Gestos del Papa: ¿sólo de cara a la galería?

Mucho se ha hablado de los “gestos” del Papa Francisco. Es indudable que cada Papa tiene su estilo, y el del Papa Francisco incluye numerosos gestos que, en muchos casos, se apartan de lo que estábamos acostumbrados (aunque menos de lo que parece; en muchas ocasiones lo que la prensa presenta como una novedad revolucionaria ya tenía un precedente). A algunos les entusiasmarán, a otros les gustarán menos, y es evidente que no estamos ante actos de enseñanza del Pontífice que obligarían en conciencia; mucho más importantes son sus palabras y sus enseñanzas. Pero ante el mundo y ante nuestro tiempo estos gestos tienen un impacto indudable.

El pasado fin de semana el Papa Francisco tuvo dos gestos de apoyo hacia la causa pro vida que a mí me parecen muy significativos. El apoyo público a la iniciativa Uno de nosotros y el acercarse a bendecir a los manifestantes de la Marcha por la Vida son gestos que hablan bien a las claras del compromiso del Papa y de la Iglesia con la vida de los más indefensos.

Algunos podrían pensar que el Papa vive de cara a la galería y que se vuelca en “gestos” con impacto mediático. El reciente testimonio de un matrimonio amigo que, con sorpresa, recibió una llamada telefónica del Papa en persona, parece indicar lo contrario: que el Papa se preocupa de la gente haya o no cámaras delante y que su devoción a Santa Teresita es profunda.

Os adjunto la carta en la que estos amigos explicaban su vivencia en Roma hace unos días:

Santa Teresita y el Papa

Un matrimonio hispano- suizo, devotos ambos del Sagrado Corazón de Jesús y también de de Santa Teresita del Niño Jesús ha querido celebrar sus bodas de plata matrimoniales peregrinando a Roma. Muy pocos días antes de salir en peregrinación hacia Roma, aconsejados por un sacerdote amigo en España, enviaron una sencilla carta a Papa Francisco, preguntándole si sería posible poder celebrar el aniversario de boda cerca del Papa. En esa carta indicaban al Papa su esperanza de poder entregar personalmente al Papa una rosa blanca al tiempo que le indicaban el nombre del hotel en que iban a hospedarse.

Otro sacerdote amigo residente en Roma organizó muy amablemente para ese matrimonio unas entradas para que los esposos, llegados a Roma el martes 23 de Abril, pudieran estar algo más cerca del Papa durante la Audiencia del día 24 de Abril de 2013. Llenos de alegría por haber participado en esa Audiencia y con el gozo del recuerdo de una imagen tan cercana del Papa, durante los días siguientes nuestros amigos se dedicaron, al igual que muchos otros fieles y peregrinos, a admirar la belleza de Roma.

El sábado por la tarde decidieron cerrar la tarde descansando en el hotel, cuando recibieron una llamada desde la casa Santa Marta; les hablaba un monseñor, secretario de Papa Francisco. Se refirió a la cariñosa carta que los esposos habían enviado y les preguntó si deseaban asistir a la Misa de Confirmación que al día siguiente celebraría el Santo Padre en la Plaza de San Pedro. En ese caso podían pasar a recoger las entradas en la casa Santa Marta. Los guardias suizos y los de la gendarmería italiana estarían avisados del asunto y permitirían sin más impedimentos el acceso a la residencia vaticana. Y así sucedió: sin más inconvenientes el matrimonio fue recibido por un simpático y muy amable monseñor, quien, como él mismo advirtió -«li faccio il segretario (al Papa)»-, les hizo entrega en mano de unas entradas para la Misa del día siguiente.

Llenos de alegría y sin todavía acabar de creer lo que habían vivido, los esposos llamaron por teléfono al sacerdote amigo en España, quien les recordó la necesidad de comprar la rosa blanca que los esposos habían prometido entregar al Papa. Después de mucho buscar y de no encontrar ninguna floristería abierta, el matrimonio desistió en el empeño y se dirigió, bastante agotado, al restaurante en el que habían reservado una mesa para la cena del sábado. ¡Cuál no sería su sorpresa al encontrar una floristería abierta justa al lado del restaurante! El vendedor que les atendió preparó una hermosísima rosa blanca para el Papa, a la que la esposa añadió unas letras dirigidas a Papa Francisco, agradeciéndole su delicadeza y amor paterno permitiéndoles estar tan cerca suyo  y celebrar así sus bodas de plata matrimoniales.

Llegados muy pronto por la mañana del domingo día 28 de Abril a la plaza de San Pedro, nuestro matrimonio amigo no tuvo ningún impedimento para poder entrar en la plaza, sin apretujones ni estirones, y tomar asiento a sólo tres filas de distancia del lugar reservado para el Papa. Cuando el Papa entró en  «il sacro» y empezó la celebración de la Misa, se hizo el más absoluto silencio entro las decenas de miles de fieles asistentes. La presencia tan cercana del Papa impresionó vivamente a nuestros esposos, quienes quedaron admirados por la sencillez, la unción y el recogimiento del Santo Padre durante la celebración de la Misa. Al final de la Misa, el Papa decidió saludar a los fieles presentes e hizo un larguísimo recorrido por los pasillos de la plaza. Al final del recorrido y casi ya a punto de entrar por el portón de la guardia suiza, camino de la residencia de Santa Marta,