Lunes, 23 de diciembre de 2024

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Padre Solé CMF

por Semblanzas sacerdotales

Por José María Montiu de Nuix, pbro
 
José María Solé Romá nació el 5 de agosto de 1913 en Miralcamp, Lleida, diócesis de Solsona. Nueve años antes (1904) se había celebrado el Jubileo de la Definición Dogmática de la Inmaculada (1854). Miralcamp está situado cerca de Mollerusa, no lejos de Maldá, lugar éste donde tuvo un gran éxtasis sobre la Inmaculada la venerable Filomena Ferrer (1854). Al otro lado de los Pirineos la Virgen de Lourdes decía a Bernardeta: "Yo soy la Inmaculada Concepción".
 
A los tres días de nacer, el día de santo Domingo de Guzmán, Solé recibía el sacramento del Bautismo. Y decir santo Domingo es decir amor intenso al Rosario de María. El Espíritu Santo prende en el corazón del recién nacido la llama de la fe y de la caridad. Y el purísimo Corazón de nuestra dulce Madre del cielo se alegra ante aquel hijito que tanto la había de amar.
En 1917, cuando Solé tiene tres y cuatro años, ocurre el hecho sensacional de las apariciones de Nuestra Señora en Fátima, y su importantísimo mensaje cordimariano. Muy pronto el niño Solé queda huérfano de madre. Entonces acude a la Madre de Dios y la toma por madre. El pequeño se siente todo hijo de María, y esta semilla florecerá y fructificará en su madurez en un gran amor a la Inmaculada. Recordamos al P. Solé repetir: "aquí tienes a tu hijo... aquí tienes a tu Jesús". Pues hemos de amar a María como la amaba Jesús. El P. Solé dijo a la señora Antonia Fontanillas Rovira que "sentía habitualmente la presencia de la Virgen María".
 
VOCACIÓN PRECIOSÍSIMA
En José María prende muy pronto el ideal del sacerdocio. Tiene sólo cinco años cuando oye decir a una señora que se acerca el fin del mundo. La madre recoge las lágrimas del pequeñín que llora desconsoladamente. Llora porque, si esto ocurre, ¡no podrá ser sacerdote!
 
A los 9 años ingresa ilusionado en el glorioso Seminario de Cervera de la Segarra, Lleida, localidad que el jesuita P. Ferrusola titula la ciudad de la Inmaculada. Estaba ubicado en el edificio de la gran Universidad en la que todo era de la Inmaculada. Es el centro de formación que tienen los hijos del nuevo santo Domingo de Guzmán e insigne apóstol del Corazón Inmaculado de María, san Antonio María Claret (18071870). En este Seminario, cuna de santos, de mártires, de un cardenal, de obispos, de sabios y de prohombres de la Iglesia, halla fervor inmenso al Corazón Inmaculado de María Santísima, eco del fervor fundacional y de los acontecimientos providenciales de esta Era Mariana.
 
Recién cumplidos 16 años hace su primera profesión religiosa. En 1934, el P. Girón pasa a ser su superior, quien profetiza que se producirán martirios. Y en este mismo año, en Cervera, el día del aniversario del fallecimiento de santo Domingo, a la edad de veintiún años y un día, Solé hace su profesión perpetua. En 1935 lo encontramos en Barbastro, donde es ordenado el 19 de abril de 1936. Ya es sacerdote claretiano. ¡Religioso! ¡Misionero! ¡Hijo del Corazón de María! ¡Sacerdote! ¡Ordenado sacerdote para sacrificar la Sagrada Hostia de alabanza! El nuevo sacerdote contaba sólo 22 años y tenía ya una gran madurez. Sabía que ordenarse en tales momentos se exponía a ser sacrificado. ¡Hermoso ideal dar la vida por Cristo Rey!
 
Es significativo que en esa época gloriosa de los claretianos, el jovencísimo Solé, al poco de ser ordenado fuera seleccionado y destinado a Solsona para ser formador de nuevos sacerdotes. En julio de 1936 se inicia la guerra civil.
 
