Bondad de lo que nos sucede

Lo que nos sucede…, en la mayoría de los casos, escapa a nuestro control. Unas veces lo planeamos todo meticulosamente y sin embargo las cosas no salen conforme a nuestros cálculos y esperanzas. Desde luego, que para una pobre mente humana, como son todas las que nosotros tenemos, le resulta imposible  dominar todos los imponderables que nos rodean. Y desde luego que si nos ponemos a analizar el origen de estos imponderables, que nos han llevado al fracaso  o al éxito, descubrimos enseguida que no todos ellos son de carácter natural, sino que a estos se unen otros también decisivos de carácter sobrenatural, sean estos de origen divino o demoniaco, porque no olvidemos nunca, que las actuaciones demoniacas tienen una gran presencia en las conductas humanas. El periodista católico Georges Huber, nos dice que el demoño: “Puede jugar con las realidades materiales como un niño juega con las canicas”.

Hay veces que lo que nos sucede es de nuestro agrado, pero en la mayoría de las veces esto no es así. Pueden ser pequeñas contradicciones, que nos tuercen lo que hubiese sido nuestro deseo, pero hay otras en que se trata de verdaderas tragedias como pueden ser por ejemplo la pérdida de un ser querido o una debacle económica no esperada y por supuesto tampoco deseada. En todo caso ni en este mundo ni fuera de él, nada ocurre que previamente haya sido querido o permitido por Dios. "29 ¿No se venden dos pajaritos por un as? Sin embargo ni uno de ellos cae en tierra sin la voluntad de vuestro Padre. 30 Cuanto a vosotros, aun los cabellos todos de vuestra cabeza están contados. 31 No temáis, pues valéis más que muchos pajaritos”. (Mt 10, 29-31). San Pablo en su epístola a los romanos también nos dice: “Nada ni real ni imaginable escapa a la divina providencia”. (Rm 8, 38-39).

            A primera vista todo esto se compagina muy mal con el principio, de que Dios nos ama y que está siempre cuidándonos como si fuésemos la única criatura suya existente en este mundo. Y sin embargo la realidad es esa. Dios desea ardientemente la salvación de todo ser humano, mucho más de lo que nosotros podemos suponer, aunque estemos renegando de Él y no aceptemos su amor y en muchos casos ni siquiera su existencia. En teología se enuncia un principio básico que es la llamada: voluntad universal salvífica de Dios. Es lógico que esta sea, la voluntad de nuestro Creador, porque humanamente to el que crea algo ama su creación.

Hemos sido creados por razón de amor. Brot Etienne a este respecto nos dice que: “Ese Dios trinitario, acostumbrado desde toda la eternidad a un amor interpersonal del pureza perfecta, ha sido, pues, totalmente desinteresado en su obra creadora, no pensando en modo alguno en Sí mismo, en su recreo o en su satisfacción personal, sino únicamente en el bien y en el interés de sus criaturas a las que quiso dar todo lo que Él es y todo lo que tiene, excepto algo cuya importancia crecerá a raíz del pecado original; no les ha dado, ni les dará jamás, su inalienable naturaleza de Creador. Serán pues criaturas eternamente y se beneficiarán de Sus dones, no por naturaleza, sino por la gracia”.

            Él desea ardientemente la eterna salvación de todos y así San Pablo en dos distintas ocasiones trato este tema del deseo divino de que todo el mundo se salve: “4 el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. 5 Porque uno es Dios, uno también el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, 6 que se entregó a si mismo para redención de todos; testimonio dado a su tiempo”.  (1Tm 2, 4-6). También en el parágrafo 851 de nuestro Catecismo podemos leer: “…Dios quiere la salvación de todos por el conocimiento de la verdad. La salvación se encuentra en la verdad. Los que obedecen a la moción del Espíritu de verdad están ya en el camino de la salvación; pero la Iglesia a quien esta verdad ha sido confiada, debe ir al encuentro de los que la buscan para ofrecérsela. Porque cree en el designio universal de salvación, la Iglesia debe ser misionera”.

