Don Rufino Almansa Tallante
En esta pequeña fotografía se encuentra el obispo de Jaén, don Félix Romero Mengibar, rodeado de los curas que ordenó aquella veraniega mañana de San Pedro del año 1962.
Entre ellos está don Rufino Almansa Tallante, quien esta misma tarde ha recibido cristiana sepultura en su pueblo natal, en Cazorla, donde vino al mundo un 28 de febrero de 1931.
Siendo estudiante de bachillerato en el instituto de Baeza dedicaba su tiempo libre a copiar en cuadernos todos los esdudos heráldicos de la localidad. Era el gran investigador que más tarde alcanzó a ser y demostrarlo.
Ingresó en el Seminario de Jaén, donde acabó sus estudios siendo ordenado presbítero de la Iglesia del Señor.
Estuvo destinado en La Bobadilla, donde comenzó a investigar sobre la historia de la aldea y sus anejos. En el año 1970 tomó la maleta y se marchó como secretario particular del mismo obispo que lo había ordenado, quien
fue nombrado arzobispo de Valladolid. Con él vivió los gozos y las sombras de un episcopado hasta la muerte del prelado en 1974.
Volvió don Rufino hasta su diócesis de origen, siendo nombrado párroco de Santa Isabel y habilitado del clero. En plena madurez intelectual comenzó su misión investigadora sobre la historia de su pueblo natal y otros temas
de la historiografía provincial. Se hizo un gran amigo de un sabio canónigo que ha pasado por este Blog de Semblanzas Sacerdotales, don Manuel Caballero Venzalá, un inmenso polígrafo, autor de una obra monumental titulada
Diccionario Biobliográfico del Santo Reino de Jaén. El competente profesor Caballero entró en una enfermedad dura. En vida hizo depositario de su riqueza intelectual y cultural a don Rufino, quien ha continuado con aquella
magnifica obra, hasta que las fuerzas le han permitido.
Los años que ha sobrevivido a su autor primigenio, han sido los más fructíferos para la producción investigadora de don Rufino. Como prueba de lo que afirmo basta con meter en Google el nombre del difunto enterrado hoy, y ver
las diversas entradas de libros, folletos y artículos firmados por el señor Almansa Tallante, quien se jubiló siendo párroco de la villa de La Iruela, tan cercana a su Cazorla natal.
Era don Rufino un cura clásico, amigo fiel, pastor entregado, investigador incansable, hombre sencillo a pesar de los premios literarios obtenidos, buen conversador, con una risa contagiosa, con una finísima ironía que demostraba
su gran educación intelectual y su preclara inteligencia alimentada a la luz del cándil ante viejos papeles, libros y manuscritos.
Descanse en paz el buen amigo y compañero sacerdote. Con él se pierde un cura de siempre, de amplios saberes humanisticos, quien superando perezas humanas supo trabajar en silencio para sus muchos lectores.
Tomás de la Torre Lendínez
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