HÉROES DE LA FE
En España, tierra de María, la revolución marxista sacrificó a miles de sacerdotes. ¡Miles de mártires! ¡Fidelidad y testimonio heroico! ¡Llamarada de amor a Cristo! Así se escribió una de las páginas más insignes de toda la historia de la Iglesia. Los claretianos se convirtieron en la Congregación mártir. La provincia religiosa de Cataluña contribuyó con 200 claretianos mártires. ¡Muchos de los compañeros del P. Solé fueron mártires! Cervera ofrendó 69 claretianos mártires. Entre éstos, el P. Girón, padre de los pobres, y el Hno. Saperas, gran mártir de la castidad. El Seminario claretiano de Barbastro se convirtió en el "Seminario mártir" (Juan Pablo II), con 51 claretianos beatificados. El P. Solé me dijo que él celebraba en el pueblo la Santa Misa con todos los ornamentos sacerdotales hasta que le llegó la orden de Roma de que podía celebrar sin este requisito. ¡Morir por celebrar la Santa Misa habría sido verdadero martirio! El P. Solé pasó mil peripecias en Solsona, Basella, Oliana, La Seu... y en Bellver de Cerdanya, donde llegó moribundo. Después, su familia tiene el gesto grande de tenerle escondido casi dos años en su casa de Miralcamp. Aún viven personas del pueblo que asistían a la Santa Misa que allí celebraba el P. Solé. Parece ser que nunca dejó de celebrarla desde el inicio de la guerra. Seguía exponiendo su vida. Sabe que hay un enfermo grave en otro pueblo situado a varios kilómetros de distancia, y allí acude a darle la extremaunción. ¡Hermoso es morir por los hijos del alma! Como el Buen Pastor, el P. Solé demostró reiteradamente que estaba dispuesto a dar la vida por Dios. A fines de 1938 se presenta ante el Comité de Mollerusa. Lo llevan a un campo de concentración de Francia, en el cual sería conocida su condición sacerdotal. Su agotamiento es extremo. Nadie cree que pueda sobrevivir, sin fuerzas, esquelético. En suma, la guerra fue para él heroísmo y un inmenso Calvario
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EL CIENTÍFICO Y EL SABIO
Pero logra recuperarse. En mayo de 1939 es destinado nuevamente a Solsona para formar a los futuros religiosos y sacerdotes. En 1951 es destinado a Valls, ciudad natal de la venerable M. María Güell, amantísima del Corazón Inmaculado de María. Allí escribe "Una llama de caridad" (1953), biografía de la M. Güell, fundadora de las Misioneras Hijas del Corazón Inmaculado de María. María Güell es la consagrada a los enfermos, en los que ve a Cristo Dios, Dios ardientemente amado. Él, que había sido prefecto de los filósofos de Solsona, en Valls ocupó el cargo de prefecto de los teólogos. En 1954, tras sufrir una operación quirúrgica, es destinado a Barcelona, donde permanecerá hasta su fallecimiento, ocupado en diversas tareas de gobierno desde 1954 hasta 1988.

De 1962 a 1965 se celebra el sacrosanto Concilio Vaticano II, del que el P. Solé fue un entusiasta. Su libro de eclesiología "La Iglesia, ¡grande misterio!" (1981) ha sido uno de los comentarios más profundos a la constitución conciliar Lumen Gentium. Profundo biblista y gran conocedor de san Pablo, es autor de una notable traducción del Nuevo Testamento (1967).
 
Además, en la década de los 70, ven la luz las siguientes obras suyas: "Ministros de la Palabra" (1972), conjunto de homilías para los tres ciclos litúrgicos. "Aquí tienes a tu Madre" (1974), libro hermosísimo sobre la maternidad de María. Una cristología, "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios" (1975). Y uno de los grandes tratados sobre el sacerdocio, "Apóstoles de Cristo" (1976), en el que se palpa su inmenso entusiasmo por el sacerdocio.
Todas sus obras tienen como características: fidelidad plena al magisterio de la Santa Madre Iglesia, testimonio y transparencia de la verdad católica, unción. Sencillez, elegancia, equilibrio, sabiduría, profundidad científica, exactitud, solidez, argumentación adecuada. Todo lo cual hace que su obra pueda considerarse la de un clásico. En cierta ocasión le pregunté si debía hacer un determinado apostolado. Me respondió: doctrina de la Iglesia, doctrina de la Iglesia, doctrina de la Iglesia. Esto resumía su estilo.
 
