Ensayo sobre derechas e izquierdas (4)
4.- Las izquierdas y sus variantes
En España militar hoy en las izquierdas es un timbre de gloria, aunque sepan sus componentes que tienen el mismo pecado original: proceden, nacieron, crecieron, se educaron y se colocaron durante el periodo franquista.
Por esto, las izquierdas clásicas europeas ya no están circulando, ni por Europa ni por España. Aquellas hordas izquierdistas nacidas a la sombra del marxismo y su revolución de octubre de 1918, encabezada por Lenin y seguida por Stalin, y el resto de jerarcas rusos comunistas de la Unión Soviética, no existen en los países europeos.
La caída del Muro de Berlín y el derrumbamiento del imperio soviético en el año 1989 fue una catarsis muy fuerte para la doctrina marxista y comunista de los años anteriores. Aquellas masas enfervorizadas desfilando por la plaza roja de Moscú hoy son postales de color sepia, que nadie, salvo los eruditos, desea mirar y argumentar.
Incluso, los viejos partidos comunistas, por ejemplo el francés, italiano…han mutado sus nombres en caso de existir y tener una presencia electoralmente activa.
Sin embargo, lo que no ha muerto es la ideología izquierdista que ha sabido contraer matrimonios de conveniencia con situaciones sociales determinadas: la ecología, el feminismo, la ideología de género, la igualdad falsificada, el buenismo gatopardiano, el poder gay…
Ni siquiera, aquellos partidos socialdemócratas europeos, por ejemplo, en Alemania, tienen una identidad ideológica que arrastre masas de votos a las urnas federales cuando se presentan. La vieja división inglesa laborista yace entre un necio y rancio nacionalismo puramente británico, fruto del cual la Gran Bretaña ha votado la salida de la Unión Europea, decisión que sus propios votantes están arrepentidos, pero que no desean dar marcha atrás.
El izquierdismo revolucionario se ha aburguesado de una manera evidente. El casorio con un capitalismo productor de dinero en las sociedades de consumo ha frenado aquella violencia de sindicatos izquierdistas capaces de producir la caída de empresas y gobiernos mediante huelgas generales revolucionarias, o guerras de guerrillas urbanas, tal como se contemplan en países sudamericanos en manos de sátrapas postcomunistas, que no saben dejar el poder para dar paso a una economía de mercado sin derramar sangre y colocar unas urnas que supongan la creación de una democracia plenamente homologable con el resto del mundo.
Las izquierdas sí hacen el gasto de captar adeptos revolucionarios dentro del tribalismo propio de las hordas mahometanas creando héroes anónimos rodeados con un cinturón de explosivos para morir matando para llegar antes al soñado más allá coránico. Estos terroristas atacan a las sociedades occidentales capitalistas que les han dado cobijo, aliento y alimento y trabajo, pero no se han enraizado ya que la religión islámica es un freno para tal metamorfosis.
Los grupos radicales islámicos sí están llenos de una ideología izquierdista revolucionaria, envuelta en un fanatismo falsamente religioso, que les lava la cabeza a sus adeptos con unos cuentos muy fabulados insostenibles desde una óptica plenamente racional.
Aquellas utopías de las izquierdas clásicas: la igualdad, la colectivización, la economía de subsistencia, el odio al capital y a la propiedad privada, el miedo al ahorro económico y a la banca, hoy están en el interior de los programas de los partidos de izquierdas, pero muy travestidos y mezclados con la ecología, el feminismo, el uso y abuso del lenguaje inclusivo, y otros cuentos de un viaje a un mundo idílico donde siempre gana la mentira.
Porque si las izquierdas han tenido siempre en sus contenidos mentales es la mentira en singular y en plural. La usaron muy bien los fundadores del comunismo soviético durante muchos años. La mentira repetida machaconamente la gente la acepta como una verdad sin fundamento científico, pero se la traga, que es de lo que se trata: la manipulación de las mentes, la ingeniería social, el pensamiento único, el carril para mentes lentas, que conduce a disponer de sociedades aborregadas votantes a tiro fijo tanto a los candidatos democráticos como a los del régimen marxista impuesto en el pueblo cubano, por ejemplo, durante sesenta años.
