Lunes, 23 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

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Los nuevos saduceos.

por Juan del Carmelo

El otro día escribí sobre la trampa saducea, y para explicar en qué consistía esta, previamente hablé de los saduceos. También hace unos días escribí, hablando del emperador romano Juliano el apóstata y su política de erradicación del cristianismo, y vimos que nada nuevo acontece en este mundo que antes no haya tenido su precedente, y mira por donde, pensando en el cinismo de la política saducea en época de Nuestro Señor, le he encontrado su parangón actual, que es mucho más acusado que el de otras épocas históricas. Veamos. En época de Nuestro Señor, había en Israel dos grandes partidos políticos, los fariseos y los saduceos y también un pequeño partido que hoy llamaríamos extremista, que eran los zelotes enemigos acérrimos de la dominación romana. Todos los partidos, a la vez que eran políticos, también eran a su vez religiosos, pues en aquél entonces, en la mente de nadie se podía concebir ninguna actuación de de una persona, fuese esta pública o privada, de espaldas a Yahvéh. En otras palabras el laicismo era incomprensible y no solo para los judíos, sino también para los propios romanos que tenían sus propios dioses, o los griegos, o cualquier otro pueblo de los que habitaban la tierra. La impronta de la existencia divina y la de la búsqueda de Dios, con la que todos nacemos, a nadie se le había borrado. De los dos grandes partidos, la hermenéutica evangélica ha cargado sus tintas peyorativas contra los fariseos, cuando si se profundiza se ve que en este tema que eran mucho peores los saduceos. Los fariseos como en todas partes los había buenos y malos y según nos dicen los Evangelios, José de Arimatea, era fariseo, también lo era Nicodemo, y aunque no tuvo protagonismo evangélico, pero si lo tuvo en los hechos de los apóstoles, también era fariseo el gran rabino Gamaliel, del cual era discípulo San Pablo. Y muchos personajes evangélicos, aunque no lo declaren los evangelistas se da por sentado que lo eran, como puede ser Lázaro el gran amigo de Jesús. Fueron muchos los fariseos de buena fe, que después se hicieron cristianos. En cuanto a los saduceos, estos salen mejor librados de la hermenéutica evangélica, y sin embargo no se nos menciona ninguno que fuese amigo del señor. Ya dijimos que los saduceos surgen en el pueblo de Israel, hacia el año 175 a.C. como partido político religioso, en oposición a los fariseos. La diferencia entre ambos era muy sencilla. Los saduceos eran más políticos que religiosos, y los fariseos eran más religiosos que políticos. Los saduceos, y copio textualmente lo que escribí hace unos días: No eran antirreligiosos, pero creían que el bienestar de la nación, y tal como ellos lo concebían era lo esencial, y no permitían, que las consideraciones religiosas fueran decisivas en todos los asuntos. Si tú lector sustituyes el término “bienestar de la nación” por el de “necesidad de captar votos”, claramente verás a quienes me estoy refiriendo. Estamos rodeados de políticos que son unos nuevos saduceos, tanto en un lado como en el otro del hemiciclo, aunque más en un lado que en el otro. Estos nuevos saduceos se equivocan de cabo a rabo, creo que nunca han leído el salmo 126, que comienza diciendo: “Si Dios no construye la casa, en vano se afanan los constructores; si Dios no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas”. Y si lo han leído, o no se lo han tomado en serio, o quizás piensen, que eso no va con ellos. Ellos están exentos de las vulgaridades del pueblo y en especial de esa obsesión que algunos tienen con el tema de la religión, han sido escogidos en libre votación por el pueblo, y eso para ellos, es una patente de corso para vivir de espaldas al Señor. Y sin embargo, no se dan cuenta de que Dios está en todo, y Él es el Todo de todo. Él es el que hace ganar o perder las elecciones, no son los votos ni los votantes, y si cree conveniente que soportemos lo que estamos soportando, no olvidemos que todo es querido o permitido por Él, en razón de nuestro bien futuro. Porque, tal como rima el pareado:
Sea bueno o malo lo que recibamos, de sus divinas manos viene y es lo que más nos conviene aunque no lo comprendamos.
Al final, no pasa nada, que Él no quiera que pase. No es nuestro esfuerzo ni nuestra inteligencia lo que mueve el mundo, aunque seamos tan soberbios que así nos lo creamos. En el mundo, solo pasa lo que Él quiere que pase, y lo que pasa, Él lo quiere o lo permite, para que cumplimentemos todos, tanto los del lado derecho como los del izquierdo y los de las minorías del centro del hemiciclo, su máximo deseo, que es el de que acudamos a su amor. Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
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