El postureo
Artículo publicado hoy en el Diario Ideal, edición de Jaén, página 27
Mientras caminaba Jesús, acompañado de sus discípulos y mucha gente, se acercó un joven a decirle que deseaba conseguir la vida eterna. El Señor le recomendó que cumpliera todos los mandamientos de la ley de Dios. El chico respondió tajante: Los cumplo desde mi infancia. El Mesías le indicó: Te falta una cosa, toma todos los bienes que tienes, los vendes y los entregas a los pobres, y después vienes y me sigues. El aludido frunció el ceño, bajó los ojos y se marchó lentamente. El postureo no le sirvió de nada ante la exigencia total.
Llevamos unos años donde el postureo, la contorsión de la figura física, las miradas con desplante, los musculitos de gimnasio, las cabezas hueras, están circulando con carné de primera especial por nuestras calles y plazas, ocupando los primeros cargos en la política, en la empresa, en la enseñanza, en la comunicación, en el derecho, en la economía…y así nos va.
El postureo se encuentra ya en el interior de la propia Iglesia Católica. Echamos en falta a obispos y curas sensatos, con cabezas bien amuebladas conocedores de la sana teología, valientes defensores de los derechos eclesiales, y buenos apologetas de la doctrina católica. Este tipo de pastores han dejado este mundo en paz, o se encuentran estacionados en el andén de la salida camino de la Jerusalén celestial.
Ahora, el postureo lo encontramos mismamente en los laicos metidos en el interior de las cofradías y hermandades, en los movimientos apostólicos, en los grupos parroquiales y en los deseables sectores juveniles. Las personas cristianas actuales son la voz de su amo, el cura de turno, para ponerlo verde, o para encumbrarlo a las alturas que pueden ser cadalsos en cuanto el aire sople desde otro punto cardinal.
Mientras, la gran masa social española se alimenta de los referentes disponibles en los canales televisivos llenos hasta las tejas de postureos variados, de figureos transitorios, de personajillos de paja, de mentecatos manipulables desde las teclas de un móvil indicando las preferencias.
Aquel joven figurón y cumplidor de los mandamientos se quedó helado cuando Jesús lo invitó a dejar sus riquezas para los pobres. Le descubrió su punto flaco. El talón de Aquiles de la sociedad actual y de buena parte de la Iglesia es la hojarasca de tela rosa que la envuelve, la pretende tapar en sus desnudeces, y la justifica ante sí misma y ante los demás.
Por esto, asistimos durante estos días al postureo de un partido que tenía casi un millón de seguidores, y se ha descubierto que son muchísimos menos a la hora de investir un nuevo líder en próximas fechas. Conocemos cómo y a quien se están pagando los cheques en blanco que se dieron a cambio de un voto para encumbrar al poder a alguien hace un mes. Contemplamos el silencio teatral de los partidarios del puritanismo moral cuando ya las encuestas electoreras han dejado de fabricarse. Y lo más grave, el pueblo español conoce el postureo de todos, pero calla. Solamente se habla en los rincones y mirando a los lados, porque como han llegado las vacaciones es mejor no pensar, no preocuparse, hasta que el incendio llegue a mi toalla.
Tomás de la Torre Lendínez
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