Lunes, 23 de diciembre de 2024

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Las serpientes del Sinaí

por Juan del Carmelo

En la historia del cristianismo, los reptiles han tenido un destacado papel. La Biblia menciona el término “serpiente” unido al de culebra o víbora, en singular o plural, del orden de 74 veces. No cabe la menor duda de que la mención de estos animales, tiene un destacado papel simbológico, amén de la gran repulsión que los reptiles producía en los antiguos y sigue produciendo entre nosotros y eso, a pesar de disponer de sueros anti ofidios y ser muy pocas las ocasiones que se le presentan al hombre de ciudad, de tropezar con un ofidio. EI culto de la "serpiente" estaba y está extendido por todo el Oriente, recordemos a los encantadores de serpientes concretamente en la India. Antiguamente, este animal tenía un simbolismo polivalente: se lo asociaba tanto a las fuerzas de la vida y la fecundidad, como a las representaciones del caos y de la muerte, del misterio y de la ciencia oculta. En la Biblia se nos llega a presentar como un animal hostil a Dios, a quien acusa de mentira y envidia, en el pasaje del Génesis sobre el pecado original. y también hostil al hombre, a quien seduce deliberadamente e induce a transgredir el mandato divino. Además, pone de relieve la "astucia" de la serpiente, y la presenta como conocedora de la propiedad misteriosa escondida en el fruto del árbol. En el paganismo la serpiente era considerada como símbolo de la sabiduría, y la mitología pagana está repleta de símbolos alusivos a las serpientes. En el Antiguo Testamento, tuvo la serpiente un papel esencial, el papel que tuvo Satanás revestido de serpiente, tentando a Eva y la subsiguiente maldición divina sobre la serpiente: “Y el Señor Dios dijo a la serpiente:"Por haber hecho esto, maldita seas entre todos los animales domésticos y entre todos los animales del campo. Te arrastrarás sobre tu vientre, y comerás polvo todos los días de tu vida. Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo. Él te aplastará la cabeza y tú le acecharás el talón". (Gn 3,1415). La enemistad puesta por Dios entre los dos culpables –la mujer y la serpiente seductora– proseguirá entre la descendencia de una y otra. El linaje de la mujer es toda la especie humana en lucha contra los poderes del mal, que intentarán precipitarla en la ruina. El texto deja entrever una victoria final del hombre, que aplastará la cabeza de la serpiente. Por eso la tradición cristiana ha dado a este texto el nombre de "Protoevangelio", o sea, primer anuncio de la salvación. Al protegido de Dios, Él le librará de las serpientes: “Caminarás sobre leones y víboras, pisotearás cachorros de león y serpientes”. (Sal 91,13). Pero en el Sinaí, cuando aún no estaba escrito este salmo 91, Dios utiliza a la serpiente como enemigo del hombre y permite dada la conducta de Israel, que esta se cebe en los israelitas: “Envió entonces Yahveh contra el pueblo serpientes abrasadoras, que mordían al pueblo; y murió mucha gente de Israel. El pueblo fue a decirle a Moisés: Hemos pecado por haber hablado contra Yahvéh y contra ti. Intercede ante Yahveh para que aparte de nosotros las serpientes, Moisés intercedió por el pueblo. Y dijo Yahveh a Moisés: Hazte un abrasador y ponlo sobre un mástil. Todo el que haya sido mordido y lo mire, vivirá. Hizo Moisés una serpiente de bronce y la puso en un mástil. Y si una serpiente mordía a un hombre y éste miraba la serpiente de bronce, quedaba con vida”. (Núm 21,6-9). Las serpientes “abrasadoras" eran como seres fabulosos, y les daban ese nombre por la inflamación y la fiebre que producían al morder. La "serpiente de bronce" fabricada por Moisés ejerce una especie de influencia "sacramental", ya que es un signo visible mediante el cual Dios concede la curación. En este relato se ve una vez más la reacción de los israelitas ante la dura prueba del desierto, el castigo divino y el perdón concedido por la intercesión de Moisés. La serpiente de bronce mandada construir por Moisés llamada Nejustán, se veneraba en el Templo de Jerusalén, y el rey Ezequías la mandó destruir, por considerarla un signo idolátrico, ya que los israelitas le quemaban incienso (2 Rey. 18.4). De acuerdo con el contenido del Nuevo Testamento, la serpiente de bronce prefigura la obra salvadora de Cristo: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga por él vida eterna”. (Jn 3,1415) Y ahora nosotros, cuando seamos víctimas del sufrimiento del dolor, de la soledad, de la incomprensión, tenemos siempre el recurso para curarnos de nuestros males, de levantar la vista amorosamente al que más nos ama y que se encuentra crucificado, solo en lo alto de una cruz, crucificado por amor a por nosotros. Una simple mirada de amor al Amor de los amores, nos dará siempre la fuerza necesaria para pisotear leones y serpientes como nuevos protagonistas del salmo 91. Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
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