Carta a Dios en la elección de nuevo Papa
Carta a Dios en la elección de nuevo Papa
Querido Dios, no hace falta que te diga nada, porque Tú lo sabes todo. Pero te gusta que te pidamos siendo conscientes de nuestras necesidades.
Necesitamos un Papa para estos momentos de la historia de la Iglesia y de la humanidad. Y necesitamos un Papa que reúna las siguientes condiciones:
-Que sea santo, o esté empeñado en ello.
-Por consiguiente que sea hombre de oración, enamorado de la Eucaristía, fiel devoto de la Divina Misericordia, buen hijo de la Virgen María. Que le veamos rezar el Rosario y peregrinar a los Santuarios Marianos.
-Que sea un buen teólogo, un gran catequista, que comunique bien la Verdad de siempre, que se le entienda y podamos gozar de su Magisterio.
-Que sea amable, dulce en su semblante, acogedor, buen Pastor y buen Padre.
-Que sea un hombre de unidad, y tienda la mano a todos los que creen en Cristo, ofreciendo la casa común sin ceder en lo fundamental.
-Que sea el gran Párroco del mundo, como lo han sido los Papas precedentes. Con el corazón de un Juan XXIII, la fortaleza de un Pablo VI, el dinamismo de un Juan Pablo II, la sabiduría asequible de un Benedicto XVI.
-Que marque la pauta a todos los obispos del mundo, para que las diócesis sean parcelas vivas del Pueblo de Dios.
-Que anime constantemente a los sacerdotes, que son el eslabón más cercano a los fieles en todos los rincones del mundo. Los sacerdotes necesitan mucho estímulo, porque han de bregar en un ambiente generalmente hostil y peligroso.
-Que se gane a los jóvenes, que son el presente y el futuro de la Iglesia y del mundo. Ellos son generosos si se les brinda unos objetivos por los que merezca la pena dar la vida.
-Que fomente en toda la Iglesia las vocaciones sacerdotales y religiosas. Los seminarios han de tener prioridad en todo su quehacer apostólico.
-Que anime a los religiosos/as a vivir con fidelidad y audacia el carisma de sus fundadores y los fines de sus Institutos. Los religiosos son los animadores de muchas parcelas de la Iglesia que se verían mal atendidas sin su entrega generosa.
-Que aliente a los matrimonios y a las familias a defender el amor y la vida, cueste lo que cueste. La fe suele nacer en el seno del hogar. Pero el hogar ha de ser en verdad la “iglesia doméstica”.
-Que apoye a los movimientos y realidades eclesiales a promover en la Iglesia y en el mundo una acción cristiana dinámica, sostenible y generosa. Que sean conscientes que son parte de la Iglesia, a la que pertenecen el resto de los fieles.
-Que siga recorriendo el mundo, como peregrino, pero sin descuidar la casa madre, que no ha de ser un centro burocrático, sino un foco pastoral que ha de iluminar a todo el mundo.
-Que cada año pastoral esté marcado por un objetivo común, que ha de ser ejecutado y evaluado en cualquier parcela de la Iglesia.
Señor, parece que te lo ponemos difícil. No esperamos un “superhombre”, sino sencillamente un hombre tuyo, que con docilidad lleve el timón de la barca, eche las redes y vaya encendiendo luces y esparciendo sal para preservarnos de la oscuridad y del frío.
“Señor, Tú lo sabes todo, Tú sabes que te queremos”, en Tus manos ponemos la Iglesia y nos quedamos en paz.
Gracias, Señor.
Juan García Inza
juan.garciainza@gmail.com