Los équidos de Cubero
Artículo publicado hoy en el Diario Ideal, edición de Jaén, página 31
La ciudad de Jaén se muere lentamente. Da pena pasear por el centro comercial donde prolifera una gama de carteles en los escaparates con el mensaje doble: Se vende o alquila. La última gran firma ha sido el cierre de Almacenes Cubero, donde lo mismo se compraba unas albarcas el campesino, unos zapatos el artesano, o unos correajes para las bestias de carga el propietario de alguna yunta de mulos. Con razón en la fachada siempre ha habido las cabezas de un par de équidos. Han estado de observadores de la calle Virgen de la Capilla.
Solamente, vive algo de modo regular, el sector de la hostelería, la banca y las oficinas públicas, el resto camina hacia la clausura total. El centro de la ciudad está plagado de personas de la tercera edad, o de grupos de estudiantes transeúntes alquilados en los pisos viejos y ajados a precios de saldo. Faltan niños corriendo por las aceras, no vemos parejas jóvenes con carritos de bebés, falta señales de vida en una localidad que se derrumba.
Mañana, lunes, la Iglesia en España celebra la Jornada por la Vida, con motivo de ser la fiesta de la Encarnación de la Virgen Santísima, o la Anunciación del Señor. Con este motivo los obispos que componen la Subcomisión de la Familia y la Vida han firmado un documento en cuyo texto podemos entresacar el siguiente párrafo:
“La esperanza siempre está puesta en un ser humano que nace, en una vida que se desarrolla. La luz que recibe el pueblo es que «un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado» (Is 9, 5). En una vida que acogemos y que vemos crecer es donde el hombre puede esperar algo nuevo, capaz de cambiar este mundo, porque nace de un amor primero y generoso de Dios y está llamada a desarrollarse amando.”
Solamente, con un cambio de mentalidad podemos detener el final de nuestra civilización. Debemos volver a la llamada a crear familias jóvenes en el mundo rural, en esos pueblos abandonados, en esas ciudades medianas que pierden matrícula en la enseñanza infantil, a causa de la nula natalidad, en esas nuevas parejas que se juntan pero solamente para mirarse al espejo, prefiriendo mantener a cuerpo de rey unas mascotas, antes que traer vida de nuevos hijos al mundo. Es mejor no ser équidos quietos como los de Cubero, sino vivos y productivos.
Sin olvidar a esas otras personas que acuden a los abortorios a quitarse un feto, como si visitaran al dentista a extraerse una pieza bucal irrecuperable. La educación por el amor a la vida tampoco pasa por el apoyo a una sombra proyectada desde el telar legislativo español: la eutanasia. Los comicios que se acercan son esenciales en diversos aspectos. Uno es la unidad de España, otro es la economía, otro es la libertad, otro los impuestos, otro la enseñanza…y la vida de los más ancianos, a quienes pretenden engatusarles con un concepto tan falso como hipócrita: el derecho a una muerte dulce. Por donde llegará el relevo generacional no lo sabemos. Sí conocemos que nuestro Jaén fenece, nuestras calles están vacías, nuestras casas han perdido el llanto y la risa de los niños, y mientras la nave se hunde todavía la orquesta musical sigue tocando de modo fúnebre. La Iglesia no desea este triste final a la generación presente, por esto grita: Sí, a la Vida, sí al amor productivo, que siempre cuida la Vida.
Tomás de la Torre Lendínez