Vuelve el lío
Primero, lo que éste dijo: Los divorciados vueltos a casar no están excomulgados y forman parte de la Iglesia; aunque su situación contradice el sacramento del matrimonio, tienen derecho a una atenta y fraterna acogida; en la Iglesia, que no cierra las puertas a nadie, pueden "vivir cada vez más su pertenencia a Cristo y a la Iglesia con la oración, la escucha de la palabra de Dios, la participación en la liturgia, la educación cristiana de los hijos, la caridad, el servicio a los pobres y el compromiso por la justicia y la paz" (esto último es una cita del discurso pronunciado por Benedicto XVI en la Jornada Mundial de la Familia en Milán en 2012).
Segundo, la interpretación correcta de lo que dijo: El Papa Francisco no ha hecho nada más que reiterar la doctrina tradicional de la Iglesia, que establece claramente que la pena canónica de la excomunión está reservada a muy pocos casos (entre ellos los que cometen abortos) y que no afecta a los divorciados vueltos a casar. Dicha doctrina constata que estas personas siguen siendo hijos de la Iglesia y que deben ser tratados como tales, aunque no puedan acceder a los sacramentos de la confesión y de la comunión. Precisamente fue en la "Familiaris consortio" de San Juan Pablo II -citada el miércoles por Francisco- donde eso quedó expuesto con claridad y rotundidad.
Tercero, la causa de la confusión: Muchos -algunos de mala fe- han interpretado la afirmación del Papa de que los divorciados vueltos a casar no están excomulgados como un permiso para que puedan comulgar. No es así y de su discurso se desprende claramente eso. Por ejemplo, un católico que, pudiendo, no va a misa un domingo no está excomulgado y sin embargo no puede comulgar si no se confiesa antes; un católico que roba una cantidad importante, tampoco puede comulgar si no se confiesa y devuelve lo robado, pero no está sancionado con la pena canónica de la excomunión; en cambio, un médico que aborta sí está excomulgado y, por supuesto, no puede comulgar. Más aún, el hecho de que Francisco cite a sus dos inmediatos predecesores e incluso enumere lo que los divorciados sí pueden hacer, sin incluir en esa lista la comunión eucarística, le sitúa claramente en la línea de ellos y, por lo tanto, en sintonía con la Palabra de Dios y el Magisterio de la Iglesia.
No hay ningún motivo, pues, para creer que el Papa está a favor de dicha comunión. Los que así lo han interpretado lo han hecho por ignorar la diferencia que hay entre estar excomulgado y no poder comulgar o por, sabiéndolo, querer confundir a la opinión pública poniendo en boca del Papa lo que éste no ha dicho. No sé si éstos quieren hacer un favor al Papa, presentándole como un progresista, pero cuando ni el Sínodo ni el Pontífice aprueben lo que ellos creen que van a aprobar, la decepción será inmensa y todos, empezando por el Papa, pagaremos las consecuencias.