Domingo, 22 de diciembre de 2024

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A los 50 años de una llamada de Dios

A los 50 años de una llamada de Dios

por Un alma para el mundo

 

            La Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz es una asociación de clérigos, intrínsecamente unida a la Prelatura, a la que actualmente pertenecen unos 4.000 socios. Está compuesta por los sacerdotes de la prelatura y por otros presbíteros y diáconos diocesanos. El prelado del Opus Dei es el presidente de la sociedad.

                 En el 2014 se cumplen cincuenta años que me incorporé a la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz. Como en el 14 de febrero se celebra el aniversario de su Fundación, quiero dejar constancia de mi testimonio como sacerdote diocesano de Cartagena (Murcia-España).

            Mi relación con el Opus Dei ya comenzó antes de irme al Seminario. Por la parroquia de mi pueblo, junto al Mar Menor,  iban sacerdotes de la Obra para atender a grupos de seglares que recibían formación periódicamente. Con el tiempo fue naciendo en mí la Vocación sacerdotal, y al terminar los estudios de bachiller ingresé en el Seminario Mayor de la Diócesis. Ya estando en el Seminario, pasado un tiempo, comencé a tener una relación asidua con el que abría de ser mi director espiritual. En la Obra fui encontrando la ayuda necesaria para mi vida interior que, junto con la que recibía de los formadores del Seminario, me iba marcando claramente  el itinerario que habría de tomar mi sacerdocio futuro.


            Cuando me ordené de Subdiácono (orden que ya no existe) participé en la primera Misa de un compañero de un curso superior al mío. Era el día de San Pedro. Yo sentía ya un gran deseo de incorporarme a esta Asociación Sacerdotal, sobre todo teniendo en cuenta que el Concilio que se estaba celebrando recomendaba este tipo de asociaciones que ayudaran al sacerdote a vivir su vocación en el mundo. Corría el año 1964, y al terminar la Misa Solemne solicité por escrito al Fundador de la Obra mi admisión como miembro de esta Asociación. Al poco tiempo me vino la aprobación de dicha solicitud. Me quedaba un año para ser sacerdote.

            El último año en el Seminario lo pasé muy feliz, con la ilusión puesta en un sacerdocio ya muy cercano. La relación con la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz fue cada vez más estrecha, y me ayudaba a intentar ser un buen compañero, a poner mucho interés en mi formación, a llevar con solicitud mi vida espiritual, etc. Tenía muy clavada en la mente y en el corazón la llamada universal a la santidad que tanto predicaba San Josemaría, y que pasó a ser doctrina común con el Concilio Vaticano II.

            Al ordenarme de sacerdote, y empezar mi labor pastoral, aprecié mucho más la ayuda que suponía el verme acompañado por compañeros y amigos que velaban por tu bien espiritual.  Nunca me encontré solo, aunque estuviera en parroquias distantes. Debo reconocer que los compañeros con los que he compartido mis tareas pastorales,  supusieron para mí una ayuda muy valiosa.

            Los años me han ido llevando por distintos lugares: parroquias, Universidad, colegios, etc. Nuca me ha faltado el apoyo humano y espiritual hasta el día de hoy.

            Soy sacerdote diocesano desde mi ordenación. Pertenezco a una Diócesis concreta. Presto obediencia exclusiva a mi Obispo. Soy un miembro más del Presbiterio Diocesano. Es decir, soy uno de tantos curas que trabajan en la viña del Señor. Pero, gracias a Dios, cuento con la ayuda que supone una fraternidad elegida con la libertad que Dios me ha dado y la Iglesia me reconoce que, unida a esa gran fraternidad del resto del clero, intento humildemente servir a Dios y a las almas lo mejor que se, y que, con el apoyo de mi Obispo, puedo seguir un camino espiritual netamente secular bendecido por la Iglesia, y que tanto bien está haciendo a muchos sacerdotes y seminaristas.

            Como dice el Papa Francisco, hay que fomentar las comunidades, las familias espirituales que, tanto en los seglares como en los sacerdotes, ayuden a seguir al Señor por el camino que El marca, salvando siempre la unidad y el amor fraterno entre todos.

            Agradezco a Dios  estos 50 años en la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, y doy fe de lo mucho que a mí me ha ayudado, y puede ayudar a los que Dios llame por este camino sacerdotal.

 

Juan García Inza

juan.garciainza@gmail.com

 

 

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