El papa Benedicto XVI afirma como conclusión de su encíclica, Caritas in veritate: “la fuerza más poderosa al servicio del desarrollo es el humanismo cristiano que vivifique la caridad y que se deje guiar por la verdad, acogiendo una y otra como un don permanente de Dios”. Con esta frase, el Papa sintetiza y resume toda su encíclica de un gran contenido social, económico, político, laboral y religioso dando respuestas al desarrollo y progreso humano actual.
Ante ello, nos preguntamos ¿ qué es y en qué consiste el humanismo cristiano? . El humanismo, en general, es una doctrina y una actitud cultural, de origen grecolatino y renacentista, que reivindica la dignidad, los derechos, las libertades, el desarrollo y el progreso de los seres humanos en este mundo. Es ateo o agnóstico si excluye a Dios, y es religioso si incluye a Dios reconociendo e experimentado su existencia.
Ahora bien, dentro de humanismo religioso, el humanismo cristiano cree en la providencia de Dios Padre, espera la salvación del mundo por medio de su Hijo unigénito, Jesucristo, y propugna la caridad en la verdad, es decir, el amor fraterno o fraternidad humana, como ley fundamental del Cristianismo, para el progreso y desarrollo integral del ser humano y de la humanidad, dando respuestas a los temas del hambre, miseria, pobreza, guerras, violencia, injusticia, desigualdad, analfabetismo y enfermedades endémicas que padece y sufre.
El papa Benedicto XVI inicia su encíclica diciendo: “La Caridad en la verdad es la principal fuerza impulsora del autentico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad. Tiene su origen en Dios, Amor eterno y Verdad absoluta. La caridad es la vía maestra de la doctrina social de la Iglesia, ella da verdadera sustancia a la relación con Dios y con el prójimo. No sólo es el principio de las micro-relaciones, como en las amistades, la familia, el pequeño grupo, sino también de las macro-relaciones, como son las relaciones sociales económicas y políticas”.
Reconoce: “La Iglesia no tiene soluciones técnicas que ofrecer y no pretende mezclarse con la política de los Estados”. Pero, dice que, como enseña la encíclica “Populorum progressio” del papa Pablo VI: “La Iglesia por medio la caridad cristiana como la fuerza principal, en todo su ser y obrar, tiende a promover el desarrollo integral del hombre en todas sus dimensiones y la de los pueblos subdesarrollados para que salgan del hambre, miseria, enfermedades endémicas y analfabetismo, participen en el proceso económico internacional y se consoliden en regímenes democráticos que aseguren la libertad y la paz, porque considera al desarrollo como una vocación de la vida del hombre”.
A continuación, Benedicto XVI expone el pensamiento y la acción del humanismo cristiano sobre el desarrollo integral del hombre y de los pueblos, vivificado en la caridad verdadera, es decir, en la fraternidad humana, reflexionando y concretando sus efectos beneficiosos y positivos en las siguientes cuestiones sociales, laborales, económicas, jurídicas, políticas y religiosas actuales:
El desarrollo humano
Sobre la cuestión del desarrollo del hombre y de los pueblos, pobres y ricos, enseña: “No basta progresar sólo desde un punto de vista económico y tecnológico. El desarrollo necesita ser ante todo auténtico e integral. El salir del atraso económico, algo en sí mismo positivo, no soluciona nada la problemática compleja de la promoción del hombre, ni en los países protagonistas de estos adelantos, ni en los países económicamente ya desarrollados, ni en los que todavía son pobres”.
Sigue: “En nuestra época, el Estado se encuentra con el deber afrontar las limitaciones que pone a su soberanía el nuevo contexto modelo económico-comercial y financiero internacional, caracterizado también por una creciente movilidad de capitales financieros y los medios de producción materiales e inmateriales. El mercado, al hacerse global, ha estimulado, sobre todo, en países ricos la búsqueda en áreas en las que emplazar la producción a bajo coste con el fin de reducir los precios de muchos bienes, aumentar el poder adquisición y acelerar el índice de crecimiento, centro en un mayor consumo en el mercado interior.