             Y si Dios desea que todos nos salvemos,  porqué la intervención divina en nosotros, parece muchas veces que no nos facilita las cosas. San Pablo nos dice a este respecto, dirigiéndose a los romanos: "28 Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio. 29 Pues a los que de antemano conoció, también los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera Él, el primogénito entre muchos hermanos; 30 y a los que predestinó, a ésos también los justificó; a los que justificó, a ésos también los glorificó. 31 Ante esto ¿qué diremos? Si Dios está por nosotros ¿quién contra nosotros? 32 El que no perdonó ni a su propio Hijo, antes bien le entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará con él graciosamente todas las cosas? 33 ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios es quien justifica”. (Rm. 8,28-33).

            Para comprender bien la actuación divina en nosotros y en relación a nuestra peticiones, hemos de tener presente que a Dios le interesa más, pero mucho más, nuestra vida espiritual que nuestra vida material y nosotros, actuamos al contrario, es decir, valoramos más nuestra vida corporal material que nuestra vida espiritual. Cuando nosotros le hacemos una petición a Dios, si esta es de carácter espiritual, tenemos casi el 100% de probabilidades de lograr lo que pedimos. Pero la realidad es que el gran volumen de nuestras peticiones son todas ellas de carácter material. Cuando Dios ve que una petición puede poner en peligro nuestra eterna salvación nos la deniega siempre.

            Tenemos que pensar que todo lo que nos sucede es bueno para nuestra salvación eterna, aunque nosotros no lo veamos así, porque nuestra mirada es siempre referida a lo material, hecha con los ojos materiales de nuestra cara y no con los ojos espirituales de nuestra alma.

                                                           “Sea bueno o malo lo que recibamos,

de tus divinas manos viene

y es lo que nos conviene,

aunque no lo comprendamos”.

            Aprendámonos estos pareados, a modo de jaculatoria y digámonoslos, ante cualquier golpe, contradicción o disgusto que recibamos, porque además de servirnos de consuelo, siempre fortalecerá nuestro ánimo al recordarnos que Dios no lo envía o lo permite para nuestro bien y ello nos dará al final una mayor gloria el día que lleguemos a su presencia.

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema.

1. Libro. DEL SUFRIMIENTO A LA FELICIDAD.- www.readontime.com/isbn=8460999858
2. Libro. LA HUELLA DE DIOS. Isbn.- www.readontime.com/isbn=9788461164523
3. Libro. CONVERSACIONES CON MI ÁNGEL.- www.readontime.com/isbn=9788461179190
4. Libro. DEL MÁS ACÁ AL MÁS ALLÁ.- www.readontime.com/isbn=9788461154913
5. Libro. ASEVERACIONES DEL SEÑOR.- http://www.readontime.com/ROT/dagosola/aseveraciones-del-senor_9788461557097.html

• 350l.- Voluntad y deseo       02-05-11
• 394v.- ¿Amo yo tu voluntad, Señor?            29-07-11
• 614j.-  Voluntad divina, voluntad humana   11-10-12
• 672l.-  Asumir la voluntad divina     04-02-13
• 590v.-  Hagase tu voluntad… 24-08-12
• 807j.-  Aceptar lo que somos 31-10-13
• 570d.- Aceptar la voluntad del Señor           15-07-12
• 331v.-  Cumplimentar su voluntad    25-03-11
• 534v.-  Señor, ¿cuál es tu voluntad?  04-05-12
• 701m.- Tu voluntad Señor      02-04-13
• 756d.-  Conocer tu voluntad Señor    21-07-13
• 859x.-  # Nuestro conocimiento de la divina voluntad         12-02-14
• 789x.-  Luchar por servirte     25-09-13 

La fecha que figura a continuación de cada glosa, es la de su publicación en la revista ReL, en la cual se puede leer la glosa de que se trate.

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