Hijo de pintor de cámara
Ecclesia Digital
Francisco Méndez Casariego nace en Madrid el día 21 de junio de 1850 en el seno de una familia cristiana. Su padre era Pintor de cámara y académico de Bellas Artes de san Fernando. De niño destaca por su fina sensibilidad y su apertura a los demás, por sus cualidades prácticas, habilidad manual y gusto por la mecánica; pero lo más sorprendente era su profunda vivencia religiosa y su emotividad con los más pobres…
Después de ser ordenado sacerdote, fue nombrado coadjutor, y luego párroco de la iglesia de la Encarnación, entonces parroquia de la corte. Pero no se queda en el mundo de la nobleza y el poder, sino que llega al bajo mundo de los pobres y humillados, en los suburbios y callejas de Madrid. Más adelante será nombrado canónigo. Compaginará sus obligaciones en el primer templo diocesano con su ministerio pastoral entre los más abatidos y necesitados.
Acudían a él con mucha frecuencia toda clase de gentes. Él se daba a los últimos tanto en su ámbito pastoral como en sus salidas constantes por la periferia de su parroquia, a la calle, a los hospitales y cárceles. Su ministerio y vida sacerdotal estaban marcados por una constante pasión: Pasión por Dios y pasión por los últimos, los más pequeños y pobres.
Dios le mostró su rostro en las jóvenes humilladas y en los “golfillos” que pululaban por las calles de Madrid. Acudía a los hospitales, a las cárceles, se paraba a hablar con ellos y ellas en la misma calle e incluso los atendía en el confesionario: La condición indigna en la que eran tratadas aquellas jóvenes y aquellos chicos le quemaba las entrañas con el mismo fuego que Cristo había venido a traer a la tierra. Busca a su prójimo por las calles y caminos, plazas y estaciones, cárceles y hospitales, para mostrarle el rostro del padre que tiene entrañas de amor u misericordia.
Sale de noche con lluvia o nieve a buscar a sus “golfillos” que se cobijaban bajo un banco, envueltos en periódicos, los arropa bajo su manteo, hasta llevarlos a una casa que sea para ellos su casa familiar.
Encuentra su felicidad cuando el que se ha marchado vuelve a casa y él le insiste: “Es tu casa, esto es tuyo, y yo estoy contento porque has vuelto…”Sale en busca del que se ha perdido o escapado del rebaño. Tiene tanta paciencia que hasta dieciséis veces vuelve a salir en busca de uno de ellos. Su pasión era buscar y acoger a los que la sociedad marginaba.
Fray José Borja.