Sobre la inseguridad alimenticia en muchos países pobres, enseña: “Debe ser planteada en una perspectiva a largo plazo, eliminando las causas estructurales que lo provocan y promoviendo el desarrollo agrícola de los países más pobres mediante inversiones en infraestructuras rurales, sistemas de riego, transportes, organización de los mercados, formación y difusión de las técnicas agrícolas apropiadas, capaces de utilizar del mejor modo los recursos humanos, naturales y socio-económicos para asegurar así su sostenibilidad a largo plazo…, e implicando a las comunidades locales”
El derecho a la vida
Sobre el derecho a la vida, expresa: “La situación de la pobreza no solo provoca todavía en muchas zonas un alto índice de mortalidad infantil, sino que en muchas partes del mundo persisten prácticas de control demográfico por parte de los gobiernos que con frecuencia difunden la contra concepción y llegan a imponer incluso el aborto; y porque en países económicamente desarrollados, las legislaciones contrarias a la vida están muy extendidas y han condicionando ya las costumbres y la praxis, contribuyendo a difundir una mentalidad antinatalista…, y aceptar la eutanasia como presiones de grupos nacionales e internacionales que reivindican su reconocimiento jurídico”.
La libertad religiosa
Sobre la negación de la libertad religiosa, hoy día, muy estrechamente unida con el desarrollo, afirma que existe: “Porque se mata frecuentemente en nombre sagrado de Dios. La violencia frena el desarrollo auténtico e impide la evolución de los pueblos hacia un bienestar socio-económico, como ocurre especialmente con el terrorismo de inspiración fundamentalista, que causa dolor, devastación y muerte, bloquea el diálogo y desvía grandes recursos de su empleo pacífico y civil”.
La indiferencia religiosa y el ateísmo práctico
Sobre la programación de la indiferencia religiosa o del ateismo práctico de muchos países, indica: “contrasta con las necesidades del desarrollo de los pueblos, sustrayéndolos de bienes espirituales y humanos. Dios es el garante del verdadero desarrollo del hombre en cuanto, habiéndolo creado a su imagen, funda tambien su dignidad trascendente y alimenta el anhelo constitutivo de ser más. El ser humano no es un átomo perdido en el universo, sino una criatura de Dios, a quien El ha querido dar un alma inmortal. Cuando el Estado promueve, enseña o incluso impone formas de ateismo práctico priva a sus ciudadanos de la fuerza moral y espiritual indispensable para comprometerse en el desarrollo humano integral”.
La relación entre el saber y la caridad
Sobre la relación entre el saber y la caridad, expresa: “La caridad no excluye el saber, más bien lo exige, lo promueve y lo anima desde dentro”. Sin el saber, el hacer es ciego, y el saber es estéril sin el amor. En efecto, el que está animado de una verdadera caridad es ingenioso para descubrir las causas de la miseria para encontrar los medios de combatirla para vencerla con la intrepidez. Las exigencias del amor no contradicen las de la razón. El saber humano es insuficiente y las conclusiones de las ciencias no podrán indicar por sí solas la vía hacia el desarrollo integral del hombre”.
La moral y la investigación científica
Sobre la moral y la investigación científica, indica: “Deben crecer juntas, y la caridad debe animarlas en un conjunto interdisciplinario armónico. Pablo VI vio con claridad que una de las causas del subdesarrollo es una falta de sabiduría, de reflexión, de pensamiento capaz elaborar una síntesis orientadora. La excesiva sectorización del saber y el cerrarse de las ciencias humanas a la metafísica, las dificultades del diálogo entre las ciencias y la teología no solo dañan el desarrollo del saber, sino tambien el desarrollo de los pueblos. Es indispensable ampliar nuestro concepto de razón y de uso”.
