Hermano de la Salle
Nos dicen que murió en octubre o noviembre de 2014. El Hermano de La Salle Josep Arnau era un mito en la Bonanova. Sus alumnos le recuerdan vestido de la imponente sotana y su babero blanco. Vigoroso, gesticulante, ciclónico. Daba clases en EGB, al final en 8ºC. Era el mejor profesor de matemáticas, pero lo suyo era el amor. De lejos sobrecogía; de cerca era manso como un cervatillo.
El Hermano se ofrecía a enseñar a los que iban más retrasados cada mañana antes de abrir las aulas. Los castigados “de 18 a 20h” también iban a su clase, donde vigilaba el estudio y ayudaba cariñosamente a todos. Al mediodía subía las escaleras del altillo de 4 en 4, volando la sotana, y abría la sala de juegos a quien lo deseaba.
Se hizo mayor y dejó las clases. Se convirtió en el ángel de la guarda de los Hermanos enfermos. No se separó del Hno. Jaime Sitjar hasta su muerte; del Hno. Ignacio Escayola, arriba y abajo con su diálisis; y de tantos otros. Feliz, abnegado, alegre, atento. Dicen que no dejó ni un mes de visitar a uno de los profesores del colegio desde que sufrió un accidente que lo paralizó.
A los 91 años se lo encontraron sentado en el suelo de su habitación. Le había dado una hemiplejia. Pasó sus 2 últimos años sentado en una silla de ruedas, en la residencia de Cambrils, con la cabeza ladeada, lucidísimo y sonriendo a todos. Murió como lo que fue: un santo entregado a los demás. Muchos catalanes que pasaron cerca suyo lo lloran hoy agradecidos.