Humildad y firmeza
Hasta ahí, ninguna sorpresa. Esta más bien saltó durante el discurso a los obispos norteamericanos. Discurso largo, denso, que alguno ha calificado ya como una "encíclica". Discurso plural, en el sentido de que dice muchas cosas, algunas de las cuales pueden parecer contradictorias, pero no lo son. Hay un claro tirón de orejas a algunos prelados -en Estados Unidos así se ha entendido- calificados como "guerrilleros" y acérrimos defensores de la familia y de la vida; no porque lo que hagan está mal, sino porque según el Papa está mal la forma en que lo hacen. Hay también un tirón de orejas, este muy explícito, a los sacerdotes norteamericanos, a los que pide que estén más disponibles para el pueblo aunque éste les pida ayuda fuera de los horarios de oficina. Pero, a la vez, el Papa ha pedido explícitamente a los obispos que sigan defendiendo la vida y la familia, y que lo hagan sin miedo.
Un comentarista italiano decía que el Papa ordenaba a los obispos que se rindieran ante Obama y que dejaran de hacer oposición a los demócratas -que en Estados Unidos son los grandes impulsores de la ideología de género-. Yo no lo veo así. Más bien creo que el Papa les ha pedido que cuiden mucho las formas, sin ceder en el fondo. Estoy completamente de acuerdo, porque creo que "todo se puede decir con una sonrisa". La humildad y la mansedumbre no están reñidas con la claridad. Lo que pasa es que en la guerra se está como en la guerra y es difícil ir al combate con los lirios en la mano en lugar de con los fusiles. La Iglesia norteamericana es, en su conjunto, excelente, y sus obispos son de lo mejor que hay en la Iglesia católica. Estoy seguro de que acogerán las indicaciones del Papa, porque son muy fieles a Roma, pero sería una lástima que algunos interpretaran esas indicaciones como una invitación a la alianza con el nuevo orden mundial; sería una lástima que dejaran de luchar porque al no saber cómo mejorar las formas decidieran modificar el fondo, o porque se sintieran decepcionados e incomprendidos en lugar de apoyados y estimulados. Todos, e incluyo a el conjunto de la humanidad y no sólo a los católicos, saldríamos perdiendo si los obispos norteamericanos dejaran de defender la familia y la vida con la valentía y claridad con que lo están haciendo. Seguro que algunos de ellos pueden mejorar en las formas, pero en su conjunto tienen derecho a un aplauso y a un gesto de gratitud por hacer lo que están haciendo.