Las nuevas soluciones económicas
Sobre las nuevas soluciones económicas, afirma: “Han de buscarse, a la vez, en el respeto de las leyes propias y al a luz de visión integral del hombre que refleje los diversos aspectos de la persona humana, considerada por la mirada purificada de la caridad. La dignidad de la persona humana y las exigencias de la justicia, requieren, sobre todo hoy, que las opciones económicas no hagan aumentar de una manera excesiva y moralmente inaceptable las desigualdades, y que se sigan buscando como prioridad el objetivo de acceso al trabajo por parte de todos o lo mantengan… Reducir el nivel de tutela de los derechos de los trabajadores y renunciar a mecanismos de redistribución del crédito con el fin de que el país adquiera mayor competitividad internacional, impiden consolidar un desarrollo duradero. Esto exige una nueva y más profunda reflexión sobre el sentido de la economía y de sus fines”, además de una revisión con amplitud de miras del modelo de desarrollo, para corregir sus disfunciones y desviaciones”.
El progreso
Sobre el progreso sostiene: “Sigue siendo un problema abierto, que se ha hecho más agudo y perentorio por la crisis económica-financiera que se está produciendo. La novedad principal ha sido el estallido de la interdependencia interplanetaria, ya comúnmente llamada globalización. Pablo VI ya lo había previsto parcialmente, pero es sorprendente el alcance y la impetuosidad de su auge. Surgido en los países económicamente desarrollados, este proceso ha implicado por su naturaleza a todas las economías, Ha sido el motor principal para que regiones enteras superan el subdesarrollo, y de por sí una gran oportunidad. Sin embargo, sigla guía de la caridad en la verdad, este impulso planetario puede contribuir a crear riesgo d daños hasta ahora desconocidos y nuevas divisiones en la familia humana”.
La globalización
Sobre la globalización, escribe: “Ha de entenderse ciertamente como un proceso socio-económico, pero no esta la única dimensión. La superación de las fronteras no es solo un hecho material, sino tambien cultura en sus causas y efectos. La verdad de la globalización como proceso y su criterio ético fundamental viene dados por la unidad de la familia humana Oponerse ciegamente a la globalización sería un actividad errónea, preconcebida, que acabaría por ignorar un proceso que tiene tambien aspectos positivos, con el riesgo de perder una gran ocasión para aprovechar las múltiples oportunidades de desarrollo que ofrece. El proceso de globalización, adecuadamente entendido y gestionado, ofrece una gran oportunidad de redistribución de riqueza, pero si se gestiona mal, puede aumentar la pobreza y la desigualdad, contagiando además con una crisis a todo e mundo”.
Los derechos y deberes
Sobre los derechos y deberes, afirma: “Se aprecia con frecuencia una relación entre a reivindicación de derecho a lo superfluo, e incluso a la trasgresión y al vicio en la sociedades opulenta, y carencia de agua potable, instrucción básica y cuidados sanitarios elementales en ciertas regiones de mundo subdesarrollado y tambien el la periferia de las grandes ciudades. Dicha relación consistente en que los derechos individuales desvinculados de un conjunto de deberes que le de un sentido profundo, se desquician y dan lugar a una espiral de exigencias prácticamente ilimitada y carente de criterios. La exacerbación de los derechos conduce al olvido de los deberes. Los deberes delimitan los derechos porque remiten a un marco antropológico y ético. Por este motivo, los deberes refuerza los derechos y reclaman que se los defienda y promueva como un conjunto al servicio del bien”.
El crecimiento demográfico
Sobre el crecimiento demográfico, escribe: “No es correcto considerar al aumento de la población como la primera causa del subdesarrollo, incluso desde el punto de vista económico, baste pensar, por lado, en la notable disminución de la mortalidad infantil y el aumento de la edad media que se produce en los países económicamente desarrollados y, por otra, en los signos de crisis que se perciben en las sociedades en las que se constata una preocupante disminución de la natalidad. Obviamente, se ha de seguir prestando la debida atención a una procreación responsable, que, por otra parte, es una contribución efectiva al desarrollo humano integral. El ejercicio de la sexualidad no puede quedar reducido a un mero hecho hedonista y lúdico, del mismo modo que la educación sexual no se puede limitar a una instrucción técnica, con la única preocupación de proteger a los interesados de eventuales contagios o de riesgo de procrear”.
