Mirada necesaria para comunicar la fe

La capacidad de evangelización, que lo es de testimonio, requiere alguna experiencia de la interioridad del sujeto que soy, lo cual no es espiritualismo, o piedad innecesaria, sino codición sel testigo que lo es, no de un ideal -¡alerta!- sino de una persona. Si vemos, hemos de comunicar lo visto. Pero sin ver, no tenemos nada que comunicar, pues no somos testigos de lo visto.

Ello requiere así mismo la posesión, por conquista y avasallamiento de nuestra es bien smejantede ella. Pues no basta conocer al Palabra, el Verbo, sin haber sido alcanzados y contagiados por ella con suficiente fuerza de espíritu para transmitirla con generosidad.

Así como la “Palabra salió del eterno silencio del diálogo sin fin del amor para hacerse accesible y comunicable al hombre”, -en frase de Bruno Forte- nuestra palabra ha de salir también del diálogo del silencio del amor interior.. Sólo lo que sale de muy adentro del corazón puede llegar al corazón del otro.

Sigue siendo verdad lo que afirmó Pablo de que sólo el amor de Dios puede “urgir” a la evangelización. Quien desea, o añora o anhela poseer a Dios, ver, mirar a Dios, necesita también esa misma urgencia. “Yo creo que la tarea principal de mi vida es la de expresar a Dios en cada una de mis palabras y sentimientos”. Así expresó su convencimiento profundo Sto. Tonás de Aquino. (Summa contra gentiles, 1.2).

Esta experiencia de participación del hombre en lo definitivo como fruto de la Encarnación, aparece reflejada de muchas maneras en los escritos apostólicos del Nuevo Testamento, que reflejan la experiencia de quienes se habían encontrado con Cristo en su ministerio terreno y creyeron el Él, y con quienes se encontraron con ´El, a través de la vida de la Iglesia y de la predicación de los apóstoles.

Basten des breves testimonios contundentes y claves en la historia de al Iglesia, de la necesidad de haber encontrado a Cristo, para poder hablar de Él
El primero es el inicio de la carta de Juan: “Lo que exista desde el principio, lo que “hemos oído”, lo que “hemos visto” con nuestros ojos, lo que “contemplaron” y “tocaron” nuestras mansos acerca de la Palabra de vida, pues la Vida “se manifestó”, nosotros “la hemos visto” y damos testimonio y os anunciamos la Vida eterna, que estaba vuelta hacia el Padre y que “se nos manifestó”, lo que “hemos visto y oído”, os lo “anunciamos”.(1jn 1, 1-3). Utiliza siete verbos y los repite siete veces, antes de decir que eso es lo que anuncia.

El inicio del apostolado de Pablo es bien semejante. Él mismo lo relata. “Un tal Ananías, hombre piadoso según la Ley, bien acreditado por todos los judíos que había allí, vino a mí y presentándose ante mi me dijo: “Saul, hermano, recobra “la vista”, y en aqueel momento “le pude ver”. Él me dujo:El Dios de nuestros padres te ha destinado para que conozcas su voluntad, “veas” al Justo y “escuches” la voz s¡de sus labios, pues le has de ser testigo ante todos los hombres de lo que “has visto y oído”.(Hch 22, 1215).

Por tanto, es importante, pero insuficiente que hablemos de lo que otros nos han dicho, sin habernos esforzado en ver y escuchar nosotros mismos.

Terminemos con un pensamiento concreto y certero de Guillermo de Guillermo de Saint-Thierry: “Cuando comenzamos a comprender el sentido interior de las Escrituras y la fuerza de los misterios y de los designios de Dios, so solamente comprendemos más, sino que se produce un conocimiento experimental de la conciencia, que lee en sí misma y percibe la bondad y poder de Dios. Se renueva ennosoros el texto de Juan. “Lo que nosotros hemos visto y entendido, lo que nuestras manos han tocado del Verbo de la Vida”. La experiencia espiritual hace de nosotros, de algún modo, “contemporáneos” de Cristo y gustamos también sabor de su divinidad”..(Cit. Por Charles André Bernard, “Le Dieu des mystiques”.