Aprender a querer
por Juan García Inza
Estoy convencido de que no todo el mundo sabe querer. No sé si decir que no es fácil saber querer. Hoy mucha gente no sabe querer porque nadie le ha enseñado. Nuestra sociedad materialista nos induce a ser ambiciosos, caprichosos, consumidores de todo, egoístas en el fondo, envidiosos... Diríamos que nos prepara para una lucha muy competitiva contra mis opositores, contra mis rivales, contra uno mismo con el fin de anular la voluntad y convertirnos en simples marionetas manipuladas por el interés político y comercial. Es dura la vida. No es fácil abrirse un camino honesto, éticamente correcto, en esta selva enmarañada que no nos deja ver lo que hay más allá. Nos enredamos fácilmente en la espesura pegajosa y agresiva del camino, de cualquier camino. Y el ser humano ha de partirse el pecho tenazmente si quiere que su dignidad salga airosa de la arriesgada aventura. Ante una infinita oferta de cosas y posibilidades, el hombre debe saber elegir para ser libre. Decía el filósofo Ortega y Gasset en su libro "El mito del hombre allende la técnica": "El hombre es inteligente... porque necesita elegir. Y porque tiene que elegir, tiene que hacerse libre. De ahí procede esta famosa libertad del hombre, esta terrible libertad del hombre, que es también su más alto privilegio. Sólo se hizo libre porque se vio obligado a elegir...". Pienso que tiene razón el filósofo. Jesucristo ya dijo que LA VERDAD NOS HARÁ LIBRES. Por eso HAY QUE ELEGIR LA VERDAD. Cada día nos enfrentamos con la perentoria responsabilidad de ELEGIR LO AUTÉNTICO. Saber decidirnos por lo que nos conviene, por lo que verdaderamente necesitamos, por aquello que reclama nuestra necesidad de vivir con dignidad. En el gran supermercado del mundo sólo hay que comprar lo que nos hace falta a nosotros o a los demás. Decía una misionera recién llegada del África pobre al entrar a un hipermercado de la ciudad en donde vivo: ¡Hay que ver la cantidad de cosas que no necesito! Hay una cosa que sí necesitamos: APRENDER A QUERER. Pero esto no se vende. Sólo se adquiere abriendo el corazón al otro, al que hago prójimo (próximo) mío. En otro artículo anterior citaba un pequeño-gran libro escrito por una mujer, una madre, que sabe querer. Se titula "Cartas a El Principito", el célebre personaje de Exúpery. En la carta nº 4 dice su autora Kica Tomás: Es necesario -indispensable- conocer la amistad. Brota un día, de una semilla que vigilamos muy de cerca. Esperamos...y... ¡De pronto! Comprendemos el nacimiento de una relación distinta. Comprender, ver lo bueno de la gente, ilumina. Saber adivinar la ternura, incluso detrás de la torpeza (tantas veces aparente). Las personas somos tantas veces... ¡Tan contradictorias!... Nunca es tarde para aprender a querer.