Continúa: “Esto equivaldría a empobrecer y descuidar el significado profundo de la sexualidad. La disminución de nacimientos, a veces por debajo del índice llamado de reemplazo generacional, pone en crisis incluso a los sistemas de seguridad social, aumenta los costes, merma la reserva el ahorro y, consiguiente los recursos financieros par las inversiones, reduce la disponibilidad de los trabajadores cualificados y disminuye la reserva de los cerebros a los que recurrir para las necesidades de la nación. En esta perspectiva, los Estados a establecer políticas que promuevan la centralidad y la integridad de la familia, fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, célula principal y vital de la sociedad”.
Necesidad de la ética en la economía
Sobre la necesidad de la ética en economía, expresa: “La economía tiene necesidad de la ética para su correcto funcionamiento, no de una ética cualquiera, sino de una ética amiga de la persona”. Hoy se habla mucho de ética en el campo económico, bancario y empresarial. Surgen centros de de estudio y programas formativos de “busines ethies”, se difunde en el mundo desarrollado el sistema de certificaciones éticas: Los bancos proponen cuentas y fondos de inversión llamados éticos. Se desarrolla una finanza ética, sobre todo mediante el microcrédito, y más en general, la microfinanciación. Dichos procesos son apreciables y merecen un amplio apoyo”.
Continua: “Conviene, sin embargo elaborar un criterio de discernimiento válido, pues se nota un cierto abuso del adjetivo ético, que usado de manera generalizada, puede abarcar contenidos completamente distintos, hasta el punto de hacer pasar por éticas decisiones y pociones contrarías a la justicia y al verdadero bien del hombre. La Iglesia ofrece una aportación específica, que se funda en la creación del hombre a semejanza de Dios, algo que comporta la inviolable dignidad de l apersona humana, así como el valor trascendente de las normas morales naturales”.
Medio ambiente
Sobre el medio ambiente manifiesta: “El tema del desarrollo está tambien muy unido hoy a los deberes que nacen de la relación del hombre con el ambiente natural. Este es un don de Dios para todos, y su uso representa para nosotros una responsabilidad para con los pobres, las generaciones futuras y toda la humanidad. Cuando se considera a la naturaleza, y en primer lugar al ser humano, fruto del azar o del determinismo evolutivo, disminuye el sentido de la responsabilidad en las conciencias”.
Continúa: “El creyente reconoce en la naturaleza el maravilloso resultado de la intervención creadora de Dios, que el hombre puede utilizar para satisfacer sus necesidades materiales y espirituales respectando su equilibrio inherente ala creación misma. La naturaleza está a nuestra disposición no como un montón de desechos esparcidos al azar, sino como un don del Creador que ha diseñado sus estructuras intrínsecas para que el hombre descubra que se deben seguir para guardarla y cultivarla. Pero se ha de subrayar que es contrario al verdadero desarrollo considerar a la naturaleza como más importante que la persona humana misma. Esta actitud conduce a aptitudes paganas o de nuevo panteísmo”.
La energía
Sobre la energía, escribe: “El acaparamiento por parte de algunos Estados, grupos de poder y empresas de recursos energéticos no renovables, es un grave obstáculo para el desarrollo de los países pobres. Estos no tienen medios económicos ni para hacer a las fuentes energéticas no renovales ya existentes ni para financiar la búsqueda de fuentes nuevas y alternativas. La acumulación de recursos naturales, que en muchos casos se encuentran en países pobres, causa explotación y conflictos frecuentes entre las naciones y en su interior. Dichos conflictos se producen con frecuencia precisamente en el territorio de esos países, con graves consecuencias de muertes, destrucción y mayor degradación aún”.
