Cometas en el aire
Cometas en el aire
Ya sabemos lo que es un cometa. Un artilugio muy simple formado de varillas y papel o plástico, destinada a volar sujeta de un hilo. Cuanto más largo sea el hilo que sostiene el que la maneja, más alta subirá. Recuerdo de pequeño salir algunas tardes de otoño con mi padre a volar la cometa en un descampado.
Me ha llamado la atención en Colombia que este mes de agosto, allí otoño-invierno, sea declarado el mes de la cometa. Por todas partes te las encuentras. En los centros comerciales adornando los espacios comunes con cientos de sofisticadas cometas de todo el mundo, o en las orillas de las carreteras ofreciéndoselas al transeúntes como una mercancía popular. es el mes de las cometas porque el viento sopla mejor.
Recuerdo aquella película, tomada de una novela, que lleva por título COMETAS EN EL AIRE, y que se desarrolla en un país del medio oriente. Al final hay una magna competición de cometas que vuelas vertiginosamente tratando de ganar espacio a las otras.
Bueno, pero mi intención no es hablar de estos pintorescos artilugios. Mi propósito es ofrecer una consideración espiritual. La vida cristiana debe ser sencilla como una cometa. está llamada a elevarse lo más alto posible. Para ello hay que ponerse a favor del viento del Espíritu que sopla donde quiere. Hay un hilo que la mantiene en alto, y que yo identifico con la dirección espiritual. El director de nuestra alma, de nuestra cometa, nos mantiene en tensión con sus indicaciones, sus sugerencias, su oración, su preocupación por nosotros. Hemos de evitar la tentación cuando estamos en lo alto de cortar el hilo que nos une al maestro espiritual para volar por nuestra cuenta. Iríamos a la deriva y terminaríamos enredados en cualquier obstáculo del camino. El director de nuestra alma sabrá cuando hay que soltar hilo, o cuando hay que ir tirando de él o recogiéndolo según las circunstancias.
No se trata de competir con nadie para ver quien vuela más alto. Se trata sencillamente de mantener la altura conveniente para estar muy cerca de Dios. Desde lo alto la cosas se ven mejor. El que maneja los hilos se ve más pequeño. Seguramente él no podrá subir a tal altura, pero sin él yo no subiría nada, quedaría tirado en el suelo sin esperanza de volar.
No hay meses específicos para este tipo de cometas que somos nosotros. Siempre es tiempo de volar. Lo haremos con cosas sencillas, como las varillas y el papel, pero pendientes de un hilo, que es la gracia de Dios que nos llega por el conducto reglamentario. No nos podemos fiar de nosotros mismos. Ni podemos ser tan soberbios pensando que nos valemos bien solos. La vida espiritual es algo tan valioso y delicado que no podemos dejarla a la intemperie, a merced del viento que sopla. Puede dar al traste con todo nuestro proyecto de vida.
Es importante que busquemos a la persona indicada que tenga la caridad de tomar sobre sí el peso de nuestra alma. No busquemos a la personas, sacerdote o no, más ilustrado, mas perfecto humanamente, busquemos al más santo porque de eso se trata, de alcanzar la altura de la santidad.
La vida de la Iglesia debería ser toda un baile de "cometas" en el aire, de almas volando hacia Dios dirigidos con mano experta que mantiene en tensión el hilo de la Gracia. Unos subirán más que otros, pero no se trata de hacer competencias, sino de subir, ascender, hasta donde Dios quiera. Como dice San Juan de la Cruz: "Voló tan alto, tan alto,que le dio a la caza alcance". Todo debemos ser una cometa que vuela con la alegría del que se divierte subiendo a las alturas.
Juan García Inza