Domingo, 24 de noviembre de 2024

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Tocar a rebato

por Palabaras para vivir

 Las campanas, antiguamente, sonaban por dos motivos: para avisar a los fieles de algún acto litúrgico o para avisar a todos de que algo grave estaba pasando. Había distintos tipos de toques, según fuera un funeral, una misa del tiempo ordinario o una misa de pascua, por ejemplo. También había un toque especial, que se llamaba "tocar a rebato", y que era un repiqueteo loco, llamativo, angustioso, que comunicaba a los que lo oían que un suceso extraordinario, generalmente amenazante, estaba a punto de ocurrir.

Varias diócesis francesas han decidido "tocar a rebato" este sábado, uno de los días grandes de la Virgen y especialmente importante en ese país, para llamar la atención de todos los franceses sobre una tragedia que está pasando y que no tiene trazas de terminar. Se trata de la cruel persecución que sufren los cristianos en muchos países del mundo. Cien millones, nada menos, padecen acoso grave por causa de su fe. Muchos se han convertido en exiliados y malviven en improvisados campos de refugiados. Otros no han tenido ni siquiera esa oportunidad y, sobre todo mujeres y niños, han sido vendidos como esclavos o directamente asesinados en medio de crueles torturas. Sus violadores y asesinos son musulmanes que se consideran a sí mismos los más fieles seguidores de Mahoma y que dicen sentirse justificados para hacer todas esas fechorías por las enseñanzas del mismísimo fundador de su religión. Eso dicen ellos. Si tienen razón o no, lo tendrán que dirimir dentro de la comunidad islámica, pero lo que cuenta de momento es la gran cantidad de crímenes que se están cometiendo.

Pero junto a esto está la indiferencia generalizada con que el mundo occidental, profundamente secularizado, acoge esas persecuciones. No importa que las noticias sean crueles en extremo, o no causan efecto o ni siquiera son recogidas por los medios de comunicación, salvo cuando los afectados sean periodistas o algún occidental destacado.

Por eso la Iglesia en Francia ha decidido tocar a rebato. Hay que llamar la atención de un mundo dormido e indiferente, que no quiere ver lo que sucede a pocos pasos de su casa. Un mundo hipócrita que habla de democracia y de libertad, de derechos humanos y de justicia, de paz y de fraternidad universal, pero que no hace nada para defender a cien millones de seres humanos perseguidos sólo por tener fe en Jesucristo. Esa indiferencia se pagará carísima. Y cuanto más tarde reaccione Occidente, más elevado será el precio. Las campanas tocan hoy por las víctimas del islam radical, pero mañana, si es que siguen existiendo y hay alguien que las toque, lo harán por aquellos que hoy no quieren escuchar su sonido de alarma.

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