Recursos necesarios para vivir dignamente
Sobre los recursos necesarios para vivir dignamente nosotros y las futuras generaciones, enseña: “En nuestra tierra hay lugar para todos: en ella toda la familia humana debe encontrar los recursos necesarios par vivir dignamente, con la ayuda de la misma naturaleza, don de Dios a sus hijos, con el tesón del propio trabajo y de la propia inventiva. Pero debemos considerar un deber muy grave el dejar a la tierra a las nuevas generaciones en estado en el que puedan habitarla dignamente y seguir cultivándola.
La protección del entorno, de los recursos y del clima requiere que todos los responsables internacionales actúen conjuntamente y demuestren prontitud para obrar de buena fe en el respeto a la ley y la solidaridad con las regiones más débiles del planeta. Uno de las mayores tareas de la economía es precisamente el uso más eficaz del de los recursos, no el abuso. Es necesario un cambio efectivo de mentalidad que nos lleve a adoptar nuevos estilos de vida, a tenor de los cuales la búsqueda de la verdad, y de la belleza y del bien y como la comunión con los demás hombres para un crecimiento común sean los elementos que determinen las opciones del consumo, de los ahorradores y de las inversiones”.
La religión
Sobre la religión, enseña: “El mundo de hoy, está siendo atravesado por algunas culturas de trasfondo religioso, que no llevan al hombre a la comunión, sino que lo aíslan en búsqueda del bienestar individual,limitándose a gratificar las expectativas sicológicas. Tambien una cierta polarización de itinerarios religiosos de pequeños grupos, e incluso de personas individuales, así como el sincretismo religioso pueden ser factores de dispersión y de falta de compromiso. Al mismo tiempo, persisten a veces parcelas culturales y religiosas que encasillan la sociedad en castas sociales estáticas, en creencias mágicas que no respetan la dignidad de la persona, en aptitud de sumisión a fuerzas ocultas”.
Continúa: “Por este motivo, aunque es verdad que, por un lado, el desarrollo necesita de las religiones y de las culturas de los diversos pueblos, por otro lado, sigue siendo verdad tambien que es necesario un adecuado discernimiento. Dicho discernimiento deberá basarse en el criterio de la caridad y de la verdad. La religión cristiana y las otras religiones pueden contribuir al desarrollo solamente si Dios tiene un lugar en la esfera pública, con específica referencia a la dimensión cultural, social, económica y particular política”.
Sigue: “La negación del derecho a profesar públicamente la propia religión y a trabajar para que las verdades de la fe inspiren la vida pública, tienen consecuencias negativas sobre el verdadero desarrollo. La exclusión de la religión del ámbito público, así como, el fundamentalismo religioso por otro lado, impiden el encuentro entre las personas y su colaboración para el progreso de la humanidad. La razón necesita siempre ser purificada por la fe, y esto vale también para la razón política. A su vez, la religión tiene siempre necesidad de ser purificada por la razón para mostrar su auténtico rostro humano”.
Las finanzas
Sobre las finanzas, expresa: “Han de renovar necesariamente sus estructuras y modos de funcionamiento tras su mala utilización, que ha dañado a la economía real, vuelvan a ser instrumento encaminado a producir mejor riqueza y desarrollo. Toda la economía y las finanzas deber ser utilizadas de manera ética para crear las condiciones adecuadas para el desarrollo del hombre y de los pueblos. Los agentes financieros han de redescubrir el fundamento ético de su aptitud para no abusar de aquellos instrumentos sofisticados con los que se podría traicionar a los ahorradores.”.
Continúa: “Tanto una regulación del sector financiero capaz de salvaguardar a los sujetos más débiles e impedir escandalosas especulaciones, cuanto la experimentación de nuevas formas destinadas a favorecer proyectos de desarrollo, son experiencias positivas que se han de profundizar y alentar, reclamando la propia responsabilidad del ahorrador. Tambien la experiencia de la microfinanciación ha de ser reforzada y actualizada, sobre todo, en los momentos en que los problemas financieros pueden resultar dramáticos para los sectores más vulnerables de la población, que deben ser protegidos de la amenaza de la usura y la desesperación”.
