Viernes, 22 de noviembre de 2024

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La avaricia en la vida pública

La avaricia en la vida pública

por Un alma para el mundo

 

La avaricia es el afán o deseo desordenado y excesivo de poseer riquezas para atesorarlas. La codicia, por su parte, es el afán excesivo de riquezas, sin necesidad de querer atesorarlas.

La codicia (o a veces la avaricia) se considera un pecado capital, y como tal, en cualquier sociedad y época, ha sido demostrada como un vicio. En efecto, al tratarse de un deseo que sobrepasa los límites de lo ordinario o lícito, se califica con este sustantivo actitudes peyorativas en lo referente a las riquezas.

La codicia es un término que describe muchos otros ejemplos de pecados. Estos incluyen deslealtad, traición deliberada, especialmente para el beneficio personal, como en el caso de dejarse sobornar. Búsqueda y acumulación de objetos, estafa,robo y asalto, especialmente con violencia, los engaños o la manipulación de la autoridad son todas acciones que pueden ser inspirados por la avaricia. Tales actos pueden incluir la simonía

Los budistas creen que la codicia está basada en una errada conexión material con la felicidad. Esto es causado por una perspectiva que exagera los aspectos de un objeto.


No hay nadie peor que el avaro consigo mismo, y ese es el justo pago de su maldad. (Jacob Mathan)

Dice el Libro del Eclesiastico:
14:3 ¿De qué le sirve la riqueza al mezquino y para qué tiene el avaro su fortuna?
14:4 El que acumula, privándose de todo, acumula para otros, y otros se darán buena vida con sus bienes. 
14:5 El que es malo consigo mismo ¿con quién será bueno? Ni él mismo disfruta de su fortuna. 
14:6 No hay nadie peor que el avaro consigo mismo, y ese es el justo pago de su maldad. 
14:7 Si hace algún bien, lo hace por descuido, y termina por revelar su malicia. 
14:8 Es un malvado el que mira con envidia, el que da vuelta la cara y menosprecia a los demás. 
14:9 El ojo del ambicioso no está satisfecho con su parte y la ruindad reseca el alma. 
14:10 El miserable mezquina el pan y tiene su mesa siempre vacía. 

 

Jesucristo dice: ¿De qué le sirve a un hombre ganar todo el oro del mundo si pierde su alma? (Mc. 8,36)

Evangelio según San Lucas 12,13-21.

Uno de la multitud le dijo: “Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia”. Jesús le respondió: “Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?”. Después les dijo: “Cuídense de toda avaricia, porque aún en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas”. Les dijo entonces una parábola: “Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho, y se preguntaba a sí mismo: ‘¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha’. Después pensó: ‘Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida’. Pero Dios le dijo: ‘Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?’. Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios”.

 
Demasiados casos de aavaricia se están dando en la vida pública. ¿No es posible la honradez en la política? Creo que sí. De hecho hay que pensar que la mayoría de políticos lo son. 

Yo no tengo nada más que decir. Cada uno que se aplique la doctrina moral así mismo, y que se note.

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