Nueva evangelización y turismo (II)
Nueva evangelización y turismo (II)
por Duc in altum!
La Iglesia tiene un campo muy importante e interesante para acercarse eficazmente a los alejados, a los que no asisten a sus respectivas parroquias: el turismo. Gracias al patrimonio católico, es posible llegar a millones de personas que visitan anualmente las diferentes construcciones cristianas, cuyo valor artístico y, por ende, cultural, las sitúa en el top ten de las agencias de viajes, sobre todo, cuando se trata de destinos europeos o coloniales en el caso de Latinoamérica. Si bien es cierto que dicha iniciativa no es nueva, es un hecho que hace falta aprovecharla más y mejor.
Algunos opinan que las grandes e imponentes catedrales sólo deberían estar abiertas para el culto y no para los turistas, sin embargo, además de que el turismo permite sostenerlas económicamente, especialmente, en lo que tiene que ver con las labores de mantenimiento, sería contrario a la nueva evangelización cerrarles las puertas precisamente a muchos de los que vienen de países secularizados. Por lo tanto, mientras se respeten los espacios de oración y las celebraciones litúrgicas, no hay ningún motivo, razón o circunstancia que justifique el cierre. Naturalmente, ellos tienen que aprender a respetar, sin que esto signifique prohibirles el acceso, pues quizá alguno de los que entró por intereses exclusivamente culturales, puede salir con una visión más rica y completa sobre el significado del Evangelio, sobre aquello que pedagógicamente comunica la construcción a través de la arquitectura del interior y del exterior.
La nueva evangelización insertada en las actividades turísticas, no sólo sirve para acercar a los alejados, sino también para confirmar en la fe a muchos turistas que realmente aprovechan la ocasión para convertirse en peregrinos. Cuando estuve en la catedral de Notre Dame de Paris, iba como turista y, al mismo tiempo, como parte de la Iglesia Católica. Por lo tanto, todo cuenta, todo suma, cuando se trata de hacer presente a Cristo en el mundo de hoy, sabiendo aprovechar la posición que tiene el cristianismo a nivel patrimonial, artístico, histórico y cultural. En lugar de lamentarnos por las mal llamadas “glorias del pasado”, mejor activémonos y reactivemos el sentido de comunicar a Dios en el aquí y el ahora.
¿Qué se podría hacer? Ante todo, agregar a las exposiciones de los museos anexos a las catedrales o templos en cuestión, alguna galería gratuita sobre un santo en particular, como se hizo en Notre Dame de Paris, con la muestra sobre la vida de Santa Teresa de Lisieux que resultó atractiva y significativa para los visitantes. No somos nosotros quienes tenemos la capacidad de hacer que una persona viva la experiencia de encuentro con Dios, sin embargo, nos toca poner los medios necesarios para que esto sea más fácil. Cuando el Siervo de Dios José Gaudí dio vida a la basílica de la Sagrada Familia de Barcelona, buscó que fuera una catequesis al aire libre. Hoy por hoy, algunos de los que han tenido que ver con la construcción se han convertido. ¿La razón? Descubrieron la esencia de la fe, captaron el mensaje y lo hicieron parte de su vida.