La inspiración de Santa Teresa de Calcuta

Las Misioneras de la Caridad, comunidad fundada por la Madre Teresa de Calcuta, celebran el 10 de septiembre el Día de la Inspiración.

Se trata del día en que la nueva santa sintió el llamado de fundar una orden religiosa que se dedicara a servir a los más pobres entre los pobres.

Esta mujer, que fue canonizada por el Papa Francisco el pasado domingo, ha inspirado a miles de jóvenes en el mundo para dedicar su vida a aquellas personas que la sociedad considera como desechables y que experimentan el tremendo sufrimiento de no tener una casa, una familia, de pasar hambre, de vivir en una tremenda soledad, buscando compensaciones en el vicio, divagando por las calles en una vida sin sentido.

El libro “Ven y sé mi luz” (2007) del padre Celeste Van Exem presenta una recopilación de las cartas que esta mujer escribía a su director espiritual y describe muy bien el día de la inspiración. También lo narra la reciente película “Las cartas” del director estadounidense William Riead.

Santa Teresa de Calcuta tenía 36 años y había pasado la mitad de su vida en la comunidad de las Hermanas de Loreto, donde se dedicaba a la educación. Pero en un momento descubrió que Dios le pedía una segunda renuncia: “Fue una llamada dentro de Ia vocación. Era una segunda llamada. Era una vocación para abandonar incluso Loreto, donde estaba muy feliz, para ir a las calles a servir a los más pobres de los pobres”. Ella descubrió que si no lo hacía miles de personas alrededor del mundo se privarían de recibir el amor y la atención que hoy brindan las hermanas de la comunidad fundada por ella: las Misioneras de la Caridad.

La convicción de esta valiente mujer de llevar a cabo este pedido de Dios ha transformado la vida de muchas personas que quizás de otra manera hubieran permanecido indiferentes ante tanto dolor y abandono.

“Conviviendo con la gente, atendiendo a los enfermos en sus hogares, ayudando a los moribundos a estar en paz con Dios, teniendo pequeñas escuelas gratuitas en los barrios más miserables para los niños pequeños, visitando a los pobres en los hospitales y ayudando a los mendigos a vivir una vida respetable”. Así describía la Santa de Calcuta la vida de la comunidad fundada por ella.

Hoy el “día de la inspiración” ha dado un gran fruto: son 5200 hermanas de 130 nacionalidades diferentes que sirven en 758 casas en 139 países. He conocido a varias de ellas y me edifica ver el amor con el que sirven y la vida de estricta sencillez y desprendimiento. Son como “teresitas” que nos enseñan a ver a Dios en el más pobre, que adoptan como hijos suyos a aquellas personas víctimas de la llamada “cultura del descarte”. Conmueve ver a tantas personas de la calle agradecidas porque la entrega de estas mujeres les ha cambiado la vida.

Por ello la Plaza de San Pedro estaba el pasado domingo abarrotada de fieles que llegaron de todo el mundo para unirse a esta fiesta en la que la Iglesia, después de haber estudiado su vida y obras, confirma lo que para muchos era una verdad sabida: que la Madre Teresa es un modelo a seguir en la tierra y una intercesora ante Dios en el cielo.