Sábado, 02 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Blog

Corpus Christi: Ser alimento para los demás

por Palabaras para vivir

“Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que come de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo” (Jn 6, 51-52)

         Las palabras de Cristo en las que se define a sí mismo como “pan”, como alimento que da la vida, no son sólo metáforas o símbolos. La fe en la presencia real del Señor en la Eucaristía nos permite entender lo que era casi imposible para la mentalidad judía de la época de Cristo. Nosotros sabemos, por fe y por experiencia, que ahí está verdaderamente presente el Señor y que alimentarse de su carne y de su sangre lleva consigo la vida.

         Sin embargo, esto –la ayuda que recibimos del Señor- es sólo un aspecto de la Eucaristía. Hay otro: Cristo se nos da como alimento no sólo para fortalecernos a nosotros, sino para que, recuperados de nuestras fatigas, llevemos la fuerza que de Dios hemos recibido a los que carecen de ella.

         Por eso, esta semana, la “palabra de vida” nos invita a intentar ser nosotros alimento para los demás, fortaleza y consuelo para los demás, lo mismo que el Señor lo ha sido y lo sigue siendo para nosotros. Si Cristo ha sido alimento para nosotros, seámoslo nosotros para todos aquellos que están necesitados de ayuda, de consuelo, de esperanza.

“Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que come de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo” (Jn 6, 51-52)

         Las palabras de Cristo en las que se define a sí mismo como “pan”, como alimento que da la vida, no son sólo metáforas o símbolos. La fe en la presencia real del Señor en la Eucaristía nos permite entender lo que era casi imposible para la mentalidad judía de la época de Cristo. Nosotros sabemos, por fe y por experiencia, que ahí está verdaderamente presente el Señor y que alimentarse de su carne y de su sangre lleva consigo la vida.

         Sin embargo, esto –la ayuda que recibimos del Señor- es sólo un aspecto de la Eucaristía. Hay otro: Cristo se nos da como alimento no sólo para fortalecernos a nosotros, sino para que, recuperados de nuestras fatigas, llevemos la fuerza que de Dios hemos recibido a los que carecen de ella.

         Por eso, esta semana, la “palabra de vida” nos invita a intentar ser nosotros alimento para los demás, fortaleza y consuelo para los demás, lo mismo que el Señor lo ha sido y lo sigue siendo para nosotros. Si Cristo ha sido alimento para nosotros, seámoslo nosotros para todos aquellos que están necesitados de ayuda, de consuelo, de esperanza.

“Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que come de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo” (Jn 6, 51-52)

         Las palabras de Cristo en las que se define a sí mismo como “pan”, como alimento que da la vida, no son sólo metáforas o símbolos. La fe en la presencia real del Señor en la Eucaristía nos permite entender lo que era casi imposible para la mentalidad judía de la época de Cristo. Nosotros sabemos, por fe y por experiencia, que ahí está verdaderamente presente el Señor y que alimentarse de su carne y de su sangre lleva consigo la vida.

         Sin embargo, esto –la ayuda que recibimos del Señor- es sólo un aspecto de la Eucaristía. Hay otro: Cristo se nos da como alimento no sólo para fortalecernos a nosotros, sino para que, recuperados de nuestras fatigas, llevemos la fuerza que de Dios hemos recibido a los que carecen de ella.

         Por eso, esta semana, la “palabra de vida” nos invita a intentar ser nosotros alimento para los demás, fortaleza y consuelo para los demás, lo mismo que el Señor lo ha sido y lo sigue siendo para nosotros. Si Cristo ha sido alimento para nosotros, seámoslo nosotros para todos aquellos que están necesitados de ayuda, de consuelo, de esperanza.

“Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que come de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo” (Jn 6, 51-52)

         Las palabras de Cristo en las que se define a sí mismo como “pan”, como alimento que da la vida, no son sólo metáforas o símbolos. La fe en la presencia real del Señor en la Eucaristía nos permite entender lo que era casi imposible para la mentalidad judía de la época de Cristo. Nosotros sabemos, por fe y por experiencia, que ahí está verdaderamente presente el Señor y que alimentarse de su carne y de su sangre lleva consigo la vida.

         Sin embargo, esto –la ayuda que recibimos del Señor- es sólo un aspecto de la Eucaristía. Hay otro: Cristo se nos da como alimento no sólo para fortalecernos a nosotros, sino para que, recuperados de nuestras fatigas, llevemos la fuerza que de Dios hemos recibido a los que carecen de ella.

