Lunes, 23 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

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No admito el dialogo.

por Juan del Carmelo

Con aquellos que carecen de fe, no admito el dialogo con el exclusivo fin de polemizar; es como tratar de discutir y explicarle a un ciego de nacimiento cual es la diferencia entre el color verde y el amarillo. No se consigue nada, esta es la conclusión a la que he llegado después, de mucho tiempo perdido sin obtener nada a cambio. Solo se puede hacer una cosa, que es la rezar por ellos, para que Dios les limpie las legañas de los ojos de su alma. Solo escribo para aquello que aunque sea poca o mucha, tienen fe; solo escribo para aquellos que siente en su ser, la necesidad de calmar la sed del amor a Dios que les atormenta; para aquellos que siente la alegría que nos proporciona el vivir en la plena amistad del Señor; para aquellos que saben que en este mundo y en el universo, nada pasa que Dios no quiera que pase o permita que pase y que como quiera que Él nos ama tremendamente, todo absolutamente todo sea bueno o malo que nos ocurra, siempre es para nuestro bien aunque no lo comprendamos; solo escribo para aquellos que a pesar de las penalidades y sufrimientos de este mundo, estamos dichoso de haber sido elegidos para servirle en él al Señor; solo escribo para aquellos que al oír en nombre de María nuestra Señora, vibramos de amor hacia ella, cualesquiera que sea la advocación que sea, y soñamos con el día que podamos llegar al cielo. Unos tenemos menos y otros tiene más fe, pero todos vivimos en el deseo de que la gracias del Espíritu Santo se derrame en nuestro corazones aumentándonos nuestra fe y nos marque el camino a recorrer para amar cada día más al Señor. ¿Pero cómo vamos a conseguir que alguien que no cree en la existencia de Dios, pueda amar a Dios? Es imposible, no entremos al trapo de la discusión, por mucho que nos lo agiten ante nuestros ojos. A este respecto, me viene a la mente, una frase de San Josemaría Escrivá, que en su libro “Camino”, dice que: De la discusión nunca nace la luz porque la apaga el soplo de la pasión. Y teniendo en cuenta lo dicho, desgraciadamente me he visto en la obligación, de no publicar comentarios recibidos a los post que escribo en este blog, por su acritud peyorativa e injuriosa. Por favor señores si no son creyentes ¡déjenos en paz! Si creen que pueden amar de verdad a Dios, por medio de la religión que a su comodidad se han creado, no aceptando el camino de la Santa Iglesia católica, Yo no escribo para Vds., y no traten de auto justificarse, en sus conductas, pues nadie de nosotros les pedimos que se justifiquen. Lo que a Vds. les pasa ya lo tenían resuelto los romanos, con un aforismo que decía:”Justificatio non petita acusatio manifiesta”. Realmente lo que le ocurre al que carece de fe, o al que cree que la tiene, porque se atiene a esa personal religión que él mismo se ha creado, al margen de los mandatos divinos, es que vive inquieto y desahoga su inquietud arremetiendo contra los que creemos y no participamos de sus ideas. Tienen dentro de su ser, como todos nosotros también, esa impronta que Dios ha puesto en el ser humano para que se le busque, pero esa impronta que es de orden espiritual ella está oprimida por la materialidad del que no la pone en práctica. Ellos, en su soberbia, que es la madre de todo pecado, creen firmemente que si Dios existiese y fuese tan bueno como dicen los creyentes que lo es, no permitiría las miserias materiales de este mundo. Y no caen en la cuenta de que las miserias de este mundo son una consecuencia del mal uso que hace el hombre de todo lo que Dios ha creado, ofendiéndolo a Él, en definitiva las miserias de este mundo son una consecuencia del pecado. Esto, que es tan evidente y sencillo de comprender lo vemos nosotros, pero no todo el mundo, porque para comprender a Dios lo primero de todo es amarlo y el que no ama, nada entiende. El apego a la razón y a lo racional, les ciega a muchas personas de tal forma, que solo creen en lo que ven los ojos de su cara, los de su alma hace tiempo que los cerraron a cal y canto, a base de llevar una vida de continua ofensas a Dios, o quizás ¡de lo que es peor!, una vida de tibieza, pues nada hay más triste que la de creerse justificado sin estarlo. No es extraño que el Señor dijese: "Conozco tu conducta: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Ahora bien, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, voy a vomitarte de mi boca”. (Ap 3,1516). Más posibilidades hay de que se pueda enderezar la conducta de un depravado que la de un tibio, pues al menos el primero es consciente de su maldad. Cualquiera de nosotros sabe que es imposible ver a Dios con los ojos de nuestra cara, ni llegar a encontrarle buscándolo solamente con la razón. Es necesario emplear los recursos de nuestra alma y entre ellos el más fundamental: el amor. Sin amor es imposible encontrarse con Dios, y ello sencillamente porque Dios es amor y nada más que amor como reiterada y machaconamente nos lo señala el evangelista San Juan (1Jn 4,16). Resulta difícil por no decir imposible, ver la imagen de alguien si uno es ciego; si uno no ama, no puede conocer el amor, solo el que ama puede conocer al Amor. Luego posiblemente más tarde, la razón nos ayude a encajar las piezas del rompecabezas, que es llegar a Dios, pero para ello lo primero es amarle, lo cual es una consecuencia del encuentro con Él, porque cuando se le encuentra de verdad es imposible dejar de amarle, y después entregarse a Él, sin condicionamiento alguno, cerrando los ojos y confiando plenamente en la fuerza terrible de su amor. No se consigue nada con esta clase de personas, que por otro lado no te dejan ni a sol ni a sombra. Ellas, aunque uno no les diga nada, te ven como un exponente vivo que está en silencio continuamente reprobando su conciencia, y necesitan atacarte, necesitan decirte que estas equivocado, que son ellos los que están en lo cierto, que tu eres un retrógrado, que no vives con los tiempos que caminas hacia atrás, cuando resulta que los que caminan hacia atrás son los que, justifican y crean leyes para asesinar a cientos de miles de seres inocentes. Son los que quieren implantarnos la eutanasia, como en Holanda, donde resulta que cuando una persona tiene más de setenta años, no quiere entrar en un hospital holandés y emigran a Bélgica, Francia o Alemania, para que le curen en un hospital de cualquiera de estos países. Son los que tratan de romper la familia, creando matrimonios entre gays y lesbianas, y promueven para ganar votos, el fomento de la homosexualidad, imbuyéndoselo a los niños, como si esta anormalidad genética o enfermedad fuese o perteneciese al orden de la normalidad o de la racionalidad, todos son los claros instrumentos de las actuaciones demoniacas, aunque a algunos les cueste trabajo verlo así, porque ya hayan aceptado la idea de que el demonio no existe, y si existe es una angelical criatura que solo sueña en hacernos el bien. Por el contrario personalmente pienso que lo que siempre está tratando de hacernos satanás, es la puñeta. Y desde luego que por ahora lo está consiguiendo con muchos, aunque jamás llegará su triunfo total. En el fondo nos está haciendo un tremendo favor a los que soportamos todo esto, pues sin quererlo, nos está alfombrando nuestra escala para el cielo. Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
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