Sábado, 23 de noviembre de 2024

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El socialismo como antesala del islam (3)

El socialismo como antesala del islam (3)

por Juan García Inza

 
 
 Guillermo Elizalde Monroset afirma lo siguiente en un interesante y documentado artículo publicado en
 
 
Aunque el socialismo se presenta como doctrina de librepensamiento, progreso y secularización, es decir,
como una aparente antítesis del islam, las afinidades entre ambos son notables. Durante un tiempo,
cuando el musulmán bolchevique Sultán Galiyev trabajaba para extender el socialismo a las poblaciones
islámicas, pareció que el islam iba a ser un instrumento de la expansión mundial del socialismo. Pero el
fenómeno se invirtió tras la caída del Muro de Berlín, y el socialismo puede convertirse ahora en la
antesala de la islamización de Occidente.
 
                Según este experto ambas organizaciones, una política y otra religiosa, tienen mucho en común. Afirma que Proudhon demostró la naturaleza teológica del socialismo, y desde Mahoma hasta Sayid Qutb el islam funciona como una ideología. Según esto parecía que el mahometismo se iba a convertir en una correa transmisora del socialismo. Pero hay un hecho constatable en el que todos están de acuerdo. La caída del muro de Berlín, cuyo 20 aniversario celebramos, supuso una mutación del socialismo para occidente. Y, como bien afirma Guillermo Elizalde, se han cambiado las tornas, y ahora resulta el socialismo ser una correa de transmisión para la implantación del islamismo. Es un modo de controlar y domesticar el cristianismo.
            El Islam y el socialismo, aunque desde principio y objetivos distintos, tienden a entenderse bien. El yihadismo resuena con fuerza en los principios del islam tradicional, y la mentalidad iluminista y revolucionaria del siglo XVIII pervive en la secularista socialdemocracia occidental… En este artículo que comentamos se compara y relacionan  los fines de ambas doctrinas. Rousseau y Mahoma están de acuerdo en la bondad primigenia del hombre: su naturaleza es sana, y está libre de pecado original, pero la sociedad lo corrompe. Sólo la expansión de ciertas estructuras políticas colectivas, ya del socialismo, ya de la comunidad islámica o umma, pueden asegurar la paz y el bienestar de toda la humanidad.
 
            Ambas organizaciones, política una y religiosa otra, coinciden en la formulación de la utopía que propalan. Por un lado el llamado falansterio, comunismo, socialismo bolivariano o Alianza de Civilizaciones; la musulmana se llama Dar al Islam y su ley es la sharia. Cualquier alternativa, especialmente la cristiana, debe combatirse por opiácea e impía. No es difícil imaginar cómo la concepción del hombre, el anhelo
utópico y la manía anticristiana pueden convertirse en tobogán socialdemócrata hacia el mahometismo, afirma Elizalde Monsroset.
 
            Los medios que utilizan ambos son muy similares. Se resumen todos en la revolución ideológica, que va contra todo sistema establecido. El valor de la vida es relativo, por eso se defiende el aborto y la eutanasia, se combate la figura tradicional de la familia, se fomenta el enfrentamiento entre generaciones, se dinamita toda norma de moral sexual. Se propaga el eslogan: “El placer está en tu mano”, y para ello sueltan dinero, del que hace falta para darle de comer a la gente. En nombre de la igualdad se trata de romper fronteras naturales entre hombre y mujer, imponiendo la ideología de género, etc.
            ¿Qué pasa con el Islam? En algunos postulados socialistas discrepa, pero no tiene empacho en utilizar la fuerza para conseguir sus fines. Para ello también el fin justifica los medios. Y estamos todos al tanto de lo que es capaz de hacer el Islam cuando se trata de vengar una derrota o imponer una victoria por la fuerza, la más brutal si es necesaria.
            Constatamos entonces que el socialismo está facilitando la implantación, o reimplantación del Islam en el mundo occidental, como instrumento para luchar contra un enemigo común, la Iglesia Católica.   
 
Concluye Monsroset su artículo con la siguiente afirmación, que consideramos muy reveladora:  Hemos comprobado que las afinidades en los fines, medios y consecuencias del socialismo y el islam son más profundas de lo que muestran los mensajes de Al Qaeda, los seminarios sobre el Che organizados por Ahmadineyad, la conversión al islam de comunistas como Roger Garaudy y Mansur Escudero o la admiración del PSOE por Tarik Ramadán y la Alianza de Civilizaciones. Pero la sintonía de medios y fines no será la causa principal de la convergencia entre el socialismo y el islam. Como ya vio Tomás de Aquino, la utopía o "promesa de deleites" y la revolucionaria "violencia de las armas" no bastaron para extender el islam. Fue necesario un "creer a la ligera", un debilitamiento intelectual que aislara la fe de la razón. De manera semejante, el secularismo que aísla la razón de la fe parece el rasgo distintivo del socialismo. Y tal vez sea este común raciocinio defectuoso lo que más facilite la alianza entre islam y socialismo en el siglo XXI.
 
            No nos extrañe que el papa Benedicto XVI insista tanto en  el esfuerzo que hemos de poner para unir siempre la fe a la razón. De ninguna manera está reñida una con la otra. Más bien lo contrario. Fe y razón han de ir de la mano, para que nuestra fe sea ilustrada, y nuestra razón iluminada. De este modo haremos posible un cristianismo coherente, creíble y apasionante. Porque lo contrario es irracional, y en muchos casos inhumano.
 
 
 
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