Escribe también "El camino espiritual de sor Filomena Ferrer" (1990), sobre la venerable Mínima, fervorosa mensajera del Sacratísimo Corazón de Jesús, penitente extraordinaria, cuyo ideal fue ser un crucifijo viviente. De ella escribió el P. Solé: "Y (Filomena) ganó la batalla... Y la Iglesia respiró. Pío IX no salió de Roma, cumpliéndose la promesa de Jesús a Su Sierva".
 
El propio P. Solé me comentó que deseaba publicar otro libro que tenía ya completamente terminado y que sólo faltaba encontrar editor, obra que no ha sido publicada. El P. Sánchez, CMF, señala que queda inédita la obra "Creo en la vida eterna". Sería maravilloso que pudiese ser impresa.
Dada la extraordinaria elevación de su entendimiento, y su magisterio verbal y escrito, el P. Solé merece un lugar de honor en la historia cultural de Cataluña y de la España del siglo XX.
 
EL CONFESOR DE LA FE
La señora Fontanillas afirma que el P. Solé le dijo que una voz sobrenatural, la del ángel de la guarda, le previno que le heriría una bala. Se habla de tres o cuatro avisos sobrenaturales. La razón de tal aviso era prepararle para algo grande. Ello parece pues que puede considerarse indicio suficiente de que el P. Solé se dispuso voluntariamente a dar su sangre martirialmente por Cristo, en el atentado que iba a sufrir. El 10 de mayo de 1981, día de san Juan de Ávila, patrono del clero secular español, hacia las 5 de la tarde, en la calle Travessera de Dalt, de la ciudad de Barcelona, el P. Solé sufrió un atentado. Fue herido de bala de pistola, únicamente por ser sacerdote, como denotaba su sotana. El disparo iba al punto mortal, pero el cuello de la sotana desvió el disparo. El señor José Vernet afirma que, según el P Domingo Pallás, CMF, en este atentado el P. Solé tuvo además otros auxilios especiales de la Providencia. Es prácticamente imposible tanta puntería, precisamente con una pistola, si no la empuña un profesional. Ello hace conjeturar que los autores serían terroristas y, dada la situación, hace pensar en terroristas de determinada ideología. La bala le cortó un nervio del cuello, que le afectó el brazo. Cuando se acercó nervioso un sacerdote a atenderlo, le preguntó si necesitaba algo, y el P. Solé, por amabilidad y delicadeza, le dijo que no necesitaba nada.
 
Volvamos los ojos ahora hacia el Sumo Pontífice reinante. Siempre que el competente presbítero don Félix Beltrán ha de hablar de un santo, cita a este Papa. El historiador Orlandis afirma que éste es el Papa de mayor prestigio de toda la historia de la Iglesia.. La M. Teresa de Calcuta dice que este Papa es el mayor regalo de Cristo a la Iglesia actual. Y el catedrático de historia Ricardo de la Cierva opina que es el Papa más grande la historia desde san Pedro.
 
Sobre el atentado del Papa Ricardo de la Cierva (1996) da la siguiente explicación: El P. Pío le había profetizado que tendría un atentado, y los servicios secretos franceses habían ya alertado al Vaticano. El 13 de mayo de 1981, día de Nuestra Señora de Fátima, S.S. Juan Pablo II, blanco fácil, poco después de las 5 de la tarde, tuvo un atentado. El autor del mismo era Alí Agca, asesino seguro en sus crímenes, que se encontraba en Roma desde el 10 de mayo, después de haber estado en varias naciones, entre ellas España. Le disparó con una pistola que procedía de Palma de Mallorca, España. No pudo matar al Papa. Detrás de este turco estaba la KGB, la cual había dado la orden de matar al Papa. Pero algo desvió la bala, y el Papa salvó milagrosamente su vida. El mismo Papa afirmó que había salvado la vida gracias a la Virgen de Fátima, y envió la bala al célebre santuario. Este atentado acentuó la vertiente mística del Papa.
 
Según la señora A. Fontanillas, el atentado del Papa conmocionó al P. Solé hasta el punto de ofrecerle su vida y su dolor por su salud, para que se curase, aunque él tuviera que quedar mal del atentado. Tal vez el Señor aceptó su sacrificio. Lo cierto es que el Papa mejoró con extraordinaria rapidez. R. De la Cierva afirma que por la Asunción apenas pueden retener al Papa unos días más en observación, y que a partir del 26 de agosto reanudó prácticamente su vida normal. Y, posteriormente, apenas ha dejado huella en él el atentado sufrido.
 
