Lunes, 23 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

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Conocer o actuar

por Juan del Carmelo

Qué  es más importante: Conocer o actuar.

 

Es esta, una vieja cuestión o un viejo dilema, que llevó de cabeza a los antiguos maestros rabínicos, entre los cuales podemos mencionar los dos grandes contemporáneos de Nuestro Señor: Hillel que vivió alrededor del año 70 a C y Gamaliel, que tuvo por discípulo a San Pablo y de el nos habla el libro de “Los hechos de los apóstoles” (Hch 22,3). Gamaniel, era consejero del Sanedrín y cuando este, se proponía sentenciar a muerte a San Pedro y a los apóstoles, Gamaliel se levantó y disuadió al Sanedrín para que los ajusticiasen (Hch 5,34-41). Según las tradiciones eclesiásticas  Gamaliel abrazó la fe cristiana, y permaneció siendo miembro del Sanedrín con el propósito de ayudar secretamente a sus compañeros cristianos. De acuerdo a Focio, Gamaliel, fue bautizado por San Pedro y San Juan, junto con su hijo y con Nicodemo.  Su cuerpo, milagrosamente descubierto en el siglo V, se dice que está conservado en Pisa, Italia.

 

Pero volviendo al tema, los rabinos discrepaban acerca de que era más importante, conocer la ley o cumplimentarla. Unos opinaban que lo importante era el conocimiento de la ley, conocerla a la perfección y con todo detalle, incluso casuísticamente, y aducían que no se podía cumplimentar la ley si no era previamente conocida; otros, los menos sostenían que el conocimiento ya le era propio a un buen israelita, pues desde pequeño todos iban a la escuela y por ello lo importante era el cumplimiento de la ley, en todos sus términos incluso también con un cumplimiento casuístico, tal como le era propio a un buen fariseo.

 

Escribe Fray Vicente Borragán, O.P. que: “Lo que los escribas quisieron gravar en el alma del pueblo de Dios, fue que: el conocimiento de la ley era el bien más alto de toda la vida y la adquisición de ese conocimiento merecía los mayores esfuerzos. Los escribas insistieron en que el estudio de la palabra-ley, no conocía límites y que había que estudiarla de día y de noche. Estudiarla era más importante que hacer obras de caridad, más inclusive que la oración y que el cumplimiento de los mandamientos”.

 

Lo que a ningún rabino por muy sabio que fuese se le ocurrió pensar era que, tanto el conocimiento como el deseo de cumplimentar lo que se conoce, es decir el actuar o la actuación del hombre que se conduce conforme a lo que conoce como bien, se genera en el amor. El amor para ellos era una categoría de segundo orden, lo importante era que el cumplimiento de la ley se realizase fuese como fuese, de buena o de mala gana, lo importante era cumplir la ley.

 

Nuestro Señor, choco de plano con los maestros rabínicos de Israel, pues puso de manifiesto la doctrina del amor. El amor a Dios, como eje de la actuación humana. A Dios no le interesa un exacto cumplimiento de sus mandamientos, si este nos está adobado con el amor hacia Él. A partir de la doctrina de Nuestro Señor, tomo la intencionalidad, toda la importancia que le corresponde, en nuestra conducta y actuaciones.

 

Tanto el conocimiento de la ley o de las leyes divinas, como su cumplimiento por nuestra parte, tienen que ser una consecuencia lógica, una consecuencia que se nos genere en nosotros, en razón del amor a Dios.

 

En el plano puramente humano, cuando nos enamoramos de otra persona o deseamos poseer algo, enseguida ponemos en funcionamiento nuestra capacidad de adquirir la mayor cantidad de datos y circunstancias acerca del objeto de nuestro amor o deseo de poseerlo. Si se trata de unos novios, ambos desean conocer todo lo referente al otro, su infancia, su vida anterior, sus amistades, sus estudios, sus familiares. Si se trata de un producto a comprar, antes queremos informarnos sobre sus características técnicas o de otro orden, su precio, su capacidad, su garantía…etc. Y esto es así porque el amor o el deseo de posesión, siempre generan deseos de conocimiento.

 

Igualmente pasa con el cumplimiento de la ley de Dios, con nuestra actitud de querer cumplirla. El amor siempre con lleva una dosis de sacrificio gozoso en cumplimentar lo que nos pide la persona amada. Por nuestra parte, es una forma de querer demostrar al ser amado, que nuestro amor es firme y sincero. En el plano humano, el que, o la que ama, está siempre pendiente del bienestar y de la salud de su amada o de su amado, desea siempre cumplimentar los deseos del otro o de la otra. Solo cuando falla el amor en el matrimonio, porque no se ha tenido en cuenta que el matrimonio no es cosa de dos sino de tres, ya que Cristo debe de estar siempre presente entre los cónyuges, es entonces cuando viene la debacle y la convivencia falla pudiéndose convertir el matrimonio en un infierno. Y todo esto es así, porque es el amor el que genera el deseo de cumplimentar bien sean las normas divinas, bien sea las obligaciones humanas a las que nos hallamos comprometidos.     

 

 Solo cuando cimentemos nuestro deseo de aumentar nuestro conocimiento de Dios, y nuestro deseo de cumplimentar sus mandamientos en el amor a Él podremos avanzar decididamente por el camino que nos lleve al encuentro con su Luz.

 

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

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