Cuando el mundo se vuelve loco
por Juan García Inza
Todavía estamos impresionados por las imágenes, mil veces repetidas, de los muros vergonzosos que son capaces de levantar las ideologías totalitarias. Estamos celebrando la destrucción de un muro que construyó el marxismo en Berlín para que la población que quería libertad no se escapara de sus garras. Todos, como yo, seguro que lo hemos meditado despacio. Y nos parece mentira. ¿Cómo es posible que esto ocurra? Nos preguntamos. ¿Es que está el mundo loco? ¿Es que está endemoniado? Porque muros siguen habiendo en todas partes. Allí donde hay intolerancia y división hay un muro.
Todos sabemos que el fundamentalismo ideológico es capaz de cualquier cosa. Pero no termina uno de creerse que el ser humano sea capaz de hacer tales barbaridades, en una etapa de la historia que se considera culta, moderna. Hay sin duda una fuerza sobrehumana que mueve los hilos de la mente y del corazón, y lleva al hombre incauto por caminos terroríficos.
No creamos que el demonio es un cuento chino, y que hablar de él es propio de fachas, de infantiles trasnochados e incultos. El poder del mal es muy fuerte. El ser humano, con todo su poderío científico, está demostrando ser débil y muy vulnerable a la tentación del odio y la venganza. Vuelven las guerras al estilo moderno, con el marcado sello del más vil terrorismo, en nombre de Dios. El absurdo, hábilmente aprovechado por el demonio, está inficionando las mentes de los que se apellidan progres. Y consecuentes con sus creencias no tienen ningún reparo en dar la vida por un ideal marcado a fuego por el odio.
La guerra entre el bien y el mal comenzó con la existencia del mismo hombre. La historia de la humanidad está plagada de batallas del bien contra el mal. La historia ha levantado muchos muros infranqueables. Pero, ¿a qué llamamos bien, y a qué llamamos mal? Pienso que los cristianos lo tenemos claro. Hay cosas que para unos son buenas y para otros malas. Hay bienes y males relativos, y hay bienes y males absolutos. Todo lo que vaya contra Dios y la dignidad humana es mal absolutamente, venga de donde venga. Y en el mundo que llamamos civilizado está contagiado de muchos males absolutos. ¿Cuántos millones de seres humanos han sido exterminados mediante el crimen del aborto? ¿Cuántos millones de hombres, mujeres y niños, han muerto de hambre? ¿Cuántos de han dejado la vida huyendo de un muro que le privaba de libertad?
Hay que hacer luchar contra el mal, pero no olvidemos que el mal absoluto es el pecado, y pecado hay en todas partes. Hay mucho terrorismo de guante blanco. Hay mucho mal que sigilosamente está minando las conciencias tiernas de niños y jóvenes, y la mente incauta de muchos mayores. Es tiempo de reflexionar y darle otro rumbo a este siglo y milenio, si es que de verdad queremos vivir en paz.
Juan García Inza