El Papa Francisco arma el "lío" en la Iglesia
El Papa Francisco arma el "lío" en la Iglesia
Le dijo a los jóvenes en Brasil que hay que armar el “lío”. Este Papa no tiene pelos en la lengua. Habla el lenguaje de la calle y la gente le entiende. Es un evangelizador nato, un Pastor que realmente huele a oveja.
Está visto que no quiere perder el tiempo. La Iglesia necesita urgentemente un “zarandeo” para que el grano quede limpio. Se ha propuesto sanear los cimientos para que la Iglesia, en ningún aspecto, se edifique sobre arena. “Francisco, reconstruye mi Iglesia”, le dijo el Señor al Santo de Asís. Y San Francisco comenzó a predicar con el ejemplo y la palabra el Evangelio. No hay otro cimiento más idóneo que el Evangelio limpio, bien explicado y bien meditado, sin teorías o teologías que empañen la imagen de Jesús y compliquen su mensaje.
El Papa Francisco ha sintonizado `perfectamente con un mundo mediatizado por la imagen, y más aún el mundo joven, el de las Redes sociales, el de la publicidad agresiva, el de la prisa por poner en marcha el pensamiento. Por eso el Papa está clamando que salgamos de las sacristías y de los salones para encontrarnos con Jesucristo que está pasando por nuestras calles y puede no volver, como decía san Agustín.
Pero no hay que interpretar mal al Santo Padre. Por delante ha de ir la oración, el trato con el Señor en la Eucaristía, la escucha atenta de la Palabra, la buena formación. Nadie da lo que no tiene. Muchas veces nos hemos lanzado a un apostolado hueco, sin contenido. Es fácil conformarse con una religiosidad popular que emociona pero que no compromete. Está bien la manifestación pública y comunitaria de la fe, pero si nos quedamos con el ruido de la música y los fuegos fatuos volvemos de nuevo a nuestro punto de partida, ya que la vida y los medios se encargarán de hacer otras ofertas más irresistibles, y tratar de borrar el barniz de una fe superficial.
El Papa Francisco quiere armar el “lío” en la Curia Vaticana sometiéndola a un régimen de adelgazamiento. En las Conferencias Episcopales tratando de que los Obispos sea alegres y prácticos. En las curias diocesanas para que no caigan en la burocracia. En las parroquias para que sean de verdad lugares de encuentro con Dios y con los hermanos. En los movimientos y asociaciones para que eviten la comodidad de cenáculos cerrados y aburridos. En las celebraciones litúrgicas para que de verdad estén abiertas al Espíritu y no se queden en pura estética o en mero cumplimiento. En las Órdenes y Congregaciones religiosas, para que recuperen el carisma fundacional e intenten vivirlo al ritmo de hoy, sin falseamientos ni infidelidades secularistas. Que los laicos sean laicos de verdad, y no imitadores de lo que no deben ser.
Todos estamos llamados a la santidad, pero hay que tomársela en serio. De ello va a depender la regeneración de la Iglesia. El Papa Francisco quiere llevar el “lío” a cada alma, a cada corazón, para que intentemos conseguir una sincera conversión. La Iglesia somos todos, y su santidad depende de todos. No podemos dejar solo al Papa. Dios nos ofrece la oportunidad de una renovación desde los cimientos. Sería suicida no sumarse a la “movida”. Decía Shakespeare: “Hay una divinidad que forja nuestros fines por mucho que queramos alterarlos. Hereje no es el que arde en la hoguera. Hereje es el que la enciende”. No hay que encender hogueras para quemar a nadie, hay que animar a muchos para que todos vivan la alegría de ser hijos de Dios.
Juan García Inza
juan.garciainza@gmail.com