Antes que movimiento, soy Iglesia
Antes que movimiento, soy Iglesia
por Duc in altum!
El perfil apostólico de Jesús, es tan rico en carismas, que el Espíritu Santo continúa suscitando nuevos movimientos eclesiales para que el Evangelio llegue a los más variados contextos en los que se desarrolla o desenvuelve la vida del ser humano en sociedad. Por lo tanto, no hay nada que objetar contra los seglares que deciden compartir una espiritualidad específica y, desde ahí, organizarse bajo las directrices del Pontificio Consejo para los Laicos. Al contrario, se trata de iniciativas necesarias porque buscan responder a una serie de retos que, por su propia naturaleza, corresponden a los hombres y mujeres seglares, cuya tarea principal es ocuparse de darle un sentido cristiano a la realidad temporal, empezando por la familia. Dicho esto, conviene aclarar que el sentido de pertenencia a un movimiento eclesial, de ninguna manera significa excluir a los otros carismas, cayendo en el reduccionismo de creer o pensar que solamente vale la institución a la que uno pertenece.
Los movimientos no se envían a sí mismos, porque aquello que garantiza su autenticidad viene de la Iglesia jerárquica, de los legítimos sucesores de los apóstoles que son todos los obispos que se encuentra en comunión con el papa. Antes que movimiento, somos Iglesia. Si esto no nos queda claro, acabaremos obstaculizando la evangelización que hoy -como ayer- viene a responder a las inquietudes más profundas del ser humano. Entre algunos católicos de a pie, existe una fuerte confusión sobre los movimientos, pues muchas personas se unen a alguno de ellos pero sin implicarse realmente en la vida de la diócesis. Toda espiritualidad católica es necesariamente eclesial; es decir, libre de triunfalismos o actitudes autorreferenciales. No hay que privatizar la fe, sino trabajar juntos, abiertos a la Iglesia en sentido amplio, general. Por ejemplo, el que alguien pertenezca a la Renovación Carismática, no le da un derecho de exclusividad sobre el Espíritu Santo, pues la Pneumatología es patrimonio común de la Iglesia.
El riesgo del sectarismo es algo que se debe evitar a través de un programa de formación equilibrado para los miembros de las distintas realidades eclesiales. Recordemos lo que pensaba San Pablo sobre el tema que nos ocupa: “les ruego, hermanos, en nombre de Cristo Jesús, nuestro Señor, que se pongan todos de acuerdo y terminen con las divisiones, que encuentren un mismo modo de pensar y los mismos criterios. Personas de la casa de Cloe me han hablado de que hay rivalidades entre ustedes. Puedo usar esta palabra, ya que uno dice: «Yo soy de Pablo», y otro: «Yo soy de Apolo», o «Yo soy de Cefas», o «Yo soy de Cristo». ¿Quieren dividir a Cristo? ¿Acaso fue Pablo crucificado por ustedes? ¿O fueron bautizados en el nombre de Pablo?” (1 Co 1: 1013). Al compartir un mismo bautismo, no tenemos por qué sentirnos más que otros, sino entender nuestra pertenencia a partir de la Iglesia, de ese ámbito “espacial” en el que se dan los carismas. Tampoco se trata de que todos hagamos lo mismo, pues cada espiritualidad tiene su misión o razón de ser; sin embargo, esto tiene que desarrollarse desde el común denominador que es la fe, explicada por el magisterio eclesial.
Los movimientos no se envían a sí mismos, porque aquello que garantiza su autenticidad viene de la Iglesia jerárquica, de los legítimos sucesores de los apóstoles que son todos los obispos que se encuentra en comunión con el papa. Antes que movimiento, somos Iglesia. Si esto no nos queda claro, acabaremos obstaculizando la evangelización que hoy -como ayer- viene a responder a las inquietudes más profundas del ser humano. Entre algunos católicos de a pie, existe una fuerte confusión sobre los movimientos, pues muchas personas se unen a alguno de ellos pero sin implicarse realmente en la vida de la diócesis. Toda espiritualidad católica es necesariamente eclesial; es decir, libre de triunfalismos o actitudes autorreferenciales. No hay que privatizar la fe, sino trabajar juntos, abiertos a la Iglesia en sentido amplio, general. Por ejemplo, el que alguien pertenezca a la Renovación Carismática, no le da un derecho de exclusividad sobre el Espíritu Santo, pues la Pneumatología es patrimonio común de la Iglesia.
El riesgo del sectarismo es algo que se debe evitar a través de un programa de formación equilibrado para los miembros de las distintas realidades eclesiales. Recordemos lo que pensaba San Pablo sobre el tema que nos ocupa: “les ruego, hermanos, en nombre de Cristo Jesús, nuestro Señor, que se pongan todos de acuerdo y terminen con las divisiones, que encuentren un mismo modo de pensar y los mismos criterios. Personas de la casa de Cloe me han hablado de que hay rivalidades entre ustedes. Puedo usar esta palabra, ya que uno dice: «Yo soy de Pablo», y otro: «Yo soy de Apolo», o «Yo soy de Cefas», o «Yo soy de Cristo». ¿Quieren dividir a Cristo? ¿Acaso fue Pablo crucificado por ustedes? ¿O fueron bautizados en el nombre de Pablo?” (1 Co 1: 1013). Al compartir un mismo bautismo, no tenemos por qué sentirnos más que otros, sino entender nuestra pertenencia a partir de la Iglesia, de ese ámbito “espacial” en el que se dan los carismas. Tampoco se trata de que todos hagamos lo mismo, pues cada espiritualidad tiene su misión o razón de ser; sin embargo, esto tiene que desarrollarse desde el común denominador que es la fe, explicada por el magisterio eclesial.
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