¿Se les ha parado el reloj a los laicistas militantes?
¿Se les ha parado el reloj a los laicistas militantes?
A los chicos de la izquierda parece que se les ha parado el reloj, o se les ha rayado el disco. Vienen cada rato pregonando los mismos tópicos ideológicos de siempre. Tienen una verdadera obsesión, o fobia, contra todo los que suene a religión. Y aprovechan cualquier fútil oportunidad para arremeter contra el clero. Son los comecuras de todas las épocas que, no teniendo otros argumentos, convierten en chivo expiatorio de todas sus fantasmagorías al último clérigo que se crucen en la calle.
Hace unos días le oí decir al Sr. Rubalcaba -parece que se le ha atascado la gramola-, que hay que conseguir que ningún niño esté colgado de la sotana de los curas. Se refería, como no, a la clase de Religión. Ellos siempre han intentado utilizar las aulas como semilleros de futuros adeptos a su causa. Sembrando mundo, demonio y carne, ya se sabe lo que se cosecha. Y debemos reconocer que del tiempo que han gobernado estamos ahora sufriendo la herencia de una juventud-adulta sin principios.
A la mujer no se la puede echar a la papelera
Se quejan de que se dan muchos casos de violencia de género, hasta el punto de haber aumentando los crímenes contra mujeres. Problema muy serio y lamentable. Pero por otro lado están defendiendo el aborto, que es la violencia, hasta la muerte, perpetrada por una madre contra un hijo inocente. El aborto está trayendo la devaluación de la vida humana. Si se matan a miles de niños cada año, ¿cómo nos vamos a extrañar que, por motivos fútiles, se atente contra otras vidas? Se está intentando promover la cultura de la muerte, y eso termina por pasar una factura muy amarga. Pero, mire usted, la ideología parece que para ellos está por encima del derecho natural, del sentido común. Cada vez que los oigo chillar a favor del aborto me chirrían los oídos, y pienso en los niños que mueren y en los ancianos eliminados.
En cuanto a la nueva Ley de Educación están que se suben por las paredes. Siguen prefiriendo la ideología a evitar el fracaso estrepitoso de miles de estudiantes que no saben escribir sin faltas de ortografía, o dicen con todo desparpajo que el Ebro pasa por Madrid, o cualquier otra barbaridad. Estamos casi a la cola del mundo en nivel de educación, pero eso no importa, ya que a los incultos se les puede camelar mejor con cuatro litronas y una caja de preservativos.
Luis Perla dice en un excelente artículo publicado este domingo en ABC: La izquierda política y pedagógica no admite que posiciones que pretendían ser progresistas en los años setenta del siglo pasado son hoy profundamente conservadoras. Lo son al no querer cambiar un sistema educativo que ha rebajado la calidad de la enseñanza, la transmisión de conocimientos y valores, la exigencia, la autoridad del profesor y la vertebración educativa de España, con diferencias inadmisibles entre comunidades autónomas, tanto en resultado como en contenidos de materias como Geografía e Historia.
Pero, lo que importa es la ideología, y quien tiene la culpa de todo es el Vaticano y su ejército de curas que andan difundiendo “catecismos trasnochados”. Ellos son los progres que viven del pasado. Pero cuando se raya un disco ya sabemos lo que ocurre.
El Papa Francisco, siendo Cardenal de Buenos Aires, en un diálogo con el Rabino Skorka, manifiesta: La Iglesia defiende la autonomía de las cuestiones humanas. Una sana autonomía es una sana laicidad. Donde se respetan las distintas competencias. La Iglesia no va a decirles a los médicos cómo deben realizar una operación. Lo que no es bueno es el laicismo militante, el que toma una posición antitrescendental o exige que lo religioso no salga de la sacristía. La Iglesia da los valores, y ellos que hagan el resto (“Sobre el cielo y la tierra, pág. 133).
A los chicos de la izquierda yo les diría que cambien la aguja de la gramola para que no siga rayando los discos de sus discursos. La libertad es muy bonita, y a nadie se le puede obligar a pasar por el aro de mi ideología. Estamos en otros tiempos. Tiempos de reconstruir entre todos el tejido social tan deteriorado. Para eso pagamos todos nuestros impuestos.
Juan García Inza
juan.garciainza@gmail.com