Una gran mujer
por Juan García Inza
He leído en el ABC de hoy unas declaraciones de esa gran mujer que es Montserrat Caballé. Por lo que tienen de sencilla humanidad no me resisto a copiarlas en mi blog. Se ha dicho que detrás de un gran hombre hay una gran mujer. Suele ser verdad, y en este caso se cumple al pié de la letra este aserto. Es una trabajadora incansable de la música en su nivel más alto. Cincuenta años lleva llenado con su voz los escenarios de los mejores teatros del mundo. Y por eso afirma que para ella lo veranos es trabajar y servir a la familia. “Recuerdo cuando me case en el año 1964. Para mí ese día fue inolvidable, tanto mis padres como mis suegros estaban vivos, compartimos con amigos que nos han quedado para toda la vida… Fue una boda verdaderamente por amor, y esto es muy hermoso poder decirlo. Lo nuestro en todo caso es mérito de mi marido, que fue un hijo ideal para mis padres, un padre ideal para mis hijos y un compañero que me ha sabido ayudar, acompañar y conducir… Cuarenta y cinco años hermosos y maravillosos llevamos juntos… Ese verano del 64 comenzó una etapa que todavía continúa, porque mi marido todavía me ayuda a recorrer mi camino”. La música es todo para ella, pero por encima está su familia. “Recuerdo haber aparcado la música en el año 1974 para dedicarme a hacer de madre de familia y de esposa amante… Me hacía una gran ilusión cocinar para ellos”. Es tanto el amor que les tiene a sus hijos que mientras pudo se los llevaba en las giras que hacía cantando en teatros de cualquier parte del mundo. Tal es su pasión de madre que llega a decir que de pequeños le ayudaban a memorizar las óperas. Tuvo momento tristes cuando moría algún familiar, y con su pena tenía que cantar para un público que lo esperaba todo de ella. En definitiva una gran mujer, de fe cristiana arraigada, de un corazón grande como ella, y de una humildad para no ponerse nunca por encima de nadie siendo la primera. Estas personas son una brisa de esperanza para una sociedad que muchas veces no sabe valorar el verdadero amor. Juan García Inza