La música como arma de evangelización
por No tengáis miedo
A lo largo de los siglos, el arte ha estado al servicio de la evangelización: pintura, escultura, arquitectura, literatura, música… todas las variantes artísticas fueron útiles herramientas para acercar la Buena Nueva del Evangelio a los hombres. En cada época, además, se hizo según el estilo imperante que el mundo seguía.
Nuestro tiempo, sin embargo, parece en esto una excepción. Hablamos y hablamos de nueva evangelización, teorizamos, proponemos, intentamos… se hacen ingentes esfuerzos. Y no deja de llamarme la atención que en dichos esfuerzos obviemos, o rechacemos, hablarles a los hombres de hoy en su lenguaje. Lo aterrizo en el campo que me toca más de cerca, que como saben es recurrente en mi blog (la cabra tira al monte): la música.
La música es un arma poderosísima en nuestra generación, y en las que vienen por detrás. Hemos crecido con “bandas sonoras”. Bastaría observar todo lo que se mueve alrededor de los más importantes grupos/cantantes. Y actualmente también hay grandes músicos cristianos, reconocidos mundialmente. Se podrían citar muchos: Hillsong, Delirious, Jesus Culture, Tercer Cielo, Chris Tomlin, Jesús Adrián Romero, Marcos Witt, Marcela Gándara, Marco Barrientos… la lista sería interminable. ¿No le suena ninguno? Pues eso es lo preocupante: millones de personas escuchan sus discos, y en España pasan desapercibidos entre aquellos que se dan caramonazos contra la pared y se devanan los sesos pensando en cómo llegar a los hombres de hoy en día. ¿Por qué no se conocen? ¡Porque son evangélicos! Músicos profesionales, pero evangélicos. Hecho que hace que su música, sus canciones, queden excluidos para una mayoría de cristianos en nuestro país. Aquí ya lo vemos siempre en los comentarios: “pues hazte evángelico”, “qué va a venir a enseñarme un evangélico”, “no debemos acomplejarnos ante los evangélicos”, etc. Ninguna de ellas es la cuestión. Yo no querría hacerme evangélico, ni ando acomplejado ante ellos. Ni, como ya he escrito en multitud de ocasiones, quisiera que se perdiera el legado musical católico de siglos de historia, que por supuesto hay que cuidar y valorar como el tesoro que es. Ni digo que la música sea una solución en sí; está claro que es una herramienta. Pero lo cortés no quita lo valiente, y no me duele en prendas tomar lo mejor de lo que otros hacen actualmente. Aún no he escuchado una sola frase en sus canciones, ni una, que contradiga en algo a la fe católica. Es más: mientras muchas de las iniciativas musicales católicas se mueven en la dinámica, y perdónenme la expresión, de “Jesús mi colega”, estos grupos hacen música de profunda adoración, de gozosa alabanza, o en definitiva, de oración. Rechazarlos sin más es una pobreza enorme. Ojalá tuvieran la oportunidad de ir a alguno de los dos conciertos que Hillsong dará en España en septiembre; si se tiene un corazón limpio y dispuesto, es imposible acudir y negar a la salida que el Espíritu Santo ha estado presente.
Voy más allá: la mayoría de estos grupos y cantantes sufren públicos ataques, por parte de los propios evangélicos, a causa de su denodado esfuerzo ecuménico, y sus constantes puentes de acercamiento a la Iglesia Católica. Para muestra de este acercamiento, he aquí una canción de Hillsong:
https://www.youtube.com/watch?v=S33dYI6HUP0
Es tristísimo que, tantas veces, no sólo despreciemos su música, sino que desde nuestra orilla nos sumemos a los fanáticos que destruyen estos puentes. Cabría pensar, quizás, si no estaremos entre aquellos católicos en nombre de quienes el Papa ha pedido perdón a las comunidades evangélicas: los que atacan, los que condenan, los que desunen. Aunque claro, si tenemos en cuenta que con estos gestos muchos piensan que Francisco es también un maldito hereje…
El Espíritu Santo asiste constantemente a su Iglesia, y en este tiempo es palpable cómo levanta una preciosa ola de unción. Ojalá no estemos parapetados contra su soplo.