Domingo, 22 de diciembre de 2024

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Más sobre Medjugorje

Más sobre Medjugorje

por Un alma para el mundo

 

 

        Medjugorje está de palpitante actualidad. La Comisión que ha estudiado el fenómeno de aquel pueblo bosnio ya ha entregado al Papa sus conclusiones. Él tiene la última palabra, y nada fácil por sus repercusiones a nivel mundial. Pero el Papa Francisco no tiene nada de diplomático, y lo que tenga que decir lo hará con toda sinceridad y paz. Pedirá luces al Espíritu Santo, y a la Virgen María para decantarse por un juicio recto.

 

     ¿Cuál es mi opinión? No tiene el más mínimo valor en relación con la última palabra de la Iglesia, pero es mi opinión. Ya la he manifestado varias veces en este medio, y traigo de nuevo lo expuesto en el artículo que publiqué el 16 de agosto del año 2013 en este mismo Blog. Mantengo invariablemente todo lo que allí dije. ¡Ojalá me equivoque en algunas de mis afirmaciones, que hago con todo cariño a aquella tierra tan querida!

 

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                  Yo estoy yendo a Medjugorje desde hace bastantes años. Mi último viaje fue  en el mes de julio pasado acompañando a un grupo de personas. El ambiente allí como siempre. Volvimos contentos. Pero cada vez  veo este lugar con ojos más serenos y, tal vez, con más profundidad.

                Yo distinguiría la Medjugorje como lugar de oración, de convivencia, de encuentro serio con el Señor y la Virgen en la oración personal y de grupo, y la otra Medjugorje de la obsesión por las apariciones, los mensajes y las cosas maravillosas.

                Dije en su momento que con este comentario iba a sorprender a más de uno. Y así fue.  Yo he publicado un libro y muchos artículos sobre el tema. He dado conferencias. He animado a muchos a peregrinar a aquel lugar. Pero quiero, a estas alturas, delimitar algunos campos. Si hubo, o hay, apariciones de la Virgen yo no lo sé.  Yo no soy vidente. Además no es ningún dogma de fe. Se puede o no creer  y seguir siendo el mismo entusiasta por la Virgen.

                Medjugorje  como lugar de profunda espiritualidad, de oración y de conversión es indiscutible. Los frutos están ahí. Y yo recomiendo ir como se va a un retiro espiritual, a unos días de convivencia en paz. Vienes renovado, como vienes después de hacer el camino de Santiago, unos días de soledad en un monasterio, una visita a cualquiera de los santuarios Marianos (Lourdes, Fátima, Torreciudad, Garabandal, Escorial…). Lo que no me llena tanto es la otra cara de Medjugorje, la que busca las apariciones, los signos en el cielo, lo maravilloso, las lágrimas de la Virgen, el fanatismo por ver y tocar a cualquiera de los “videntes”, el subir a todos los “montes sagrados” del lugar. A muchos le “hace bien esto”, les ilusiona, y no tengo nada que decir al respecto.  A mí no me llama tanto la atención. Cuando voy no suelo acudir a ninguna cita masiva con los videntes, ni a ninguna aparición programada, ni a escuchar mensajes especiales. Me llena más un tiempo de oración ante la Sagrario, en el confesionario, concelebrando la Santa Misa, y adorando al Santísimo en las horas silenciosas de la noche, bajo un cielo estrellado. Esta es la Medjugorje que a mí me llena.

                Siempre que he hablado de Medjugorje, y en mi libro está consignado, he manifestado mi total sometimiento al dictamen que la Iglesia haga sobre los fenómenos sobrenaturales de este lugar. Da la impresión de que la Comisión que ha estudiado el caso bajo el Pontificado de Benedicto XVI no va a ser muy favorable a la existencia de fenómenos sobrenaturales extraordinarios, sobre todo teniendo en cuenta que se sigue afirmando al día de hoy que la Virgen se sigue apareciendo y dando mensajes, y eso compromete mucho. Sí deja constancia del bien que allí se está haciendo a millones de personas, y va a recomendar, seguramente,  que se siga acudiendo a este lugar de oración como se va a otros santuarios marianos.  El Señor y la Virgen están presentes allí donde dos o más se reúnen en su  nombre. Y ciertos lugares, como este, propician  ese encuentro en la fe.

                Seguimos pendiente de la voz de la Iglesia. Pero diga lo que diga, yo me inclino por un Medjugorje iluminado por la Verdad del Evangelio, fuente de Gracia del Dios Misericordioso, lleno de fervor eucarístico, abierto al amor fraternal. No hace falta que la Virgen tenga que aparecerse cada día, a hora fija, para que creamos en ella. María está siempre a nuestro lado, y si en un lugar concreto se le venera con entusiasmo, allí podemos ir, sin más signos prodigiosos que contemplar como las ovejas descarriadas vuelven al redil, y como el Buen Pastor nos abraza a todos y nos lleva al buen “pasto” de la Palabra y la Eucaristía .

              Ya dije en su momento que  si alguno se ha sentido desilusionado, que piense que no hay milagro más grande que el eucarístico, y ese lo tenemos cada vez que se celebra la Santa Misa en cualquier parte del mundo y, por supuesto, en Medjugorje con el fervor que allí se trata al Señor. Como decía un joven sacerdote: -Fui a Medjugorje buscando a la Virgen y me encontré con el Señor.   

Juan García Inza
juan.garciainza@gmail.com

 

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