Viernes, 22 de noviembre de 2024

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Escándalo

por Juan del Carmelo

Pero es el caso, de que todos somos y estamos constituidos con cuerpo y con alma, y desde luego lo ya dicho, puede ser que sea correcto y verdad que nunca hemos atentado con respecto a los cuerpos de nuestro prójimo, pero…; ¿Qué decir con respecto a sus almas? Porque a las almas de las personas también se las puede matar. El instrumento para dañar o matar el alma es el pecado mortal, el alma que lo comete sea por propia voluntad o inducida por otro, muere a los ojos de Dios, pierde su amistad, sus dones y la posibilidad de adquirir sus gracias y el alma de esta persona, consecuentemente nace o renace según sea el caso, a la vida en compañía de Lucifer, se entrega en sus manos y se adjudica el título de esclavo suyo. 

Por supuesto que este proceso es de carácter espiritual, no es corpóreo y los ojos de nuestra cara no lo ven ni tampoco pueden apreciarlo nuestros sentidos corporales, aunque si los espirituales. Esto determina que uno comete la ofensa, y sí bien en muchos casos hay un remordimiento, o una zozobra en su ser que le dice que algo no funciona; sin embargo, los ojos de su cara no ven nada y su alrededor todo está como antes, por lo que pasado el estado de remordimiento, que poco a poco va desapareciendo, la persona se va habituando a un nuevo estado y le va desapareciendo la necesidad de volver a encontrarse con Dios. En la medida en que su alma se va encalleciendo, ella se va poco a poco esclavizando más al maligno.

Y todo esto puede suceder por la comisión de un simple escándalo, al que a lo peor no se le ha dado la suficiente importancia. El escándalo es el comportamiento de una persona que induce a otra a hacer el mal, ya que no respeta el alma del prójimo, y la ensucia, la daña e inclusive la mata. Los escándalos afectan a muchos   hoy en día, y son temas que inclusive hay quienes los consideran normales e inocuos, como por ejemplo: muchas imágenes de la televisión o el abuso de menores, las casas de prostitución, las leyes injustas, y un sinfín de muchos más temas, porque la panoplia del maligno es muy variada y eficaz.

El escándalo es el arma que podemos utilizar para matar o dañar las almas de nuestro prójimo, en especial la de los niños. En el antiguo testamento, amén del tema de Caín y Abel, claramente en los mandamientos dados a Moisés, el matar era y es un tema grave. Nuestro Señor en los evangelios, da por supuesto este precepto del quinto mandamiento, en la parte referente al cuerpo y no pone más énfasis en este tema, pero si lo pone y mucho, en lo referente al tema de matar el alma, es decir, al escándalo y así más de una vez alude a este tema. Con carácter genérico nos dice: “Es imposible que no vengan escándalos; pero ¡ay de aquel por quien viene! Más le vale que le pongan al cuello una piedra de molino y sea arrojado al mar, que escandalizar a uno de estos pequeños”.  (Lc 17,1-3). Y también San Mateo recoge este pasaje aludiendo también al sujeto pasivo del escándalo, en este caso los niños, cuando escribe: “…, y al que escandalizare a uno de estos pequeñuelos que creen en mi, más le valiera que le colgasen al cuello u piedra de molino de la que mueven los asnos y le hundieran en el fondo del mar. ¡Ay del mundo por los escándalos! Porque no puede menos de haber escándalos; pero ¡ay de aquel por quien viniere el escándalo! Si, pues, tu mano o tú pie te es ocasión de pecado, córtatelo y arrójalo de ti; más te vale entrar en la Vida manco o cojo que, con las dos manos o los dos pies, ser arrojado en el fuego eterno. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te vale entrar en la Vida con un solo ojo que, con los dos ojos, y ser arrojado a la gehena del fuego”. (Mt 18,6-9). Como se ve, el Señor le daba mucha importancia al hecho de escandalizar a los niños, y de las pocas hipérboles que el Señor utiliza, sobre las cuales ya escribí una glosa,  en una de ellas se menciona: “una piedra de molino y sea arrojado al mar”.

           El escándalo lo producimos, no solo con los términos de nuestra conversación, sino también con nuestro comportamiento, con nuestra conducta, con nuestros gesto, con nuestras ideas, con nuestro ejemplo: Más se predica con el ejemplo que con la palabra. Y cuanto mayor sea nuestra posición en el orden social, más responsabilidades tenemos en el ejemplo que demos a los demás, porque, más seguidores e imitadores de nuestros pasos tendremos. 

Asusta pensar en toda esta caterva de famosos y famosillos, que inconscientemente están día a día escandalizado en la TV, más con sus desgracias que con su pretendida felicidad, pues da pena ver como se afanan en demostrarnos lo guapos y guapas y lo felices que son, cuando habría que aplicarles el refrán: “dime de qué presumes y te diré de qué careces”. Es imposible ser feliz en esta vida, y no digo ya en la otra, si es que no marcha de la mano del Señor. Cuando se vive en su amistad del Señor plenamente, hasta las mayores desgracias que les sucedían a muchos santos les parecían a estos, bendiciones del Señor. Otros ha habido, que lloraban cuando todo les salía bien, pues entendían que el Señor no les amaba.

Pero, no siempre debemos de evitar el producir escándalo, porque hay una actitud de escándalo que si debemos de practicar. Nos referimos al escándalo que podemos originar con el mensaje y la conducta cristianos que practiquemos. Este mensaje y esta conducta siempre causará escándalo entre los incrédulos, los hipócritas y los falsos cristianos, que se han rendido al mundo y lesionan a la Iglesia desde dentro. Y esto determina que los creyentes de verdad se verán, de alguna forma incomprendidos, ridiculizados y perseguidos, si aman de verdad al Señor. Manifestaba San Gregorio Magno que: “Debemos evitar el escándalo. Pero si el escándalo se produce por la verdad, antes que abandonar la verdad se debe de permitir el escándalo”.

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios le bendiga.

 

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