demás al amor de Dios que los salva.
No olvidemos que el punto de partida para el anuncio es una experiencia de vida donde el predicador, el catequista, el apóstol descubre la acción de Dios que da una nueva luz, un nuevo sentido y ayuda a descubrirle presente, donde antes solo se veía una experiencia sin sentido. El núcleo central es el misterio de Cristo.
 
El Papa Francisco, gran eveangelizadior,  explica al respecto en Evangelii Gaudium (165): “La centralidad del kerygma demanda ciertas características del anuncio que hoy son necesarias en todas partes: que exprese el amor salvífico de Dios previo a la obligación moral y religiosa, que no imponga la verdad y que apele a la libertad, que posea unas notas de alegría, estímulo, vitalidad, y una integralidad armoniosa que no reduzca la predicación a unas pocas doctrinas a veces más filosóficas que evangélicas. Esto exige al evangelizador ciertas actitudes que ayudan a acoger mejor el anuncio: cercanía, apertura al diálogo, paciencia, acogida cordial que no condena”.
No olvidemos que la fe es un don que hay que pedir y aceptar. No hay que darla por supuesta. Por eso antes de evnagelizar hay que rezar, hay que pedir mucha ayuda a Dios, hay que pasar horas en el Sagrario, y participar con fe y devoción en la Santa Misa. Si no cargamos el “deposito” de combustible que podemos pretender que el “motor” funcione.