         Por eso, esta semana, la “palabra de vida” nos invita a intentar ser nosotros alimento para los demás, fortaleza y consuelo para los demás, lo mismo que el Señor lo ha sido y lo sigue siendo para nosotros. Si Cristo ha sido alimento para nosotros, seámoslo nosotros para todos aquellos que están necesitados de ayuda, de consuelo, de esperanza.

“Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que come de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo” (Jn 6, 51-52)

         Las palabras de Cristo en las que se define a sí mismo como “pan”, como alimento que da la vida, no son sólo metáforas o símbolos. La fe en la presencia real del Señor en la Eucaristía nos permite entender lo que era casi imposible para la mentalidad judía de la época de Cristo. Nosotros sabemos, por fe y por experiencia, que ahí está verdaderamente presente el Señor y que alimentarse de su carne y de su sangre lleva consigo la vida.

         Sin embargo, esto –la ayuda que recibimos del Señor- es sólo un aspecto de la Eucaristía. Hay otro: Cristo se nos da como alimento no sólo para fortalecernos a nosotros, sino para que, recuperados de nuestras fatigas, llevemos la fuerza que de Dios hemos recibido a los que carecen de ella.

         Por eso, esta semana, la “palabra de vida” nos invita a intentar ser nosotros alimento para los demás, fortaleza y consuelo para los demás, lo mismo que el Señor lo ha sido y lo sigue siendo para nosotros. Si Cristo ha sido alimento para nosotros, seámoslo nosotros para todos aquellos que están necesitados de ayuda, de consuelo, de esperanza.

“Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que come de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo” (Jn 6, 51-52)

         Las palabras de Cristo en las que se define a sí mismo como “pan”, como alimento que da la vida, no son sólo metáforas o símbolos. La fe en la presencia real del Señor en la Eucaristía nos permite entender lo que era casi imposible para la mentalidad judía de la época de Cristo. Nosotros sabemos, por fe y por experiencia, que ahí está verdaderamente presente el Señor y que alimentarse de su carne y de su sangre lleva consigo la vida.

         Sin embargo, esto –la ayuda que recibimos del Señor- es sólo un aspecto de la Eucaristía. Hay otro: Cristo se nos da como alimento no sólo para fortalecernos a nosotros, sino para que, recuperados de nuestras fatigas, llevemos la fuerza que de Dios hemos recibido a los que carecen de ella.

         Por eso, esta semana, la “palabra de vida” nos invita a intentar ser nosotros alimento para los demás, fortaleza y consuelo para los demás, lo mismo que el Señor lo ha sido y lo sigue siendo para nosotros. Si Cristo ha sido alimento para nosotros, seámoslo nosotros para todos aquellos que están necesitados de ayuda, de consuelo, de esperanza.

“Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que come de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo” (Jn 6, 51-52)

Las palabras de Cristo en las que se define a sí mismo como “pan”, como alimento que da la vida, no son sólo metáforas o símbolos. La fe en la presencia real del Señor en la Eucaristía nos permite entender lo que era casi imposible para la mentalidad judía de la época de Cristo. Nosotros sabemos, por fe y por experiencia, que ahí está verdaderamente presente el Señor y que alimentarse de su carne y de su sangre lleva consigo la vida.

Sin embargo, esto –la ayuda que recibimos del Señor- es sólo un aspecto de la Eucaristía. Hay otro: Cristo se nos da como alimento no sólo para fortalecernos a nosotros, sino para que, recuperados de nuestras fatigas, llevemos la fuerza que de Dios hemos recibido a los que carecen de ella.

Por eso, esta semana, la “palabra de vida” nos invita a intentar ser nosotros alimento para los demás, fortaleza y consuelo para los demás, lo mismo que el Señor lo ha sido y lo sigue siendo para nosotros. Si Cristo ha sido alimento para nosotros, seámoslo nosotros para todos aquellos que están necesitados de ayuda, de consuelo, de esperanza.
 
Comentarios
5€ Tu donativo es vital para mantener Religión en Libertad
10€ Gracias a tu donativo habrá personas que podrán conocer a Dios
50€ Con tu ayuda podremos llevar esperanza a las periferias digitales
Otra cantidad Tu donativo es vital para mantener Religión en Libertad
Tu donativo es vital para mantener Religión en Libertad
Si prefieres, contacta con nosotros en el 680 30 39 15 de lunes a viernes de 9:00h a 15:30h
Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter

¡No te pierdas las mejores historias de hoy!

Suscríbete GRATIS a nuestra newsletter diaria

REL te recomienda