¿Qué haríamos sin ella?
¿Qué haríamos sin ella?
por Duc in altum!
Si miramos a nuestro alrededor, nos daremos cuenta que muchas personas -ante la falta de atención, respeto y cariño- buscan medios alternativos que –a menudo- los dejan peor de lo que estaban. De ahí que María sea tan querida y valorada, pues –a través de las apariciones- ha sabido ganarse un lugar en el corazón de la gente, mostrándose dispuesta a recibir a las personas tal y como son. ¿Por qué hay tantos peregrinos en lugares como el Tepeyac, Lourdes o Fátima? Sin duda alguna, porque la madre de Cristo acoge a los que van llegando provenientes de todas partes del mundo. Si bien es cierto que ella no se encuentra en un lugar o espacio determinado, es un hecho que los santuarios reflejan la intención que tiene de acompañar a los hombres y a las mujeres de cada época. En otras palabras, busca acercarnos a Dios. María quiere sacar lo mejor de nosotros mismos, impulsándonos con su ejemplo, el de una mujer que desafió al destino, demostrando la fortaleza que trae consigo la fe.
¿Qué haríamos sin ella? Cierto, tenemos a Cristo; sin embargo, ¡él fue quien quiso que nos acompañara, que nos alentara en los momentos difíciles! Por eso –como diría el Venerable P. Félix Rougier Olanier- “en al amor a María, nuestro modelo es Jesús”. Ella nos sigue de cerca, pues somos sus hijos e hijas.