¿Hay lugar para los serios?

  La experiencia fundante; es decir, el primer encuentro con Dios que da lugar a las certezas suficientes sobre su ser y estar, no puede reducirse a los sentimientos, a un estado de humor que cambia de un momento a otro. Se trata de algo mucho más profundo, definitivo, cuyas raíces llegan a comprometer la vida misma, orientándola hacia una meta trascendente, vinculada a la eternidad con la que Dios es eterno. A veces, pensamos que ser un buen católico significa fingir la sonrisa, saltar a cada rato, o exagerar los gestos cuando estamos haciendo oración, pero nada tiene que ver. Una persona seria, elegante al hablar, también tiene algo que aportar a la Iglesia. No hay que menospreciar; sobre todo, cuando se trata de juicios precipitados, aparentes.

  Dentro de la Iglesia, hay diferentes perfiles. Por ejemplo, en un grupo juvenil, está el que es bueno con las cuentas, la que canta estupendamente, el que explica como pocos, la que es profunda y, al mismo tiempo, reservada. Sin duda, se trata de la riqueza de la diversidad; sin embargo, lo triste del caso, es que muchas veces hablamos de tolerancia, pero queremos que todos se comporten de la misma manera y, por diferentes motivos, se crea un ambiente artificial. Debemos estar unidos en la fe; es decir, en la verdad revelada por Jesús, pero respetando la personalidad de cada uno. En este caso, dejar que los serios y sarcásticos, pueden ser como son. Obviamente, dentro de un marco de respeto, de unidad, porque tampoco es válido andar ofendiendo con sarcasmos por todos lados.

 Si llega a nuestro grupo, alguien que busca a Dios pero que no es de mucho movimiento físico, pues dejémoslo ser. Es más, tomando en cuenta su personalidad, podemos hacerlo sentir a gusto. La Iglesia es madre y maestra. Por lo tanto, sabe adaptarse a las diferentes personas. Ahora bien, la seriedad, tampoco significa malas caras o aburrimiento, porque muchas veces detrás de alguien aparentemente distante, se esconde un sentido del humor sano que sabe romper con las tensiones. Muchos santos y santas eran serios, no les gustaba ser empalagosos, pero eso no fue impedimento. De hecho, les ayudó a realizar su trabajo. De ahí la importancia de saber incluir y respetar el modo de cada uno.