Disidencia en la Iglesia
Hay que recordar que la disidencia se suele ejercer sobre una doctrina o postura oficial de algo. Hay disidencia dentro de un partido político o dentro de una empresa, y por supuesto también dentro de la Iglesia. Pero es siempre con respecto a la posición oficial. En este momento, lo que la Iglesia enseña es que los divorciados vueltos a casar no pueden comulgar, por lo que difícilmente podrá ser un disidente el que defiende eso; más bien será un "oficialista", o un "ortodoxo", pero no un "hereje". Si la doctrina cambia -camuflada con un cambio pastoral-, entonces será otra cosa.
Pero, ¿por qué piensa la mayoría que la doctrina va a cambiar? Todos ellos dan por hecho que el Papa está a favor de ese cambio. ¿No es ésta una interpretación muy arriesgada e incluso en sí misma ofensiva contra el Papa, dado que supone creer que él está en contra de lo que la Iglesia ha enseñado durante dos mil años y que tiene una base clara en la Escritura? Es evidente que es el Papa quien ha propiciado el debate, pues lo ha dicho en muchas ocasiones, y que ha dado la impresión de estar favor de que los divorciados puedan comulgar. Pero, ¿si no lo hubiera hecho así, se habría producido ese debate y habrían salido a la luz las opiniones de tantos que, teniéndolas, no las manifestaban por temor? Es discutible si el debate era necesario, pero si para algo está sirviendo es para conocer lo que hay en el interior de muchos corazones y esto, aunque muy doloroso, es muy bueno. ¿Qué sucederá si luego el Papa no aprueba lo de los divorciados? Sabremos lo que piensan muchos -de Kasper ya se sabía- y se podrá actuar en consecuencia. Y lo hará este mismo Papa o su sucesor. ¿Quién será entonces el disidente? ¿Los que ahora aplauden a Francisco porque creen que está en la línea de una reforma que para algunos es una herejía, le seguirán aplaudiendo o, en realidad, no aplauden al Papa sino a ese cambio?