Los consumidores
Sobre los consumidores, dice: “Deben ser constantemente educados para el papel que ejercen diariamente y que pueden desempeñar respetando los principios morales, sin que disminuya la racionabilidad económica intrínseca en el acto de compra. Es necesario abrir otras vías como, por ejemplo, formas de cooperación para las adquisiciones, como ocurre con las cooperativas de consumo que existen desde el siglo XIX. Además, es conveniente favorecer formas nuevas de comercialización de productos provenientes de áreas deprimidas del planeta para garantizar una retribución decente a los productores a condición de que se trate de un mercado transparente”.
La bioética
Sobre la bioética, enseña: “En la actualidad, la bioética es un campo prioritario y crucial en la lucha cultural entre el absolutismo de la técnica y la responsabilidad moral, y en el que está en juego la posibilidad de un desarrollo humano e integral. Los descubrimientos científicos en este campo y las posibilidades de una intervención técnica han crecido tanto que parecen imponer la lección entre dos tipos de razón: una razón abierta a la trascendencia o una razón cerrada en la inmanencia”.
Continúa: “Es preciso afirmar que la cuestión social se ha convertido radicalmente en una cuestión antropológica, en el sentido que implica no sólo el modo mismo de concebir, sino tambien de manipular la vida, cada día más expuesta por la biotecnología a la intervención del hombre. La fecundación en vitro, la investigación con embriones, la posibilidad de la clonación y de la hibridación humana nacen y se promueven en la cultura actual del desencanto total, puesto que se ha llegado ya a la raíz de la vida”.
Sigue: “A la plaga difusa, trágica del aborto, podría añadirse en el futuro una sistemática planificación eugenésica de los nacimientos. Por otro lado, se va abriendo paso una mente eutanásica, manifestación no menos abusiva del dominio de la vida, que en ciertas condiciones ya no se considera digna de ser vivida. Detrás de estos escenarios hay planteamientos culturales que niegan la dignidad humana. A su vez estas prácticas fomentan una concepción materialista y mecanicista de la vida humana”.
El alma
Sobre el alma humana, escribe: “El problema del desarrollo está estrechamente relacionado con el concepto que tengamos del alma del hombre, ya que nuestro yo se ve reducido muchas veces a la psique, y la salud del alma se confunde con el bienestar emotivo. El desarrollo debe abarcar, además de un progreso material, uno espiritual, porque el hombre es uno en cuerpo y alma, nacido del amor creador de Dios y destinado a vivir eternamente. El ser humano se desarrolla cuando crece espiritualmente, cuando el alma se conoce así misma y la verdad que Dios ha impreso germinalmente en ella, cuando dialoga con sí miso y con su Criador”.
Continúa: “Lejos de Dios, el hombre está inquieto y se hace frágil. La alienación social y sicológica, y las numerosas neurosis que caracterizan las sociedades opulentas, remiten tambien a este tipo de causas espirituales. Una sociedad del bienestar, materialmente desarrollada, pero que oprime el alma, no está en sí misma bien orientada hacia un auténtico desarrollo. Las nuevas formas de esclavitud, como la droga, y la desesperación en que caen tantas personas, tienen una explicación no sólo sociológica o sicológica, sino esencialmente espiritual. No hay desarrollo pleno ni bien común universal sin el bien espiritual y moral de las personas, consideradas en su totalidad de alma y cuerpo”.
Conclusión
Concluye: “Por tanto, la fuerza más poderosa al servicio del desarrollo es el humanismo cristiano, que vivifique la caridad y que se deje guiar por la verdad, acogiendo a una y a otra como un don de Dios”.
Es decir, el humanismo cristiano consiste en fraternidad humana que es la fuerza más poderosa para el desarrollo humano.
Fuente: http://es.catholic.net/abogadoscatolicos/429/951/articulo.php
|