Mantener que la mentira repetida es verdad supone disponer de una policía del pensamiento y de la acción, con soplones en cada esquina, en las instituciones estatales y en las reuniones privadas. Stalin creó las checas que le dieron unos frutos muy grandes: todo el que no piense como manda el partido comunista es deportado al gulag donde muere, o se le fusila en cuanto no sea útil para el trabajo forzado.
Los sistemas de izquierdas odian a la Religión Católica, a la que consideran una enemiga, ya que predica la libertad y la verdad, cuando cita a Jesús: Camino, Verdad y Vida. La lista martirial de cristianos bajo regímenes izquierdistas en todo el mundo es larguísima. Muchos de ellos han llegado a los altares. Otros lo harán más tarde.
Algo que resulta muy chocante es que el interior de la propia Iglesia Católica se use, se proclame, se utilice, la ideología comunista metida en el sistema de la teología católica. Y que además, a sus padres y mentores se les pongan en un estrado reverencial, como grandes intelectuales cuando el mal creado ha sido y sigue siendo imposible de tragar y sostener.
Muchas de las críticas que hoy llueven sobre los tejados eclesiales están en el sistema marxista de creerse intelectualmente intachables y que los equivocados son los demás. Las izquierdas dentro de la Iglesia deben ser señaladas porque hacen mucho daño ahora y en el futuro inmediato.
Las variantes de las izquierdas han sido en la historia y lo son ahora excesivamente extremistas. En los años más oscuros del comunismo soviético los millones de personas matadas, enfermas víctimas de las hambrunas y de las sucesivas purgas llegaron a sumar listas de muertos siempre en las manos de los jerarcas rusos.
Los chequistas fueron la policía secreta y ejecutora de millares de muertos en la Rusia soviética y en todos los países satélites otorgados por los vencedores de la II Guerra Mundial regalados a Stalim, que se hizo el amo del mundo.
Su metodología para matar a sus familiares, amigos y enemigos fue exportada por el resto de la geografía mundial. El sitio más violento fue la China comunista, donde Mao se hizo un imperio con los sistemas de anulación de las libertades personales y sociales. Aquel Libro Rojo y su guardia roja alcanzaron a millones de personas que sufrieron los sistemas más sofisticados de destrucción y muerte.
La Iglesia Católica china tuvo que pasar a la clandestinidad desde 1949. Varios mártires glorifican a los valientes cristianos opositores al régimen maoísta. Los jerarcas del sistema inventaron una iglesia oficial y obediente al marxismo, separada de la obediencia a Roma, lo que supuso una doble manera de vivir la fe: si se desea vivir dentro del comunismo se está con la iglesia herética. Si se desea ser católico romano se pierde la vida y la hacienda. Ahora mismo existen conversaciones para que Roma asuma algún papel de conciliación y paz. Como sea una claudicación ante el régimen comunista los negociadores serán tachados de traidores.
El régimen revolucionario cubano llevó desde 1959 una aniquilación de la libertad y la prosperidad en la isla. El sistema comunista se mantiene por los métodos chequistas y liberticidas de todo proceso revolucionario marxista. Tres papas diferentes han visitado Cuba, la Iglesia allí tiene una relativa libertad, pero con el miedo y el sometimiento a las redes de soplones y chivatos que mandan a la cárcel y la muerte a quien pretenda actuar con la libertad de los hijos de Dios.
El sudeste asiático fue otro sitio de implantación comunista que produjo la terrible guerra del Vietnam, donde el ejército americano sucumbió ante la pérdida de vidas jóvenes de soldados de reemplazo. La península de Corea tuvo que ser partida en dos, durante la guerra que asoló aquel país, donde el norte es plenamente comunista y el sur esencialmente capitalista. En estas fechas el deshielo en las relaciones mutuas parece presentar otro horizonte de esperanza.
El caso del comunismo venezolano, tras la experiencia fallida por Allende en Chile y la siguiente dictadura de Pinochet desde 1973, produjo, con la ayuda cubana el caso lacerante de un país rico como Venezuela convertido en un cubo de basura del cual la gente que puede emigra a otros lugares de Hispanoamérica. En ese país han militados los actuales comunistas españoles.
La extrema izquierda tiene un reguero de sangre esparcido por el mundo, siendo el marxismo comunista la mayor máquina de matar personas con balas o de hambre.
(Continuará)
Tomás de la Torre Lendínez