Narcisos
Artículo publicado hoy en el Diario Ideal, edición de Jaén, página 29
Según la mitología griega Narciso era un joven demandado en amores por varias jóvenes. A todas rechazaba. La ninfa Eco le requirió amorosamente en un bosque, Narciso la despreció. Ante tal desplante, la joven se metió en una cueva, quedando solamente su voz. Narciso fue castigado por la diosa Némesis, a vivir enamorado de sí mismo para siempre, mirándose en la tranquilidad de las fuentes. Enfermo de su egoísmo narcisista, Narciso se tiró al agua, de donde brotó la bella flor llamada narciso.
En el evangelio de Jesús de Nazaret encontramos, en San Juan 12,25, la siguiente sentencia: “El que ama su vida la pierde; y el que aborrece su vida en este mundo, la conservará para vida eterna.”
Por esto el Señor cuando llamaba a sus seguidores les pedía que abandonaran a los padres, a las madres, a los hermanos y el resto de familiares, porque solamente ligeros de equipaje es como se puede seguir la voz del Maestro, y aprender su doctrina para, con la libertad de los hijos de Dios, amar a todos y entregar la vida por la misión evangelizadora hasta el último confín de la tierra. De este modo han vivido y lo hacen una multitud de personas católicas.
Quien vive al margen de la fe en Dios, solamente se quiere a sí mismo. Es un fiel reflejo de la historia mitológica de Narciso. El teatro de la actualidad está repleto de aspirantes a ser imitadores de Narciso. He conocido a gentes que nunca han tenido características narcisistas, pero ha sido darles un carguete por la puerta de la cocina y se han sentido señores del palacio, siguiendo las consignas áulicas de los consejeros de pacotilla alquilados en el ancho río del despecho y la ineptitud.
El moderno Narciso tiene una frase muy popular en su boca: “Hoy comienza una nueva etapa histórica de la que soy el iniciador…” Todos los anteriores han sido unos meros tontos, atados a una cuerda, que les ha impedido escribir con letras gordas el paso por el cargo, sea el que sea.
Lástima dan los narcisos actuales, porque no tienen ideas propias, llevan las cabezas hueras, solamente son loros repetitivos de los éxitos de sus predecesores a quienes ni citan, para no tener competidores en la mirada solitaria que se hacen en la superficie serena del estanque del jardín de las delicias, donde pasean por consejo de sus petimetres y cortesanos.
Los actuales narcisos son tan lelos que se creen sus propias mentiras al pie de la letra, tal como los jefes de protocolo le han dictado en un papelillo al que se agarran como los jóvenes novilleros se tapan tras la tela de franela de la muleta ante el torete caído en suerte.
Los católicos valientes y libres, sin ayudas de cámara ni mayordomos, saben que si aman sus vidas las pierden, y si la aborrecen la ganan para la vida eterna. En el listado de santos metidos en el calendario cristiano está lo mismo el rey, el mendigo, el noble, el artesano, el niño, el casado, el soltero, el viudo…y toda persona que huyendo de fórmulas narcisistas ha vivido entregando sus vidas por los demás y la extensión del Reino de Dios.
Por el contrario, las salas de espera de los doctores de la mente están llenas de narcisos maduros, aspirantes a narcisos, aprendices de narcisos, incurables narcisos…condenados todos a morir en el suicidio estampándose contra el espejo sereno de las aguas estancadas.
Tomás de la Torre Lendínez