Viernes, 22 de noviembre de 2024

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Arcángeles

por Juan del Carmelo

Los arcángeles más conocidos por nosotros, son tres: San Miguel, San Gabriel, y San Rafael. El Catecismo de la Iglesia católica, en su parágrafo 330, define en general a los ángeles y por supuesto a los arcángeles diciendo que son: “En tanto que criaturas puramente espirituales, tienen inteligencia y voluntad: son criaturas personales (cf. Pío XII: DS 3891) e inmortales (cf. Lc 20,36). Superan en perfección a todas las criaturas visibles. El resplandor de su gloria da testimonio de ello (cf. Dn 10,912).”

 

Los parágrafos siguientes del Catecismo, nos hablan un poco más extensamente, de las ángeles y de estos parágrafos sacamos las siguientes notas indicativas acerca de ellos. Desde la creación del mundo los ángeles son llamados "hijos de Dios" y a lo largo de toda la historia de la salvación, los encontramos, anunciando de lejos o de cerca, esa salvación y sirviendo al designio divino de su realización. Todo el misterio de la redención del género humano y la vida del  Señor en la tierra, está rodeada de la adoración y del servicio de los ángeles. Y la vida de la Iglesia se ha beneficiado siempre de la ayuda misteriosa y poderosa de los ángeles. La Iglesia también en su liturgia, se une a los ángeles para adorar al Dios tres veces santo "Sanctus" y celebra más particularmente la memoria de los tres arcángeles el 29 de septiembre de cada año así como la fiesta de los ángeles custodios. Desde la infancia a la muerte, la vida humana está rodeada de la custodia y de la intercesión del ángel que cada uno de nosotros tiene a su lado. Un ángel que actúa como protector y pastor para conducirnos a cada uno de nosotros a la vida eterna. Desde esta tierra, la vida cristiana participa, por la fe, en la sociedad bienaventurada de los ángeles y de los hombres, unidos en Dios.

 

En referencia a los arcángeles, la Iglesia católica reconoce sólo a los tres arcángeles cuyos nombres son de todos conocidos y que se encuentran en las Sagradas escrituras, Cada uno tiene atributos distintos, según su papel en los relatos bíblicos, tanto del Antiguo, como del Nuevo Testamento. En el protestantismo solo son aceptados únicamente los dos primeros, ya que a San Rafael como solo se le nombra en uno de los libros deuterocanónicos, no lo consideran. Para gran parte de los protestantes, un arcángel es un ángel principal de un grupo de ángeles; opera como mediador entre Dios y los seres humanos, a menudo como intérprete del mensaje de Dios.

 

El sistema de siete arcángeles es una vieja tradición de las religiones abrahámicas. La referencia más cercana a este sistema aparece en Enoch I en donde se citan a los siete arcángeles como: Miguel, Gabriel, Rafael, Uriel, Raguel, Zerachiel y Remiel. Siglos después Pseudo-Dionisio o falso Dionisio, da la denominación de siete arcángeles a Miguel, Gabriel, Rafael, Uriel, Chamuel, Jophiel, y Zadkiel. El papa Gregorio I enumera como siete arcángeles a Miguel, Gabriel, Rafael, Uriel, Selaphiel, Jegudiel, y Barachiel. Este falso Dionisio, es un anónimo teólogo bizantino de final del s. V y principios del VI, que firmaba sus escritos utilizando el nombre de San Dionisio Areopagita, discípulo griego de San Pablo, lo cual producido confusión acerca de la titularidad auténtica de algunas obras.

 

En todo caso hemos de considerar la escala jerárquica de ángeles que nos dejó escrita San Dionisio de Areopagita y que la tradición de la Iglesia ha venido dándole carta de naturaleza. Los arcángeles, ocupan el puesto inmediatamente superior al de los ángeles. Es de suponer que su grado de gloria es mayor que el de los ángeles, y como ángeles que en definitiva son, constantemente están contemplando el rostro de Dios y participando de su gloria, que es a lo que aspiramos los que tenemos fe y adecuamos nuestra vida a la fe que profesamos.

 

Los tres arcángeles reconocidos en las Sagradas escrituras, son en primer lugar San Miguel, que es el jefe de los "ejércitos de Yahvéh", para luchar contra Lucifer. Su nombre es mencionado ocho veces en los libros de las Crónicas, una vez en Esdras, tres en Daniel, una en Judas, y una en el Apocalipsis, siendo esta última quizás la referencia más conocida que dice: “Entonces se entabló una batalla en el cielo. Miguel y sus ángeles combatieron al dragón. También el dragón y sus ángeles combatieron, pero no prevalecieron y no hubo ya en el cielo lugar para ellos”. (Ap 12,7-9). A San Miguel se le representa siempre vestido de guerrero con una armadura.

 

En segundo lugar tenemos a San Gabriel, al que se le menciona cuatro veces, dos de ellas en Daniel y las otras dos en el Evangelio de San Lucas. San Gabriel, es el mensajero celestial, por anunciar a la Virgen María el nacimiento de Cristo, aunque no fue esta la única misión de mensajero que realizó, pues otra bien conocida, fue la que realizó acerca de Zacarías en padre de San Juan Bautista cuando se le apareció en el templo y le dijo: “No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Juan; será para ti gozo y alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento, porque será grande ante el Señor; no beberá vino ni licor; estará lleno de Espíritu Santo ya desde el seno de su madre, y a muchos de los hijos de Israel, les convertirá al Señor su Dios, e irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los  hijos, y a los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto”. (Lc 1,1317).

 

Pero la misión más importante que nunca haya podido tener un arcángel, la realizó San Gabriel y fue la referida al anuncio de la Encarnación del Hijo de Dios. En el Evangelio de San Lucas se puede leer: "En el mes sexto fue enviado el ángel Gabriel de parte de Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de nombre José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y presentándose a ella, le dijo: salve, llena de gracia, el Señor es contigo. Ella se turbó al oír estas palabras, y discurría, qué podría significar aquella salutación. El ángel le dijo: No Temas María porque has hallado gracia delante de Dios, y concebirás en seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y llamado Hijo del Altísimo, y le dará el Señor Dios el trono de David, su padre, y reinará en la casa de Jacob por los siglos, y su reino no tendrá fin. Dijo María al ángel: ¿Cómo podrá ser esto, pues yo no conozco varón? El ángel le contestó y dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra, y por esto el hijo engendrado será santo, será llamado Hijo de Dios. E Isabel tu parienta, también ha concebido un hijo en su vejez, y éste es ya el mes sexto de la que era estéril, porque nada hay imposible para Dios. Dijo María: He aquí a la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra. Y se fue de ella el ángel”. (Lc 1,26-38).

 

Y después en tercer lugar tenemos a San Rafael, protector de los viajeros, de la salud y del noviazgo, por las misiones desempeñadas. A San Rafael se le mencionan catorce veces en las Sagradas escrituras, y las catorce lo son en libro de Tobías. La historia es bien conocida. “…y fue enviado Rafael a curar a los dos: a Tobit, para que se le quitaran las manchas blancas de los ojos y pudiera con sus mismos ojos ver la luz de Dios; y a Sarra la de Ragüel, para entregarla por mujer a Tobías, hijo de Tobit, y librarla de Asmodeo, el demonio malvado; porque Tobías tenía más derechos sobre ella que todos cuantos la pretendían”. (Tb 3,17). La misión que el Señor le encomendó a san Rafael, era triple. Si el lector lo desea puede leerla en la Biblia, el Libro de Tobías, es un largo relato cuyos comentarios sobrepasan el espacio de esta glosa.

 

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

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