Martes, 24 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

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Punto y final sobre la homosexualidad (5)

por Juan García Inza

Este es el último capítulo que dedicamos al tema de la homosexualidad. Tema de rabiosa actualidad debido a la proliferación de manifestaciones, cuestiones y problemas que plantea en la actualidad. Como hemos dejado claro en artículos anteriores, no estamos juzgando ni condenando a personas, y menos a las que por "capricho" de la naturaleza, o debido a las circunstancias que han influido, han provocado en individuos concretos actitudes, costumbres, reacciones, e incluso criterios, no propios del sexo al que biológicamente pertenece. Estamos aclarando que la homosexualidad en sí no es una manifestación normal de la naturaleza humana. Dios creó al ser humano macho y hembra, hombre y mujer, con sus diferencias biológicas, fisiológicas, psicológicas, etc., para que fuesen un complemento y una ayuda mutua, y de esa relación normal entre ambos fueran llenando la tierra de otros seres humanos, de ambos sexos, iguales en dignidad y derechos, pero distintos en cuanto al sexo. La naturaleza no siempre cumple las leyes a la perfección, y surgen de vez en cuando, sin que nadie tenga la culpa, individuos con distintas carencias o malformaciones. Esos individuos son tan dignos como los demás de su especie, y están sometidos igualmente a la norma moral de conducta grabada en nuestra naturaleza y plasmada explícitamente en las tablas de la Ley de Dios. El sexto mandamiento, que nos habla de castidad, afecta a todos: casados, solteros, heterosexuales y homosexuales. Cada uno, con la ayuda de la Gracia de Dios, ha de intentar ser honesto y limpio en sus relaciones afectivas con los demás, y nunca se debe ir contra la propia naturaleza. Primero por amor de Dios, segundo por respeto a la dignidad del ser humano, y tercero porque la naturaleza NUNCA PERDONA, y normalmente pasa factura de los atentados que se cometen contra ella. Ahí tenemos un ejemplo claro en el SIDA que ya sabemos cuál es su origen y quiénes son los que más riesgo corren de contagio. Cuestiones que nos planteamos: 1. ¿Es admisible el matrimonio entre homosexuales? Radicalmente hay que responder que NO. Aunque haya leyes en algún lugar que puedan admitirlo. Eso es una aberración. Una cosa son las parejas de hecho que voluntariamente puedan darse entre homosexuales, como también entre heterosexuales, y otra cosa es el MATRIMONIO. No hay que confundir las cosas. Hay que ser más serios y llamarle a cada situación por su nombre. El MATRIMONIO, que es una institución natural, y elevada por Cristo a la categoría de Sacramento, no puede verse mancillado por una caprichosa y deshonesta práctica de intentar vivir una relación afectiva y sexual aberrante. El MATRIMONIO es una institución que merece todo el respeto y respaldo legal y social por ser el modo natural de formalizar un compromiso entre hombre y mujer para fundar una FAMILIA, ayudarse mutuamente con el complemento de ambos sexos, y crear un ambiente adecuado para la educación de los hijos, seres humanos que necesitan el clima adecuado para crecer sanos física y psíquicamente. Y esto no lo puede ofrecer una pareja de homosexuales por pura lógica. Que vivan como quieran, pero que no confundan los término. El MATRIMONIO es lo que es, y nada más. 2. ¿Es admisible la adopción de hijos por parte de parejas homosexuales? En el Congreso Internacional sobre "Educación, Familia y Vida", organizado por la Universidad Católica San Antonio de Murcia, los ponentes, primeras figuras internacionales sobre el tema de que se trataba., abordaron la cuestión. Uno de ellos fue el Cardenal Alfonso López Trujillo, Presidente del Pontificio Consejo de la Familia en la Santa Sede en ese momento. En su intervención, y en una rueda de prensa posterior afirmó rotundamente sobre esta cuestión que nos hemos planteado: "Es horrenda la concepción educativa que subyace a las adopciones de niños por parte de parejas homosexuales". Este experto mundial en la materia decía que no se pueden conculcar los derechos del niño a ser educado equilibradamente con padre y madre. No se pueden utilizar los niños "como objeto para llenar soledades". No se puede jugar con la dignidad humana, utilizando a los niños indefensos como instrumentos al servicio de nuestros vacíos sentimentales, o de las pasiones descontroladas. El Estado que permite esto atenta contra el derecho que asiste a los niños a vivir y ser educados como corresponde a su naturaleza. 3. ¿Puede un homosexual ser sacerdote o religioso/a? Interesante cuestión esta. En otros tiempos esta situación era un impedimento serio para acceder al sacerdocio o a la vida religiosa. Hoy las dificultades no son mayores, o distintas, que para una persona heterosexual. Para uno y para otros es cuestión de integrar la sexualidad en una opción de amor célibe. Lola Arrieta, religiosa Carmelita de la Caridad, afirma: Que una persona homosexual se integre o no en la vida religiosa, no puede argumentarse desde su condición de homosexual, sino desde el grado de integración, salud, apertura y sinceridad con la que se le hace posible acoger la vida y la vocación recibida....La persona con buena integración de su sexualidad, sea cual sea su orientación, es capaz de establecer relaciones profundamente positivas, compromiso en el amor en cualquier estilo de vida. El P. Jesuita Carlos Domínguez Morado afirma que "probablemente, han sido muchos los hombres y las mujeres homosexuales que, a lo largo de la historia de la Iglesia, han vivido honesta y creativamente su vocación de célibes por el Reino. Nunca sabremos lo que en su intimidad más profunda esto les significó de dolor y de grandeza". Lo importante es comprender que somos hijos de Dios, y que se puede asumir la situación de cada uno, siguiendo la auténtica vocación que Dios da, y comprometiéndose a entregarse de todo corazón a una vida de total compromiso con Dios y sus planes salvíficos, dando un sí rotundo a un celibato apostólico vivido con toda lealtad. Y en estas circunstancias, en la que siempre hay que evitar todo tipo de sospechas, hay que respetar a una persona que puede tener un cierto grado de anomalía, pero no hasta el punto de ser un obstáculo serio, y que asumida, llevada con dignidad, y vivida con la entereza del que busca la santidad en una entrega total del corazón a Dios, da de sí lo mejor que tiene para vivir el Evangelio sirviendo a los hermanos desde el celibato por el Reino de los Cielos. Con este capítulo damos por terminado nuestro trabajo sobre el tema de la homosexualidad, con el convencimiento de que ni mucho menos hemos intentado agotar el tema, que sigue abierto. Hemos intentado sentar los principios básicos desde el respeto más profundo a la persona, pero dejando claro que la virtud de la castidad obliga a todos desde la situación en que se encuentren. Y el que sufra algún tipo de anormalidad en este campo, que lo lleve con dignidad, sin complejos, y pida ayuda a Dios para encauzar cristianamente su afectividad por el camino que Dios lo llame. Y muchas gracias a los que habéis colaborado con vuestras opiniones en este tema que he planteado en mi Blog con la mejor de las intenciones. Juan García Inza

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