Tres posturas en una misma sobremesa
Tres posturas en una misma sobremesa
por Duc in altum!
De la anécdota, he querido subrayar tres aprendizajes concretos:
1. Hablando se entiende la gente: Al igual que Santo Domingo de Guzmán- quien dialogaba mientras andaba por los caminos con aquellos que tenían una idea equivocada sobre la fe de la Iglesia- nos toca escuchar a los que no están de acuerdo con nosotros y, desde ahí, buscar los elementos que nos unen. Si se trata de un gay o de una agnóstica, ¡da igual! Todos somos seres humanos. La buena voluntad puede darse independientemente de las convicciones personales. Dialogar no es olvidarse de los valores innegociables del Evangelio o guardárselos en el bolsillo, sino saber identificar los puntos de encuentro.
2. La fe sigue atrayendo: Aunque a veces nos cueste creerlo, el cristianismo continúa siendo un tema interesante y atractivo para las nuevas generaciones. Jesús no deja indiferente a nadie, ni siquiera a los que lo rechazan abiertamente.
3. Respeto hacia los homosexuales: El que tengamos claro que el matrimonio es la unión entre un sólo hombre y una sola mujer, no significa que debamos voltearle la cara a los gays o, en su caso, negarles el saludo. Al contrario, nos toca incluir. Es decir, aplicar lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica sobre la importancia de acogerlos con respeto (cf. No. 2358[1]).
Haber estado en una sobremesa diversa, me ayudó a recordar que Jesús se mantuvo en la zona “cero”, en el centro de las discusiones y que –lejos de enojarse o evadir las cosas- supo encararlas desde el coraje y la compasión. No estoy a favor del relativismo, ni en pro de la exclusión. De hecho, me gustaría –algún día- hacer mías las palabras de Fr. Yves Congar (19041995): “he amado a la verdad como se ama a una persona”.
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[1] 2358: Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición.