Criterios para votar
Artículo publicado hoy en el Diario Ideal, edición de Jaén, página 31
Una de las noticias más leídas en nuestro diario en su versión digital, durante largos días, ha sido la de ese vecino que iba por el campo, le sale un perro de marca pitbull con no sanas intenciones, y el paisano huye hasta el olivo más inmediato trepando a la copa, desde donde llamó por teléfono a la policía que acudió a rescatarlo del can perseguidor. Como en Jaén los olivos existentes son millones el buen hombre no dudó en que ramas ponía su vida. Quienes no tienen claras en que urnas meterán sus votos son los católicos. Hasta hace pocos años, con el bipartidismo en circulación, era relativamente fácil. En los inmediatos comicios generales las opciones son variadas, empeñadas en cazar el voto católico, cotizado siempre por los grupos políticos en la liza electoral, porque saben que los cristianos no votan nunca al tuntún pirulero, sino que les gusta reflexionar y comparar los programas ofrecidos. Además, antes, los obispos españoles escribían una nota orientativa cuando llegaban las convocatorias a elecciones. Pero los aires que soplan ahora no favorecen a los obispos a coger la pluma, mojarla en el tintero y escribir alguna ideica. Han optado por el silencio. Porque si algún obispo en particular se toma el interés de hacerlo personalmente, sale achicharrado como ha ocurrido con quien hoy ocupa la silla de San Cecilio en Granada.
A cambio, a un servidor, no le duelen prendas en recomendar un gran documento firmado por la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal, publicado el 22 de abril de 1986. El título de este trabajo es: Los católicos en la vida pública. Entre los números 117, 118 y 120 del citado escrito encontramos los siguientes criterios: “117.Hay momentos y situaciones en que la obligación de participar en la vida pública, mediante actuaciones y compromisos individuales, se hace particularmente apremiante. Así sucede en el momento de emitir el voto. 118. Mediante el ejercicio del voto encomendamos a unas instituciones determinadas y a personas concretas la gestión los asuntos públicos. De esta decisión colectiva dependen aspectos muy importantes de la vida social, familiar y personal, no solamente en el orden económico y material, sino también en el moral. De ahí la gran responsabilidad con la que es preciso ejercer el derecho del voto. El motivo determinante al emitir el voto consiste en elegir aquellos partidos y aquellas personas que ofrezcan más garantías de favorecer realmente el bien común considerado en toda su integridad. 120. Al pensar en el bien común hay que considerar las necesidades de la mayoría de la población, especialmente de los más necesitados, antes que los mismos derechos particulares de los grupos más privilegiados. El bien común no puede reducirse a los aspectos materiales de la vida, con ser éstos de primera importancia. La concepción cristiana del bien común incluye también otros aspectos culturales y morales, como son, por ejemplo, la protección efectiva de los bienes fundamentales de la persona, el derecho a la vida desde la misma concepción, la protección del matrimonio y de la familia, la igualdad de oportunidades en la educación y en el trabajo, la libertad de enseñanza y de expresión, la libertad religiosa, la seguridad ciudadana, la contribución a la paz internacional.” Todo está en: https://www.conferenciaepiscopal.es/documentos/Conferencia/catolicos.htm. Este es el olivo donde podemos arribar para no ser mordidos por los canes chillones de otras ofertas electorales lejanas del sentido cristiano de la doctrina eclesial de nuestros días.
Tomás de la Torre Lendínez