Viernes, 22 de noviembre de 2024

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Goicoechea, el músico

por Semblanzas sacerdotales



José María Goicoechea Aizcorbe, más conocido como el padre Goicoechea, falleció ayer en la residencia que los redentoristas, orden a la que pertenecía, tienen en Santander. Sumaba 93 años. Nacido en Bera el 2 de marzo de 1924, está considerado una de las figuras clave de la música navarra de la segunda mitad del siglo XX y su labor en el ámbito coral fue especialmente destacada, no en vano creó los Niños Cantores de Navarra, con cuyos componentes fundó, tiempo después, la Coral Liguori. El entierro está previsto para este sábado, a las 11.15 horas, en la capital cántabra.

No por esperada, la noticia dejó de ser triste. El sacerdote llevaba bastante tiempo delicado de salud, pero su nombre seguía muy presente entre las entidades musicales de la Comunidad Foral. No en vano, la Orquesta Sinfónica de Navarra y la Agrupación Coral de Cámara de Pamplona (ACCP) le brindarán un merecido homenaje los días 9 y 10 de noviembre en Baluarte con sendos conciertos con obras suyas. Antes, en 2009, la ACCP le otorgó el Premio Luis Morondo, y en 2011, la Federación de Coros de Navarra le concedió su Medalla de Oro, la Coral de Cámara de Navarra le convirtió en su primer Socio de Honor y la Fundación Ars Incognita impulsó un ciclo de conciertos y charlas acerca de su trayectoria. Esta fundación, impulsada por Javier Ecay, también organizó una conferencia sobre su trayectoria en el Conservatorio Superior de Madrid y está inmersa en la grabación de un disco con las obras de este compositor y de un documental que reflejará su trabajo en la música coral e instrumental, que ha sido muy intenso hasta el último momento. Precisamente, en 2011, con 87 años, finalizó su Segundo Concierto para Piano y Orquesta y comenzó a componer su Tercer Concierto para Piano y Orquesta. Y en septiembre de ese año, el catedrático Raúl del Toro llevó a cabo el estreno absoluto de la obra III Sonata Ambiental para órgano.

 

 La pasión por la música sinfónica de José María Goicoechea está fuera de toda duda, a pesar de haber sido un músico escasamente reconocido y más bien olvidado por las instituciones públicas de Navarra. Nacido en Bera, tras realizar el Bachillerato en Lekaroz, en 1942 ingresó en la congregación de los Misioneros Redentoristas, siendo ordenado sacerdote en 1949 en Astorga. Posteriormente, fue destinado a Roma para ampliar sus estudios de Filosofía y especializarse en Música. Allí cursó los estudios en el Pontificio Instituto de Música Sacra de Roma, donde se licenció en Canto Gregoriano y donde conoció a Aita Donostia, a quien recomendó que estudiara en París porque en la capital italiana la formación era, en su opinión, demasiado clásica. De regreso a Astorga, fue profesor de Música y de Historia durante tres años; en 1953 volvió a Roma a completar su formación y de 1954 a 1960 impartió clases en Valladolid. En 1960 se instaló en su destino definitivo, Pamplona, a donde llegó con varias obras ya en su haber y con la intención de seguir profundizando en la composición. En 1964 empezó a ampliar sus estudios de contrapunto y fuga bajo el magisterio de Fernando Remacha, quien inmediatamente reconoció su sólida formación musical y de armonía y que en 1965 hizo posible la propuesta de Cristóbal Halffter para que Goicoechea saliera al extranjero con una beca de la Institución Príncipe de Viana y pudiese ampliar sus estudios de composición en Darsmtadt con Karl Heinz Stockhausen en la Internationalen Ferienkurse für Neue Musik Darmstadt. Allí estudió las combinaciones de ordenamiento sonoro y de ruidos para producir algo que sea música, ruido incluido. Es decir, música concreta y electroacústica.

En paralelo, ese mismo año había logrado que le instalaran un órgano en la iglesia de San Ignacio de Pamplona; más tarde finalizó su formación de este instrumento con Luis Taberna en el Conservatorio Pablo Sarasate de Pamplona y obtuvo el título de Profesor Superior de Órgano bajo el magisterio de Esteban Elizondo en el Conservatorio Superior de Donostia.

 

 En 1962, el compositor fundó la Escolanía San Ignacio, con sede en el colegio que creó su congregación. Este periodo de 12 años finalizó en 1975 con la salida del coro del convento de Los Redentoristas. Ese año, la Escolanía pasó a llamarse Niños Cantores de Navarra, con la que grabó discos y obtuvo numerosos reconocimientos dentro y fuera del territorio foral, y que en 1989 dejó en favor de su nueva formación, la Coral Liguori, formada por antiguos componentes de esa escolanía, y que en los últimos años ha dirigido Jesús María Olite. Durante todo este tiempo, además, José María Goicoechea compuso innumerables obras vocales, para órgano, para piano y orquesta, contemporáneas... Y publicó abundantes libros y textos teóricos. Un ingente legado.

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