Al P. Solé, desde entonces, le acompañó un dolor físico terrible. Dolores continuos, sufrimientos físicos agudísimos que no le dejaban dormir. Nunca se le oía una queja de dolor, aunque sí, a veces, un gesto santamente contenido de sufrimiento. Siguió llevando la sotana, aunque ésta le causaba molestia física en el brazo maltrecho por el atentado. Más aún, hay varios testimonios de que, a este dolor intenso juntó diversas mortificaciones, algunas de ellas notables. Si bien no murió inmediatamente después del disparo, y en este sentido no murió mártir, vivió el martirio más de 10 años. No es de extrañar que en Barcelona tuviera fama de mártir. Y, según A. Fontanillas, cuando el P. Solé podía ser liberado del dolor, que había ofrecido por el Papa, eligió continuar con su dolor martirial hasta su muerte, y así lo hizo. En suma, está claro que él estaba gozoso de sufrir lo indecible por amor a Cristo y por el Papa. ¡Es dulce sufrir por el Papa!
 
En Valencia se sometió a una larga operación quirúrgica, por deseo de sus superiores. Según A. Fontanillas, pronto quedó sin anestesia, y así quiso él sufrirla hasta el final, con gran edificación de todos.
Al P. Solé le conocí después del atentado. Me admiraba su crucifixión, su fortalezaa en el dolor y su autoexigencia. Conmigo era padre, hermano y amigo, muy caritativo y misericordioso, siempre servicial, se daba con toda generosidad, humanísimo, siempre sereno y atento, muy equilibrado, siempre sencillo y humilde, dulcísimo y paciente, con un gran don de Consejo. ¡Cuánto bien me hizo! Las religiosas Mínimas de Valls le recuerdan, después del atentado, "alegre y jovial, como si su brazo fuera de otra persona... Siempre con la sonrisa en los labios... parecía un ángel".
 
Su cuerpo muy flaco, y enfermo de pies a cabeza, parecía un cadáver animado, un crucifijo viviente. Era increíble aquella superlucidez, aquella superespiritualidad, en un cuerpo tan enfermo. Ello sólo puede explicarse por una irrupción extraordinaria de la vida sobrenatural o por un milagro continuo. Ciertamente le sostenía una extraordinaria sobrenaturalidad. Vivir de este modo diariamente su prolongado martirio, no parece que pueda explicarse de otro modo que presuponiendo en él una gran unión mística.
 
CONCLUSIÓN
Hemos visto el camino de un santo sacerdote de esta era cordimariana. Hombre de Dios, seguidor del testigo fiel, del que vino al mundo para dar testimonio de la Verdad, Cristo. Imitador concrucificado del Varón de dolores, del gran Crucificado. Soldado providencial de una legión espiritual de mártires. Sacerdote para dar la vida por los demás, imagen del que entregó su espíritu en la flor de la vida, y "alter Christus". El P. Solé, como el valiente y fidelísimo san Juan Bautista, es grano de trigo que muere para el triunfo de la espiga. Y claro, ¡cuántas vocaciones se han desarrollado en torno a él!
 
El día 19 de enero de 1992 fallecía en Barcelona, en olor de santidad. La homilía de su funeral resalta su ejemplaridad y su fidelidad. ¡Salta de gozo España, gózate Cataluña por la gloria de este hijo tuyo! El P. Solé era muy conocido, no sólo por sus libros, sino también por su actividad pastoral: multitud de ejercicios espirituales y retiros principalmente a sacerdotes y religiosas, administración del santo sacramento de la Penitencia, dirección espiritual... Por las tareas de gobierno en la Congregación: fue párroco del Corazón Inmaculado de María, de Barcelona, superior de la comunidad, viceprovincial... Por ser director espiritual de la Asociación Sacerdotal de San Antonio María Claret... Muchos lo consideran santo, entre ellos Claretianos, Misioneros de Cristo Rey, Clero secular, Unión Seglar, Hermandad Sacerdotal Española, religiosas Cordimarianas, Mínimas, Carmelitas... En este santo sacerdote moderno, el P. José María Solé Romà, se realizó vitalmente el grito martirial: Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera...
 
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