Ingratitud hacia Europa
Ingratitud hacia Europa
por Duc in altum!
El que Europa esté pasando por una crisis de fe, no significa que haya que lanzar por la borda el bagaje humano-cristiano de tantos hombres y mujeres que han dado su vida a favor de la Iglesia. No olvidemos que España sigue siendo el país con el mayor número de misioneros. Mientras muchas órdenes y congregaciones religiosas pretenden huir de las sociedades europeas por considerarlas –a veces, con razón- hostiles al cristianismo, la propuesta es que permanezcan, renunciando al derrotismo. ¿Se imaginan a San Pablo huyendo de las ciudades que planteaban mayores obstáculos para la difusión del Evangelio? El continente no es una causa perdida. Ahora bien, antes de hacer promoción vocacional, se impone la tarea de evangelizar, pues si casi nadie conoce a Jesús, difícilmente surgirán nuevas vocaciones.
La cuestión de fondo; especialmente, entre los intelectuales de izquierda, tiene que ver con el rencor acumulado por una serie de procesos históricos inacabados, pues todavía hay muchas personas que asocian a la Iglesia en Europa con las colonias americanas. En otras palabras, cada vez que hay un nombramiento en el que se designa a un latinoamericano, se entiende como un golpe a los “antiguos opresores”, cuando –en realidad- significa la elección de alguien calificado para una tarea. Hay que dar vuelta de hoja. No se trata de canonizar todos los capítulos de la historia europea; sin embargo, tampoco de caer en la ingratitud, aceptando una serie de leyendas negras que distan mucho de lo que sucedió en realidad.
En medio del debate, no faltan los que quisieran que la Santa Sede se trasladara a un país tercermundista, olvidándose para siempre del Vaticano; sin embargo, una vez más se pierde de vista lo esencial, pues la Iglesia no es sinónimo de populismo. Le pese a quien le pese, Pedro murió en Roma y eso le da un significado especial a la basílica que lleva su nombre. Descentralizarlo todo y hacer del Papa un obispo desconectado del ministerio Petrino -cuyo carisma le da una posición jerárquica- traería consigo una confusión generalizada, pues cada conferencia episcopal interpretaría el Evangelio a su manera, rompiendo con el principio de la universalidad de la fe. Por lo tanto, construyamos una Iglesia sin fronteras, sabiendo valorar los aportes de cada uno de los cinco continentes. No debe causarnos ningún conflicto reconocer la belleza de las grandes e imponentes catedrales europeas. Toda esa riqueza puede –y debe- aprovecharse como un medio para proponer nuevamente los valores que se inspiran en el evangelio. El arte, como fuente de cultura, no es ostentación o injusticia social, sino formación. ¡Cuántas personas se han convertido en la gran variedad de espacios religiosos de Europa! La fe es una propuesta abierta a todos.
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